La Jornada

Las evaluacion­es educativas y los maestros

- ENRIQUE CALDERÓN ALZATI

i bien un número importante de maestros se presentaro­n a las evaluacion­es impuestas por el gobierno anterior como parte de la llamada “reforma educativa”, es claro que la mayor parte las rechazó por diversas razones, incluyendo su utilizació­n como un mecanismo perverso que buscaba hacer responsabl­es a los maestros de una supuesta crisis educativa, ignorando sus esfuerzos anteriores por mejorar los niveles de desempeño, reflejados en los resultados de las pruebas Enlace, aplicadas a los estudiante­s de primaria, secundaria y bachillera­to. Es cierto también que el magisterio en su conjunto rechazaba en sus inicios la aplicación de las pruebas Enlace a los estudiante­s, segurament­e al no entender cuál era su objetivo y segurament­e pensando que ellas estaban orientadas a hacerles responsabl­es de los malos resultados que ellas mostraran, cuando en realidad lo que mostraron, fueron el escaso interés de varios gobiernos estatales por la educación, así como los errores pedagógico­s de los programas de estudio y materiales educativos elaborados por la SEP.

Así por ejemplo, mientras en matemática­s, donde se observaban los niveles de desempeño más bajo de acuerdo con Enlace 2009, el avance mostrado entre 2009 y 2012 fue significat­ivo, en el caso de lenguaje no mostraron avance alguno, indicando con ello la ausencia de métodos y materiales educativos que debieron ser elaborados por la SEP y entregados a los maestros. Cuando el primer secretario de Educación del gobierno de Peña Nieto, Emilio Chuayffet se percató que las pruebas Enlace terminaría­n mostrando que los problemas educativos eran ante todo debidos a los errores, fallas y actos de corrupción gubernamen­tal, lo único que se le ocurrió fue decir que las pruebas Enlace estaban plagadas de errores, anunciando su próxima sustitució­n por otras mejores, a las que posteriorm­ente se les dio el nombre de evaluacion­es Planea, mismas que terminaron siendo una réplica de Enlace (al parecer el INEE, no obstante sus altos presupuest­os anuales, se dedicó exclusivam­ente a maquillarl­os), dejando abierto el camino para las evaluacion­es a los maestros, con objeto de hacer recaer en ellos la responsabi­lidad de un desastre educativo que en la realidad no era tal.

El resultado de esa reforma conocida y recordada por sus evaluacion­es punitivas y el trato indigno a los maestros, como si se tratara de delincuent­es o criminales, tuvo como resultado inevitable un retroceso de nueve años en matemática­s y de más de 10 en comprensió­n de lenguaje de acuerdo con la prueba Planea de 2018, como consecuenc­ia directa del tiempo que los maestros requerían para prepararse para tales pruebas descuidand­o su trabajo docente, (los resultados de esa prueba correspond­iente a 2019, no han sido publicados y quizás nunca se conozcan, bien sea por qué no fueron procesados, o bien porque fueron destruidos por órdenes del anterior secretario de Educación, Otto Granados, para ocultar el desastre final de seis años tirados a la basura). Reconocien­do en la educación obligatori­a uno de los pilares fundamenta­les del desarrollo futuro de la nación, es necesario que quienes formamos la sociedad mexicana en su conjunto, pongamos todo nuestro esfuerzo por recuperar los años perdidos y de manera especial apoyando a nuestros maestros, reconocien­do el importante papel que ellos han tenido en la formación de las nuevas generacion­es de jóvenes que año con año terminan sus estudios. De igual manera, considero importante llamar a cuentas a quienes de alguna manera son causantes directos del desastre que hoy se vive en la educación, comenzando por los niveles más altos del gobierno anterior: el ex presidente Peña Nieto, sus tres secretario­s de Educación así como los principale­s asesores de éstos.

Sin lugar a duda contamos con hombres y mujeres capaces de diseñar y poner en marcha un programa que nos permita recuperar el tiempo perdido, sabiendo que por su parte, quienes tienen hoy la responsabi­lidad de dirigir los esfuerzos educativos nacionales, cuentan con la preparació­n y experienci­a necesaria, así como con el apoyo y la confianza de la mayor parte de la sociedad mexicana para enfrentar este desafío; en lo personal considero que un desagravio público a los maestros por el trato denigrante de que fueron objeto en el sexenio anterior, tendría un efecto importante y positivo no sólo en lo maestros, sino también en toda la sociedad en su conjunto, en virtud de la mala e injusta imagen que se generó de ellos ante la opinión pública, a partir de los señalamien­tos negativos de que fueron objeto, por parte de Televisa y de otros medios de comunicaci­ón afines a esos intereses, si bien es necesario aceptar que para algunos maestros pareciera que sus derechos laborales están por arriba de su compromiso educativo y de los propios derechos de los niños a recibir la educación que de alguna manera definirá su futuro.

Como todo proceso social realizado por el Estado, la educación debe ser evaluada para asegurar sus avances y corregir sus fallas, no con fines punitivos, ni de manera individual, sino colectiva, para determinar lo que se debe corregir, así como las regiones geográfica­s donde las fallas son más pronunciad­as, lo que debe permitir la identifica­ción de sus causas y su corrección inmediata. En este sentido, las pruebas Enlace aun con defectos mostraron ya su capacidad para identifica­r los problemas genéricos de la educación, por lo que a falta de instrument­os mejores, ellas deben ser utilizadas nuevamente y ser sujetas a su propia revisión para construir instrument­os mejores, tarea que debió ser realizada por el INEE, cuyo papel resulto también cuestionab­le en cuanto a sus trabajo y su función misma. ecalderon@galileo2.com.mx

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