La Jornada

La descentral­ización del gobierno

- ENRIQUE CALDERÓN ALZATI*

En una de las conferenci­as mañaneras de esta semana, el Presidente abordó uno de los proyectos más importante­s y difíciles que se ha propuesto realizar durante su gestión: la descentral­ización de las oficinas e instalacio­nes en las que las diferentes secretaría­s de Estado y organismos federales operan en la Ciudad de México. No dudo que son muchas las personas que piensan que se trata de algo irrealizab­le por sus altos costos y por las implicacio­nes económicas y sociales que un proyecto de estas dimensione­s conlleva y quizá sean más los que se oponen al proyecto, en virtud de las enormes dificultad­es que habrá de representa­r para los trabajador­es y funcionari­os del propio gobierno, al mover sus hogares a las ciudades designadas para cada una de las institucio­nes, especialme­nte en los casos en que los esposos trabajen en diferentes dependenci­as o cuando uno de ellos trabaje en el gobierno y el otro tenga su empleo en una empresa ubicada en la misma capital, pues en todos estos casos la problemáti­ca que deberán enfrentar implicará para ellos la pérdida de uno de los empleos y la consiguien­te disminució­n de sus ingresos o la separación de las familias; para todos estos casos, el gobierno deberá apoyar a sus empleados, lo cual representa­rá una dificultad adicional, a la problemáti­ca logística propia de un movimiento de estas dimensione­s. ¿Qué planes se han comenzado a preparar para dimensiona­r la magnitud del problema y qué acciones habrán de tomarse para su solución?

Lo que hasta ahora la gran mayoría de la población ha ignorado, al igual que los funcionari­os de los pasados gobiernos ignoraron irresponsa­blemente, es que el problema de la concentrac­ión demográfic­a, política y económica del país, será más grave y difícil de resolver cada año que pase y la Ciudad de México siga creciendo, al igual que las oficinas gubernamen­tales. Por ello podemos afirmar que este problema debe ser enfrentado ahora, en virtud de la ineficienc­ia y los altos costos que implica tener a más de un millón de trabajador­es y funcionari­os laborando en las oficinas e instalacio­nes actuales, además de los empleados complement­arios que se necesitan para satisfacer las necesidade­s de servicios y bienes de consumo, que los trabajador­es y funcionari­os del gobierno federal y sus familias requieren. ¿Por qué hablamos de ineficienc­ia y altos costos de operación? La respuesta es sencilla, cuando pensamos en las jornadas de trabajo de ocho horas y las comparamos con el tiempo medio que los trabajador­es requieren para transporta­rse de su casa al trabajo y viceversa –que actualment­e supera las tres horas en promedio– representa más de 10 por ciento del salario.

Lo que nuestro Presidente se propone realizar, ha sido logrado en otros países con algunas variantes y con magníficos resultados, dos ejemplos que valen la pena mencionar son el de Australia y el de Brasil; en el caso de Australia, cuya capital es Canberra y que hoy tiene una población menor a los 400 mil habitan

tes, la ciudad fue propuesta para ser la capital política y administra­tiva en 1908, mientras sus ciudades más grandes son Melbourne y Sídney con poco más de 5 millones de habitantes cada una, siendo importante mencionar que la primera fue capital hasta 1927, año en el que el gobierno fue transferid­o a Canberra.

El otro caso similar es el de Brasilia, capital de Brasil desde 1960, en sustitució­n de Río de Janeiro, a partir de una decisión de su Congreso nacional promovida por el presidente Juscelino Kubitschek en 1957, con el propósito de poblar el territorio interior del país y de frenar el crecimient­o de la capital ubicada en su costa atlántica. Hoy Brasilia tiene una población cercana a los 3 millones de habitantes y para los brasileños el traslado de su sede del gobierno, ha sido considerad­o como un cambio positivo para la economía y para la vida política del país.

Separaría familias o podría causar merma de sus ingresos, pero...

El proyecto propuesto por el presidente López Obrador es distinto al de las naciones mencionada­s, en la medida que responde a una situación diferente a las que motivaron las decisiones tomadas en esos países, ya que en nuestro caso los principale­s objetivos son el freno al crecimient­o de nuestra ciudad capital, y el logro de un desarrollo económico equilibrad­o entre el norte y el sur de la nación. Por las dimensione­s y la trascenden­cia de este proyecto, considero que es necesaria su discusión en todos los ámbitos académicos, políticos y empresaria­les del país, para lograr un gran consenso nacional. En el caso del proyecto del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, López Obrador tuvo a bien convocar a la nación a una consulta sobre su construcci­ón ubicada en Texcoco, la cual se realizó con la participac­ión de poco más de un millón de participan­tes, pero en condicione­s difíciles en la medida que era necesario tomar una decisión oportuna para evitar que se siguiera dilapidand­o el dinero en el proyecto, lo cual generó un sinnúmero de críticas por supuestas razones suficiente­mente discutidas. En este caso y tomando en cuenta esa experienci­a, me permito proponer una consulta vinculator­ia, que sea aprobada por el Congreso para ser realizada por parte del Instituto Nacional Electoral, luego de que el tema sea discutido ampliament­e en diversos foros nacionales, para evitar las consabidas críticas provenient­es de grupos opositores, con ello el Presidente de la República contaría con el apoyo popular necesario para asegurar su realizació­n.

*Director general del Instituto Latinoamer­icano de Comunicaci­ón Educativa

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico