Lazos E
n su curso de fotografía a Mayra le pidieron hacer un reportaje en alguno de nuestros viejos mercados. Me pidió que la acompañara. Acepté feliz: esos lugares me fascinan. El sábado siguiente me recogió en mi casa, temprano. Necesitábamos tiempo para que ella hiciera su trabajo con calma y, después, para comer en un restaurante oaxaqueño que había descubierto.
En todo el trayecto no se me ocurrió preguntarle el nombre del mercado hacia el que nos dirigíamos. Me llevé una gran sorpresa al ver que se trataba del que había conocido mucho tiempo atrás, con apenas dos años de casada y Álvaro, mi primer hijo, a punto de nacer.
II
Encontré el mercado, como tantos otros, en malas condiciones: las marcas de humedad en el techo, el amasijo de cables en las paredes,