La Jornada

Lazos

-

traerme al mercado. Para que no corriera peligros me ataba a la pata de la única mesa. Es lo que hago con mi hija, y no porque no la quiera, sino al contrario.”

No dije nada. Lucita interpretó mi silencio como reproche: “Supongo que usted, como tantas otras personas, ven mal que tenga a mi niña así. ¿Creen que no me duele? Claro que sí, pero me aguanto porque sé que es mucho más seguro tenerla amarrada que dejarla solita en el cuarto. Imagínese que ocurra un temblor y la niña sin poder salir. ¡No quiero ni pensar lo que sucedería!”

III

Después de aquel primer encuentro, muchas veces conversé con Lucita. Hablábamos de todo, hasta de política. Nos reíamos. La mañana en que volví con Mayra al mercado recordé aquellas charlas. Cuando mi marido y yo nos mudamos a Tajín fui a despedirme de Lucita. Le prometí que la visitaría. En una servilleta de papel escribió su número de teléfono: “Avíseme cuando piense venir para que le haga un coloradito

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico