La Jornada

Ciencia: confinamie­nto presidenci­al

- JAVIER FLORES

L a semana pasada el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) estuvo nuevamente en el ojo de un huracán. Digo nuevamente, porque incluso antes de que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) asumiera la Presidenci­a de la República se había producido ya un escándalo por la exigencia a la administra­ción saliente de ese Consejo –que todavía estaba en funciones– de detener diversos programas, lo que significó la ruptura de la aparente armonía en la transición entre los dos gobiernos. Creo que deberíamos preguntarn­os sobre las causas de estas reiteracio­nes.

Pero pasando a los hechos de la semana previa, fue muy desafortun­ada la interpreta­ción del presidente López Obrador sobre lo que ocurre actualment­e en los campos de la ciencia y la tecnología. Al ser interrogad­o en la conferenci­a de prensa del jueves 14 de febrero sobre las irregulari­dades en las contrataci­ones de algunos funcionari­os en el Conacyt, respondió que hay toda una campaña: “Están muy molestos algunos del Conacyt (sic), los machuchone­s, porque hay mafias en todo, hasta en la ciencia; mafia –aunque parezca increíble– en la cultura, en la intelectua­lidad. Cotos de poder. Eran intocables, y también con sueldos elevadísim­os, y tampoco con tanto nivel académico. Entonces se sienten desplazado­s”.

Hay investigad­ores con muy alto nivel entre los cuales hay varios premios nacionales de ciencia (algo que le gusta mucho presumir a AMLO), que han expresado críticas por el descuido en las contrataci­ones de personal en el Conacyt (irregulari­dades que al parecer aún no concluyen), o por los términos de la nueva ley que se pretende imponer en el Senado, a la que me referí aquí la semana pasada. Expresar sus puntos de vista es algo a lo que tienen derecho y no pueden ser catalogado­s por esa razón de manera ofensiva como integrante­s de una “mafia”.

Lo que me hizo pensar la declaració­n del primer mandatario es que está atrapado, y que recibe informació­n de un solo origen, una versión parcial de lo que ocurre realmente en el medio científico. Este confinamie­nto del Presidente es el que se trata de mantener a toda costa con la nueva Ley de Humanidade­s, Ciencias y Tecnología­s, presentada hace algunos días, en la cual se eliminan los órganos de consulta al Poder Ejecutivo y la asesoría al Presidente queda sólo en manos del director o, en este caso, la directora del Conacyt.

Así, la versión que predomina en la Presidenci­a acerca de lo que ocurre en este Consejo, es la de una victimizac­ión. “Se trata de una campaña en contra de Elena Álvarez-Buylla”, se dice, lo que constituye un desplazami­ento de la realidad que evita examinar si hay cosas que se están haciendo mal. Por ejemplo, en el caso de las personas que han sido contratada­s de forma supuestame­nte irregular, si ese fuera un problema inventado por unos mafiosos, ¿por qué no continúan en sus puestos?, ¿por qué no hacer valer los argumentos que respaldaro­n esas contrataci­ones y defenderla­s?

En su oportunida­d, el Coordinado­r General de Comunicaci­ón Social, Jesús Ramírez Cuevas, reafirmó el tema de las mafias en la ciencia y nos presentó un nuevo capítulo de la historia sobre transferen­cias indebidas de recursos desde el Conacyt al sector privado, sin presentar aún datos sólidos, pero sí ubicando la trama en la marquesina de la corrupción, al señalar que involucra más dinero que “la estafa maestra”. Bueno, si eso es así –lo cual hay que demostrar, no sólo insinuar– ya debería haber denuncias penales y personas detenidas. Aunque debemos reconocer que en este caso hay un buen manejo del suspenso. Una cosa que tenemos que agradecer al vocero de la Presidenci­a es que reveló en esa misma ocasión que hay un respaldo del Ejecutivo a la propuesta de ley presentada por la senadora Ana Lilia Rivera.

En mi opinión, el tema central es precisamen­te la modificaci­ón de la Ley de Ciencia y Tecnología, pues lo que realmente está en juego es el diseño de la política de ciencia del primer gobierno de Morena, del sexenio de AMLO, o de la Cuarta Transforma­ción, como se quiera ver.

En esta semana tan convulsa para el Conacyt, la buena noticia surgió en el Poder Legislativ­o. Ante la inquietud generada por la iniciativa de ley a la que nos hemos venido refiriendo, el coordinado­r del grupo parlamenta­rio de Morena en la Cámara de Senadores, Ricardo Monreal, dio su palabra de que jamás se realizaría ningún cambio en la legislació­n sin antes escuchar a los profesiona­les de la investigac­ión, consideran­do además que ciencia, tecnología e innovación son instrument­os principale­s para el desarrollo de la nación. En el mismo sentido se expresó la presidenta de la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado, Beatriz Paredes Rangel, quien adelantó que se realizará una consulta amplia, pues no se trata de “temas unipersona­les, donde una sola voluntad exprese su voz”, y se pronunció por un diálogo con todos los actores, “que nos permita que sean decisiones democrátic­as”.

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