En el desfile, el papel protagónico...
También estuvieron representantes de quienes desarrollan la nueva era en las Islas Marías, ahora convertidas en el centro cultural-ambiental José Revueltas, los ingenieros que se encargarán de construir el nuevo aeropuerto e incluso algunos beneficiarios de los programas sociales insignia: Adultos mayores y Jóvenes construyendo el futuro.
Prolongado paso del agrupamiento Cuarta Transformación, que incluyó las representaciones extranjeras a través de corporaciones similares a la GN: el cuerpo de Carabineros de Chile, la Guardia Civil española, los caribinieri italianos y la Gendarmería polaca, así como delegaciones de Argentina y Portugal.
Esta vez el Ejército y la Marina pasaron a segundo término, desplazadas por la GN “el instrumento primordial”, según el discurso oficial, para combatir la delincuencia y alcanzar la paz.
Las innovaciones incluyeron también a los convocados a presenciar la parada desde el Palacio Nacional. Además de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, en el balcón central López Obrador sólo estuvo acompañado por la jerarquía castrense: el general Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional y el almirante José Rafael Ojeda, titular de la Secretaría de Marina.
El quinto en ese privilegiado balcón fue, quizá con el Presidente, el más entusiasta observador de la parada militar: Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana. Su semblante satisfecho quedaba muy lejano del que se le vio en su agotadora jornada del pasado viernes 13, cuando se dedicó a tratar de apaciguar a los insurrectos policías federales renuentes a incorporarse a la GN.
Pero esa reubicación de los invitados especiales no pareció caer bien a los principales desplazados del lugar central: ni el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, ni la presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Rojas, lucieron buen semblante durante la hora con 41 minutos en la que se desarrolló el desfile. Incómoda se veía a la panista, tan ajena a esto de la Cuarta Transformación, aunque momentos después, en privado, ambos tuvieron una sonriente sesión de fotos con López Obrador.
Paradojas del poder: asignado a ese mismo balcón alterno, el canciller Marcelo Ebrard tuvo ahí un lugar de privilegio. Y fue el único integrante del gabinete –con excepción de los directamente involucrados en esta celebración militar– convidado a presenciarla, lo que generó por supuesto las incipientes suspicacias sucesorias.
Las maniobras aéreas complementaron la exhibición en tierra. Surcaron el cielo los F-5 –aeronaves de combate supersónico tipo caza–, los Texan de reconocimiento y adiestramiento, los helicópteros de transporte de tropas y ambulancias aéreas. En suma, un espectáculo que incluyó 74 aeronaves.
También en su tránsito del aire hacia el Zócalo ocurrió el único incidente en la festividad, cuando el infante de la élite paracaidista de la Secretaría de Marina, Valente Mateo Hernández, movido por una traicionera corriente de aire debió hacer un forzado viraje, se accidentó sobre la calle Corregidora y resultó lesionado.
A las 12:41 el general Dagoberto Espinoza, subsecretario de la Defensa Nacional y comandante de la columna, daba por terminado el desfile: “Sin novedad”.
El ministro Arturo Zaldívar y la panista Laura Rojas no tuvieron buen semblante