EL CORREO ILUSTRADO
convertido en huracanes. Casi sin respirar seguimos las noticias, intentamos ser objetivos contrastando la información, la interpretamos a partir de nuestra experiencia, le damos una lectura personal.
Reflexionamos, escribimos, opinamos. En poco tiempo se abrieron las alcantarillas; el viento huracanado sacó a la luz aquello que recorría el subsuelo como un río de aguas negras. Durante años en el país se percibían olores insoportables, pero pronto el horror en el que hemos vivido adquirió la consistencia de una piedra. Imposible eludirla o enterrarla de nuevo. Sabíamos, intuíamos lo que sucedía y aun así nos golpeó en la cara o se nos quedó atrapada en la garganta.
Pedir seguridad, justicia, muerte a la impunidad, claridad, congruencia eran palabras que nos unían cuando soñábamos con un país distinto. Apenas si nos atrevíamos a imaginarlo, como tampoco pensamos que tendríamos que pagar un costo. Siguiendo el pensamiento mágico que nos caracteriza, estábamos seguros de que, acompañados de una voluntad política inquebrantable, todo sería resuelto. No fue así, no puede ser así, ¿entonces? Tal vez se trate de ver más allá de lo aparente, de estar por encima de nuestras filias y nuestras fobias. Si creemos que el bien mayor es lo importante y somos más tolerantes, quizá de una forma natural empecemos a tener paciencia.
Desde lo alto de la montaña rusa no podemos seguir siendo espectadores, porque todo nos toca, nos duele, nos indigna y nos compromete. sector energético no escatiman en virulencia ante las denuncias públicas realizadas por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Manuel Bartlett Díaz al exponer el fenómeno, enmarcado en el desmantelamiento de los servicios eléctricos, en que los titulares de las dependencias asignaban contratos a empresas particulares, en su mayoría de capital foráneo, y al salir eran empleados por ellas mismas en funciones de asesoría o gerencia.
El trasfondo de los hechos es trascendental, no es sólo un cambio laboral a los sectores privados. Se trata de la aplicación de una política de liberalización que ha desintegrado áreas estratégicas de la economía y, a su vez, la colusión abierta de tales personajes en beneficio de entidades con intereses extranjeros y en detrimento de los propios organismos a los que habían servido. Ellos son los responsables.
La forma de los ataques, particularmente los lanzados contra el director de la CFE, Bartlett Díaz, son significativos: es la reacción frente a la defensa continuada del principio de propiedad nacional sobre los recursos básicos y, contra el Presidente ante la nueva política de rescate del sector energético, indispensable para fortalecer la economía nacional. No en vano AMLO afirmó que “el país saldrá adelante con la obra de la Revolución Mexicana y sus gobiernos”. Es la afirmación, en ambos casos, del ideario nacionalista. Es la auténtica reforma del Estado.