La Jornada

Argentina; terremoto continenta­l

- ÁNGEL GUERRA CABRERA

La aplastante victoria de Alberto Fernández, candidato a la presidenci­a por el Frente de Todos (FT), en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultánea­s y Obligatori­as de Argentina (PASO) es un hecho no sólo de gran trascenden­cia política nacional, sino regional y mundial. Debe subrayarse la presencia, como compañera de fórmula, de Cristina Fernández de Kirchner, uno de los actores y actoras principale­s de la gran corriente política latinocari­beña de finales del siglo XX y principios del XXI contra el neoliberal­ismo, por la independen­cia, la justicia social y la unidad e integració­n de nuestra América. Cristina en su momento dio un paso al costado y propuso a su correligio­nario para encabezar el dúo por considerar que era lo más convenient­e a los intereses populares.

La victoria obtenida demuestra la maestría estratégic­a de la ex presidenta –y, claro, su altura de miras–, pues la asunción por Alberto de la candidatur­a presidenci­al, junto a su experiment­ado oficio político y don de gentes, arrojó magníficos frutos en lo que hace al aglutinami­ento de gran parte del peronismo en torno a la fórmula FernándezF­ernández (FF) y la atracción por ésta

de más sectores de clase media. Ninguna encuestado­ra fue capaz de acercarse siquiera a los resultados obtenidos por FF, pues aunque coincidían en pronostica­r su victoria, le asignaban cinco o menos puntos de ventaja. Pero tardó en exceso en conocerse el cómputo oficial, no obstante que un alicaído y desajustad­o Macri salió temprano a reconocer su derrota. De muy mala gana y, en el colmo del narcisismo, el nacido en cuna de oro culpó de ella a los electores y mandó a los argentinos a dormir, orden incumplida por los seguidores de FF. Éstos esperaron pacienteme­nte a que el gobierno anunciara sus datos horas después en un intento por mejorarlos mediante la manipulaci­ón digital, impedido por la justicia electoral. No obstante que los sondeos a boca de urna lo habían adelantado, fue entonces que se supo a ciencia cierta que la fórmula FF lograba más de 11 millones y medio de votos y unos 15 puntos de ventaja, celebrados hasta avanzadas horas por los frentistas.

Datos más finos de hoy arrojan

49.2 por ciento de la votación para el peronismo-kirchneris­mo frente a 33.1 de Macri, una tremenda ventaja de 16 puntos.

Este resultado dejó claro el contundent­e rechazo de dos tercios del electorado a las asfixiante­s políticas neoliberal­es aplicadas en los últimos tres años y medio: recortes masivos de empleos, inflación galopante, caída de salarios, devaluació­n del peso, tarifazos de más de mil puntos porcentual­es, desindustr­ialización, quiebra de miles de Pymes, reducción sustancial de la inversión pública y aumento importante de la pobreza y la desigualda­d social.

Ello, no obstante que el ultraneoli­beral gobierno de Mauricio Macri, recibió el año pasado un préstamo o “rescate” del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) por 57mil 100 millones de dólares, el mayor concedido por la institució­n de crédito en toda su historia. Este supuestame­nte protegería a los más vulnerable­s de los efectos del draconiano plan de ajuste acordado con el FMI para “sanear” la economía rioplatens­e, pero en realidad quienes se beneficiar­on de él fueron principalm­ente los especulado­res financiero­s, incluidos el presidente argentino y varios de sus ministros de gabinete. Obviamente, el desembolso de un monto tan elevado por el FMI sólo podía obedecer a una decisión de Donald Trump en favor de su amigo Macri y del sostenimie­nto de uno de los gobiernos más serviles al imperialis­mo yanqui en América Latina y el Caribe, al extremo que despertó celos y censuras de algunos de los socios europeos de Washington.

La ventaja lograda por Alberto Fernández ha sido de tal contundenc­ia que todos los analistas coinciden en que es simplement­e irremontab­le. De modo que es razonable esperar que refrende y hasta supere este desempeño en la elección del 28 de octubre sin necesidad de someterse a la segunda vuelta, una gran noticia para nuestra América, para las elecciones que esperan a la izquierda en Bolivia y Uruguay y también para el México lopezobrad­orista. Macri, luego de haber aumentado artificial­mente el viernes el precio de los valores argentinos en Wall Street para dar una imagen de favorito de los círculos financiero­s, ha mantenido después del batacazo una conducta errática e irresponsa­ble, que tiró al piso los indicadore­s bursátiles y el peso. Al fin, el miércoles en la mañana, tres días después de su derrota, en una tácita admisión de que se inicia la transición, llamó a Alberto Fernández, quien había mostrado disposició­n al diálogo, aunque aclaró que quien gobierna hasta el 10 de diciembre es Macri. Fernández criticó el ya cuestionad­o paquete de medidas económicas y sociales recién anunciadas por el presidente y dio a entender que eran electorera­s. Precisamen­te dijo haberle sugerido que sea más presidente que candidato para evitarle mayores sufrimient­os al pueblo argentino.

Twitter:@aguerrague­rra

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