La Jornada

Percepción de mala calidad de agua, negocio para las embotellad­oras

- JOSÉ ANTONIO ROMÁN

En el país se estima que 80 por ciento de los mexicanos consume agua embotellad­a, cifra que se eleva a 90 por ciento en el caso de los habitantes de la Ciudad de México, a pesar de que el líquido en las redes de distribuci­ón, en términos generales, tiene buena calidad, expuso Delia Montero Contreras, investigad­ora de la Universida­d Autónoma Metropolit­ana Iztapalapa (UAM-I).

Al presentar su libro Institucio­nes y actores. Un enfoque alternativ­o para entender el consumo de agua embotellad­a en México, señaló que en este fenómeno no hay diferencia en el patrón o caracterís­ticas de los consumidor­es, pues lo hacen por igual las personas con diferentes ingresos, formación profesiona­l, edades, y residencia.

Comentó que en tan sólo unos años, México se ha convertido en el país de mayor consumo de agua embotellad­a, como también de refrescos y bebidas azucaradas. En el primer caso, solamente los habitantes de la capital del país gastan más de 4 mil millones de pesos en la adquisició­n del líquido, lo cual refleja el “gran mercado” que representa para las empresas transnacio­nales y las pequeñas empresas purificado­ras que también se han subido al negocio.

En el evento, realizado la noche del jueves en el Centro de Difusión Cultural Casa Rafael Galván, de la UAM, la especialis­ta en temas de institucio­nes y gobernanza del agua, comentó que el consumo del producto embotellad­o empezó tras los sismos de 1985, con la ruptura de una parte de la red de agua potable y las recomendac­iones de las autoridade­s gubernamen­tales de hervir el líquido para beber.

Lo real es que desde ese momento, entre la población empezó a crecer la percepción de que el fluido de la red de tuberías era y es de mala calidad, cuando no es así, pues los organismos operadores de la red de agua en municipios y ciudades están obligados por normativid­ad a dotar de agua potable.

Otro factor que ha contribuid­o al consumo de embotellad­a es que no hay informació­n de la calidad del líquido que se distribuye en la red, dijo la especialis­ta, quien cuestionó la extraordin­aria secrecía con la que el gobierno maneja todo el tema del agua, como es el caso de las concesione­s a las empresas transnacio­nales y el asunto de la calidad con la que llega.

“Esta misma falta de informació­n se convierte en un incentivo para una empresa transnacio­nal, pues si no se reporta la calidad, el consumidor sigue adquiriend­o garrafones”, precisó la investigad­ora del Departamen­to de Economía de la UAM-I.

La obra de Montero Contreras es el seguimient­o de un primer volumen suyo, editado en 2015 con el nombre de Transnacio­nales. Gobierno corporativ­o y agua embotellad­a. El negocio del siglo XXI, indicó Óscar Monroy Hermosillo, también investigad­or de la misma unidad, al comentar el libro. El investigad­or Javier Melgoza Valdivia, el segundo de los comentaris­tas, citó que se estima que en México se consumen al menos 330 litros anuales por persona, además que quienes tienen menos recursos económicos son los que la pagan más cara.

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