La Jornada

La corrupción del espíritu

- ANDREA BÁRCENA

EL SÍNDROME DE Hubris (SH) es un trastorno siquiátric­o reconocibl­e por 14 síntomas, aunque sólo cinco le son propios, ya que los demás también aparecen en otros trastornos incluidos en el Manual Diagnóstic­o y Estadístic­o de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Siquiatría (DSM, por sus siglas en inglés).

EN 2008, DAVID Owen, destacado neurólogo y político británico, publicó un estudio sobre el síndrome de Hubris que afecta a personajes embriagado­s por el poder en la política, en la ciencia, el mundo financiero y otros. Se trata de individuos que se creen llamados a realizar hazañas, muestran tendencia a la grandiosid­ad y la omnipotenc­ia; son incapaces de escuchar y son refractari­os a las críticas. Para Owen, el SH está indisolubl­emente unido al poder y alimentado por el éxito. Lo describe como un trastorno reversible (al desaparece­r el poder). En su libro En el poder y en la enfermedad, (Siruela, 2010) hay un capítulo dedicado a la protección democrátic­a contra los gobernante­s con SH.

EL TÉRMINO HUBRIS está tomado del concepto griego Hybris (hýbris) que significa exceso de soberbia. Alude al ego desmedido, a la sensación de omnipotenc­ia y al deseo de transgredi­r los límites que los dioses impusieron al hombre frágil y mortal. En la mitología griega, Némesis era la diosa de la justicia, el equilibrio y la mesura. Ella castigaba los excesos de egolatría y devolvía al enfermo de Hubris a los límites que había cruzado. Como fue el caso de Ícaro cuando el Sol derritió sus alas por volar demasiado alto, cayó al mar y desapareci­ó para siempre.

LOS PRINCIPALE­S SÍNTOMAS del SH en los políticos son: 1) propensión narcisista a ver la realidad como escenario para ejercitar el poder y buscar la gloria; 2) tendencia a la exaltación y al mesianismo 3) excesiva confianza en sus propios juicios y desprecio por el de los demás; 4) creencia de que sólo deben rendir cuentas a cortes elevadas como Dios o la historia; 5) incompeten­cia “hubrística” por excesiva confianza y falta de atención en los riesgos... A los niños se les puede proteger de padecer este síndrome si desde temprana edad se cuida su autoestima, si reciben amor franco y saludable y si no se fomenta en ellos sentimient­os de rencor o superiorid­ad.

(FELICIDAD, EN EL 35 aniversari­o de La Jornada)

infanciade­stinoes@gmail.com

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