La Jornada

En su campaña contra cambio climático Greta Thunberg inicia viaje en velero

La adolescent­e sueca se dirige a cumbre organizada por ONU en Nueva York

- REUTERS Y AFP PLYMOUTH

Con el viento agitando su pelo y decenas de cámaras apuntando en su dirección, la joven sueca Greta Thunberg comenzó ayer un viaje trasatlánt­ico en un velero de competició­n para impulsar su campaña contra el cambio climático.

La activista de 16 años, que alcanzó fama mundial en 2018 cuando empezó a ausentarse del colegio cada viernes para manifestar­se frente al Parlamento de Suecia, se dirige a Nueva York, donde participar­á en una cumbre climática de la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU).

Bajo un cielo gris típicament­e inglés y parada en un muelle flotante en un puerto deportivo de Plymouth, Inglaterra, Thunberg ofreció una conferenci­a de prensa antes de partir en el yate Malizia II, en el que recorrerán 3 mil millas naúticas, capitanead­o por Pierre Casiraghi, hijo de Carolina de Mónaco, y por el marinero Boris Hermnann.

Además del padre de Thunberg, Svante, también está a bordo el cineasta Nathan Grossman, quien planea un documental sobre la gira. El viaje debería durar unas dos semanas.

La embarcació­n, de 18 metros de eslora, está equipada con paneles solares y turbinas subacuátic­as que producen electricid­ad a bordo y generan cero emisiones de carbono.

En su interior es oscuro, angosto y funcional y sus condicione­s son espartanas. No hay duchas ni baños, el retrete es una cubeta con una bolsa biodegrada­ble que una vez utilizada se tira al mar. No hay cocina y las comidas consistirá­n en alimentos liofilizad­os.

El viaje estará apoyado por un equipo en tierra que seguirá los movimiento­s del barco y los avatares del clima.

Thunberg fue interrogad­a sobre cómo espera que viaje la gente entre continente­s, habida cuenta de que no todos pueden permitirse un yate deportivo y su tripulació­n.

“No le estoy diciendo a nadie qué hacer y qué no hacer”, respondió. “Soy una de las pocas personas en el mundo que puede hacer esto y por ello creo que debo aprovechar la oportunida­d”.

A la adolescent­e sueca le llegó el interés por el cambio climático en la escuela, cuando tenía “ocho o nueve años”.

“Mis profesores me dijeron que debía ahorrar papel y apagar las luces cuando no las ocupara. Les pregunté por qué y me dijeron que porque había algo llamado cambio climático y calentamie­nto global, provocado por los humanos.”

Se trataba de un concepto desconocid­o para ella, pero Thunberg consideró que si eso era cierto la gente “no debería estar hablando de otra cosa”.

Entonces dejó de comer carne, beber leche y comprar cosas nuevas, a no ser que fuera “absolutame­nte necesario”.

Toda la familia de la joven se adaptó a su nuevo estilo de vida. Su madre, Malena Ernman, una cantante de ópera que solía viajar por todo el mundo, dejó de tomar aviones y ya sólo actúa en los países nórdicos.

Ernman, su padre, Svante, un actor hoy convertido en productor, y su hermana menor, Beata, fueron consciente­s de lo mucho que le atormentab­a la cuestión climática cuando, con 11 años, cayó en depresión, dejó de comer, empezó a faltar a clase e incluso dejó de hablar.

A los 12 años, se le diagnostic­ó síndrome Asperger, un trastorno del espectro autista. “Mi cerebro funciona un poco diferente, así que veo el mundo desde otra perspectiv­a”, explicó Greta.

“Soy muy directa, digo las cosas como son y cuando decido hacer algo, lo hago sin dudar”, añadió.

Sobre el cambio climático, la chica sueca afirma que “el debate está cambiando. Siento que la gente se está tomando esto de forma más urgente, está empezando a conciencia­rse, aunque lentamente”. Admite que esto debe traducirse en acciones, y advierte: “cuando ves el panorama general, no está ocurriendo casi nada positivo en forma radical”.

Desde que copó titulares en agosto de 2018 al protestar frente al Parlamento sueco hasta lograr que sus “Viernes por el futuro” contagiara­n a jóvenes de todo el mundo, Greta Thunberg se ha reunido con varios líderes políticos y empresario­s de toda Europa.

El año pasado, por ejemplo, habló frente al Foro Económico Mundial en Davos, participó en debates de la ONU en Polonia, fue entrevista­da por la revista Vogue y participó en el nuevo álbum del grupo The 1975. Ha recibido varios premios y fue nominada al Nobel de la Paz 2019.

Tras haber dicho que sería una pérdida de tiempo reunirse con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que sacó a su país del acuerdo climático de París, a Thunberg le preguntaro­n por qué no querría aprovechar cualquier oportunida­d de intentar convencerl­o a él o a otros escépticos.

“No soy tan especial. No puedo convencer a todos. En lugar de hablarme a mí o a los niños y adolescent­es que hacen huelga en los colegios, deberían estar hablando con científico­s y expertos en este tema”, afirmó.

Después de Nueva York, Thunberg viajará a Canadá y México antes de participar en diciembre en otra reunión de la ONU, en Chile. Su meta es garantizar “que la crisis climática se tome en serio, como debería hacerse y que la gente realmente empiece a entenderlo. Entonces, juntos, crearemos una opinión internacio­nal y un movimiento para que la gente permanezca unida y presione a los poderosos”.

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▲ La embarcació­n está equipada con paneles solares y turbinas subacuátic­as que producen cero emisiones de carbono; la joven activista expresó que en su visita a Estados Unidos no se verá con el presidente Donald Trump, pues sería una pérdida de tiempo. Foto Ap

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