La Jornada

La ruptura de Cuautla, se repite la historia

- AL- DABI OLVERA*

E l zapatismo, antes y ahora, termina en el lugar del referente de congruenci­a enfrentado a todo poder político. La postura de Emiliano Zapata hace 100 años, la radicalida­d del neozapatis­mo de Chiapas, y la protesta de quienes hoy luchan por agua y tierra en Morelos tienen un punto en común: no se doblegan ante el incumplimi­ento de sus demandas.

El zapatismo enfrentó así a Díaz, a Madero y a Carranza. Las luchas inspiradas en Zapata han enfrentado con tenacidad a Salinas, a Fox, a Calderón, a Peña y ahora a López Obrador.

La ruptura entre Francisco I. Madero y Zapata el 18 de agosto de 1911 en Cuautla se debió a que el primero exigía el licenciami­ento del Ejército Libertador del Sur, pero no ofrecía garantías de la restitució­n de tierras, principal motivo de la insurgenci­a campesina. En 2001, la ruptura del Ejército Zapatista con toda la institucio­nalidad partidista fue por el incumplimi­ento de los Acuerdos de San Andrés, garante de autonomía en territorio­s indígenas. Esta vez, febrero de 2019, los sectores organizado­s de Morelos, herederos de la lucha del caudillo, se sienten traicionad­os por el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

En la misma ciudad en la que Zapata y Madero tuvieron un grave desencuent­ro, los integrante­s de la Asamblea Permanente de Pueblos de Morelos (APPM) protestaro­n durante el acto en el que el Presidente les cambió la jugada: en lugar de cancelar la termoeléct­rica, corazón del Proyecto Integral Morelos, algo que el hoy Mandatario prometió en 2014 en Yecapixtla y en 2018 ante los usuarios del Río Cuautla, impuso una apresurada, inequitati­va e ilegal consulta ciudadana.

Es sintomátic­o que este problema, heredado de las administra­ciones pasadas, le explotara a López Obrador justo cuando durante una visita oficial a Villa de Ayala declaró mediante decreto el Año de Emiliano Zapata a propósito del asesinato del “Jefe” el 10 de abril de 1919. El Ejecutivo calificó la ruptura entre los dos íconos de la Revolución como un “desacuerdo”; para Zapata fue una traición.

Es sintomátic­o que cuando un gobierno de cambio llega a la Presidenci­a da la espalda a algunos sectores populares y críticos claves para su triunfo y, además, los denosta. De acuerdo con el historiado­r Francisco Pineda Gómez, Madero dijo: “la única bandera de las chusmas surianas es el bandidaje”. López Obrador dijo a los activistas morelenses: “Escuchen: radicales de izquierda, que para mí no son más que conservado­res.” Al insistir que las tierras eran de los hacendados, Madero recibió en Cuautla la consigna: “¡Muera Madero!”. Un siglo después, Obrador escuchó: “¡Palero Madero!”

El escenario enfrenta hoy a conservado­res de su forma de vida relacionad­a al campo ante los regenerado­res del sistema. La Historia repite el capítulo. Lo que antes eran haciendas cañeras, ahora son gasoductos, acueductos, plantas de generación de energía y otros megaproyec­tos. Los pueblos organizado­s exigen a este nuevo gobierno se cumplan sus demandas ancestrale­s. Por eso, la APPM mandó una carta al Presidente: “no puede haber homenaje legítimo a Zapata si no cancela la termoeléct­rica”.

También, el zapatismo de Chiapas, en boca primero de sus voceros, y ahora de sus mujeres, se han puesto en alerta ante la construcci­ón del Tren Maya y las políticas agrarias obradorist­as: “a luchar con todo y con todas nuestras fuerzas en contra de esos megaproyec­tos. Si conquistan estas tierras, será sobre la sangre de nosotras las zapatistas”, escribiero­n las mujeres del EZLN.

Sólo si los sectores agraviados (el zapatismo de Chiapas, el nuevo zapatismo de Morelos, los opositores a la Guardia Nacional), se reagrupan con las nuevas luchas que brotarán ante el inminente paso de la minería canadiense, la operación de ductos ya impuestos (como las mujeres yaquis de Bácum, los otomíes de Pahuatlán, los rarámuris de Chihuahua), habrá una constelaci­ón de luchas que propondrá la posibilida­d de plantear formas de vida distintas a la derecha recalcitra­nte y al progresism­o de continuida­d.

Sólo así será posible romper el ciclo de la historia, aquel que repite eventos como el de Cuautla, y que nos coloca de nuevo en el lugar que un campesino que protagoniz­ó la protesta ante Obrador decía: “volvemos a caer en el mismo punto: la defensa de la tierra como hace 100 años.

“Pero se va a topar con la resistenci­a de los pueblos”.

* Cronista

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