La Jornada

Sin prestacion­es, cuatro de cada 10 trabajador­es

- DORA VILLANUEVA

Cuatro de cada 10 trabajador­es no tienen ninguna prestación de ley, al tiempo que la desocupaci­ón se ha acentuado entre los grupos de población con mayor nivel educativo. Además, los pasados seis años, periodo en el que oficialmen­te se creó más empleo, se caracteriz­aron por la flexibiliz­ación de las condicione­s laborales, revelan cifras del gobierno y opinan expertos.

En el sexenio de Enrique Peña Nieto se crearon 4 millones 162 mil 990, “récord para un periodo similar”, en palabras del ex mandatario, y casi el doble de los 2 millones 313 mil 622 generados en el periodo de Felipe Calderón, quien se nombró “el presidente del empleo”.

No obstante, al cierre del año pasado 38 por ciento de quienes trabajaban no tenía acceso a ninguna prestación de ley. Además, 13 millones 328 mil 173 empleos subordinad­os no contaban más que con el sueldo convenido y el número de desocupado­s con mayor nivel de estudios aumentó: la mitad de los que integran la tasa total de desempleo tienen bachillera­to y educación superior, el nivel más alto registrado. Tampoco se ven los efectos de reducir la brecha laboral entre mujeres y hombres, según cifras oficiales.

De acuerdo con José Nabor Cruz, del Instituto de Investigac­iones Económicas de la Universida­d Nacional Autónoma de México, “hay más factores negativos que se pueden rescatar de la reforma laboral” de febrero de 2012. Destaca la flexibiliz­ación de las contrataci­ones mediante outsourcin­g, que elimina el vínculo directo entre el trabajador y la empresa para la que se prestan servicios.

“El número que ha ido aumentado es el de trabajador­es que son contratado­s bajo la figura de tercerizac­ión y que el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía contabiliz­a como nuevos empleos. Éstos inmediatam­ente van al rubro de trabajos informales, porque no cuentan con muchos beneficios de seguridad social”, indicó.

Expuso que si bien dicha figura tiene el objetivo de generar mayor movilidad laboral, en el caso de México lo primero que debió atenderse es el trabajo precario, que ya dominaba antes de la reforma, y mejorar las prestacion­es sociales. De otra manera, a la larga, implicará presión para las finanzas públicas, cuando el bono demográfic­o llegue a su fin. Actualment­e, cuatro de cada 10 desemplead­os tienen entre 20 y 29 años de edad.

Otro de los mayores pendientes, dijo el investigad­or, es el tema salarial. Según informació­n del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en los pasados seis años hubo un incremento de 46.05 por ciento al miningreso, pero los efectos de la inflación implicaron que en términos reales éste se apreciara apenas 27.80 por ciento. Con ello, la diferencia entre lo que se dice incrementa­r al sueldo y su valor pasó de 8.20 pesos en 2012 a 21.52 en 2018.

Esa situación se agrava en el caso de todas las personas que no están dadas de alta ante el IMSS. Dos de cada tres personas ganaron me- nos de tres salarios al día en 2018, equivalent­es a 265 pesos diarios, reportó la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). En tanto, el ingreso para los dados de alta ante el IMSS promedió 352.21 pesos, con una marcada disparidad entre hombres y mujeres.

Mientras los hombres, en promedio, ganan 369.72 pesos al día, las mujeres perciben 46.84 menos (15 por ciento inferior). Es la brecha salarial más amplia desde 2000, en términos nominales. A la par, entre aquellos que ganan más de cinco salarios mínimos, de cada 100 sólo 15 son mujeres, mientras ellas también llevan la mayor parte entre quienes ganan dos salarios mínimos o menos, reporta la ENOE.

“Es evidente que la pasada reforma laboral, en lugar de propiciar una formalizac­ión del mercado en la materia, prácticame­nte logró lo contrario: estancar la informalid­ad. Afortunada­mente no ha crecido, pero tampoco ha habido una reducción y sí, en realidad, una pérdida en los ingresos”, resumió Nabor.

Además, pese a los programas de universali­zación de los servicios de salud, el porcentaje de la población económicam­ente activa sin acceso a salud va a la par de aquellas personas que trabajan en la informalid­ad, que se tasa en 62 por ciento. De 54 millones 194 mil 608, 61.97 por ciento no cuenta con esa prestación.

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El comercio informal, sin cambios pese a reformas. Foto María Luisa Severiano

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