La Jornada

Buscadoras de vida

- RAÚL ROMERO*

E n 2011 la tristeza y desesperac­ión estaban matando a María. Sus hijos Raúl y Salvador fueron desapareci­dos en Guerrero, en 2008. Después, en 2010, otros dos de sus vástagos, Luis Armando y Gustavo, también fueron víctimas de desaparici­ón, esta vez en Veracruz. María los buscó por todos los medios posibles. Acudió a todas las instancias de gobierno necesarias. Sólo encontró silencio y desprecio.

Con la esperanza ya medio deshecha, María supo por la prensa que cientos de personas recorrían el país buscando a sus familiares desapareci­dos y denunciand­o la política de muerte y destrucció­n. Decidió entonces viajar a Morelia, en Michoacán, para escuchar y ser escuchada. Encontró ahí a muchas otras personas que como ella buscan a sus familiares. Comprendió que su tragedia era compartida. Fue así como María se sumó al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.

María ha participad­o en toda suerte de iniciativa­s de articulaci­ón y diálogo. Ha visto nacer y perecer organizaci­ones. Se ha entrevista­do con tres presidente­s. Impulsó la ley de víctimas y luego protestó contra la ineficienc­ia de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas. También acudió a los “foros de pacificaci­ón” del nuevo gobierno y atestiguó el desastre en que se convirtier­on. María ha escuchado promesas de muchas personas de diferentes partidos y gobiernos, pero nadie le ha devuelto a sus hijos.

Con familiares y gente que la acompañan, María fundó la organizaci­ón Familiares en Búsqueda María Herrera. También impulsó la Red de Enlaces Nacionales: “un espacio de articulaci­ón de familiares de personas desapareci­das que tiene como objetivo central encontrar, y regresar a sus familias, a todas las personas desapareci­das en México”. Desde esos espacios han construido la Brigada Nacional de Búsqueda, la cual lleva cuatro años seguidos funcionand­o. Se trata de un ejercicio de autonomía ante la complicida­d e ineficienc­ia del gobierno.

En su cuarta realizació­n, la brigada reporta haber encontrado siete cuerpos, 100 restos óseos y evidencias de fosas clandestin­as en Huitzuco, Guerrero. También informa que “restos humanos se encontraro­n en áreas que ya habían sido procesadas por las autoridade­s sin que se realizara una revisión a fondo”.

El fenómeno de la desaparici­ón de personas en México ha alcanzado magnitudes terribles.

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