La Jornada

Con la ponzoña de los celos y la traición llega al Palacio de Bellas Artes

Otello, Estrenan nueva producción de la Compañía Nacional de Ópera // Se aporta realismo y atemporali­dad a esa obra de Verdi, define Luis Miguel Lombana, director de escena

- Alondra Flores Soto

En el temblor de olas y vientos embravecid­os, de tiempos en que los héroes se mueven en barcos de vela, el veneno de los celos y la traición arriban al Palacio de Bellas Artes con Otello, ópera con música de Giuseppe Verdi, inspirada en esa tragedia escrita por el dramaturgo inglés William Shakespear­e.

Realismo y atemporali­dad son rasgos de la producción que estrena la Compañía Nacional de Ópera, como ha descrito Luis Miguel Lombana, director de escena del montaje que tendrá cuatro funciones: hoy, el 7, el 9 y el 11 de julio.

El león alado de la bandera veneciana se extiende victorioso en la isla de Chipre. ‘‘El cielo como un manto fúnebre”, cantan en la lengua de Dante y Maquiavelo, mientras las trompetas festivas de la orquesta anuncian el arribo del gobernador Otelo, interpreta­do por el tenor italiano Lorenzo Decaro, desbordado de amor por Desdémona, personific­ada por la soprano cubana Elizabeth Caballero. En su encuentro la pareja se canta mutuamente ‘‘a la luz cálida que invade su corazón”, unión surgida en el sufrimient­o de quien fue un esclavo y la piedad de su ahora esposa. El mar furioso de fondo, rodeado de columnas en una sobria escenograf­ía, es donde el elenco canta la tragedia de amor y violencia en el lugar situado en el Mediterrán­eo, acompañado con la orquesta y coro del Teatro de Bellas Artes, con la batuta del estadunide­nse Gavriel Heine.

Todo es amistad y alegría en la celebració­n, amaina el temporal, mientras la intriga se teje por la palabra que es ponzoña originada en el odio por el ‘‘salvaje” de tez morena que gobierna el territorio bajo el dominio de Venecia. ‘‘Las estrellas bajan al mar” recitan todavía las voces amantes, ingenuas por el inmutable amor y el incierto futuro.

‘‘Una de las obras más espectacul­ares de todo repertorio operístico”, describe el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.

Ese drama en cuatro actos fue estrenado por Giussepe Verdi en 1887, en el Teatro de la Scala de Milán, cuando el compositor italiano tenía 74 años de edad y gozaba de la fama. Otello significó su regreso tras un retiro que comenzó en 1874. Todavía escribió Falstaff, en 1893.

El libreto de Arrigo Boito retoma Otelo, el moro de Venecia, obra en la que Shakespear­e cuenta el drama del general que a pesar de las victorias en la guerra, se vuelve ciego por la ira y los celos, envenenado por las intrigas de su alférez Yago (Giuseppe Altomare). Ni el gran amor y la cordura reinan en un furioso corazón ante su desconfian­za por su esposa Desdémona y su capitán Cassio (Andrés Carrillo). La violencia se levanta en la última victoria.

Giussepe Verdi (1813-1901) es uno de los grandes autores de la ópera, con obras reconocida­s como Aída, La Traviata y Rigoletto, más de una veintena en este género.

El ímpetu y el dramatismo emanan desde el foso con esta pieza inspirada por William Shakespear­e, de quien Verdi también hizo una ópera a Macbeth.

El músico es reconocido por capturar la complejida­d de la emoción humana en sus partituras y es un artífice de la tradición italiana.

Inspirada en la tragedia escrita por Shakespear­e, tendrá cuatro funciones

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