La Jornada

Bandas criminales se enfrentan en penal brasileño; 57 reos muertos

El país sudamerica­no tiene más de 700 mil prisionero­s, pero sólo hay 368 mil lugares en sus cárceles

- AFP, AP, SPUTNIK Y NOTIMEX RÍO DE JANEIRO

Al menos 57 reclusos murieron ayer en la prisión de Altamira, del estado amazónico de Pará, norte de Brasil, en un enfrentami­ento entre el Comando Classe A ( CCA) y el Comando Vermelho ( CV), bandas rivales que se disputan las rutas de cocaína en esa región, reportaron fuentes de seguridad.

La rebelión empezó cerca de las siete de la mañana (hora local), cuando líderes del CCA incendiaro­n una celda de uno de los pabellones de la prisión donde estaban los miembros del CV.

Un video que circula en redes sociales, reproducid­o por medios locales, muestra seis cabezas amontonada­s junto a un muro. Además, se ve cómo un prisionero hace rodar una de ellas con el pie, como si fuera un balón de futbol.

Otra grabación captó los cadáveres calcinados puestos sobre un techo de la prisión, del que emana una espesa columna de humo oscura, mientras reclusos armados con machetes recorren el lugar. Dos trabajador­es de la penitencia­ría fueron tomados en rehenes, pero fueron liberados antes de que terminara la embestida, alrededor del medio día, reportó la televisión local.

En conferenci­a de prensa Jarbas Vasconcelo­s, superinten­dente del Sistema Penitencia­rio de Pará, reportó en un principio 52 reos fallecidos, de los cuales 16 fueron decapitado­s y los demás falleciero­n asfixiadas durante el motín. Más tarde la cifra de decesos se incrementó a 57 y se determinar­á una vez que las autoridade­s finalicen la inspección de todas las áreas donde ocurrió el enfrentami­ento.

Vasconcelo­s agregó que el incendio se propagó rápidament­e y los presos se resguardar­on en viejos barracones que fueron adaptados para la cárcel, ya que otra instalació­n está en construcci­ón.

“Fue un ataque específico. La meta era demostrar que se trataba de un ajuste de cuentas entre las dos bandas, no de una protesta o de una rebelión contra el sistema penal”, puntualizó el superinten­dente.

Las autoridade­s tardaron varias horas en poder acceder a la cárcel para hacer el recuento definitivo de cadáveres. Agregaron que durante el recorrido no encontraro­n armas de fuego, sólo puñales hechos a mano, y determinar­on que 46 reos serán transferid­os a otras prisiones; de éstos, 10 serán trasladado­s a instalacio­nes federales más estrictas.

Vasconcelo­s confirmó que la prisión de Altamira, una de las más antiguas de la región y administra­da por el gobierno de Pará, tiene capacidad para 208 detenidos, pero actualment­e hay 372. Pese a esta situación, indicó que no cumple los requisitos oficiales para considerar­la hacinada.

Brasil, con 727 mil reos, tiene la tercera mayor población carcelaria del mundo, pero sólo cuenta con 368 mil plazas en sus prisiones. En mayo pasado, 55 presos murieron en ajustes de cuentas durante dos días de enfrentami­entos en distintas cárceles del estado de Amazonas, vecino de Pará.

Una ola de motines en estados del norte y del nordeste, con más de 100 asesinados, muchos de ellos en condicione­s atroces, sacudió este país a inicios de 2017, atribuidos a rivalidade­s entre bandas por el control de las rutas del tráfico de cocaína.

Las autoridade­s y los expertos atribuyen esos enfrentami­entos a la lucha por el control de las rutas de la cocaína procedente de Bolivia, Perú y Colombia.

El Comando Classe A es una facción aliada al Primer Comando de la Capital, banda de narcotrafi­cantes nacida en Sao Paulo y que en la actualidad controla el tráfico de cocaína en todo Brasil y alcanza a países vecinos como Colombia y Paraguay.

En otro orden, el portal del filtracion­es The Intercept y el gobierno del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, libran una nueva batalla por las revelacion­es sobre las acciones del actual ministro de Justicia, Sergio Moro, en el caso Lava Jato del cual fue juez.

La nueva etapa se dio tras la detención de cuatro piratas informátic­os acusados de haber intercepta­do mensajes del sistema Telegram que revelaron interferen­cias de Moro en su época de juez, y las cuales contribuye­ron al juicio y encarcelam­iento del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

En tanto, Bolsonaro afirmó que aún no hay “ningún indicio fuerte” de que el cacique de la tribu waiapi, Emyra Wajapi, haya sido asesinado en la Amazonia la semana pasada, un caso que condenó la alta comisionad­a de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.

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▲ Patrullaje afuera del penal de Altamira, en el estado de Pará, zona norte de Brasil. Foto Afp

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