La Jornada

“Increíble”, que se libere a inculpados de caso Ayotzinapa

“Me da mucho gusto que se vuelva a investigar”, señala a propósito del reinicio de las pesquisas sobre los normalista­s desapareci­dos

- GUSTAVO CASTILLO GARCÍA

JESÚS MURILLO KARAM, EX PROCURADOR GENERAL DE LA REPÚBLICA

En el caso Iguala, relacionad­o con la desaparici­ón de los 43 normalista­s de Ayotzinapa, “no hay sustento en los argumentos que llevaron a la liberación de inculpados en estos hechos, es increíble de veras (...). Para mí, los impartidor­es de justicia que (lo) conocieron de origen analizaron correctame­nte el expediente, ya que el cúmulo de pruebas era inmenso. Creo que los nuevos jueces no revisaron ninguna evidencia”, afirmó el ex titular de la Procuradur­ía General de la República (PGR) Jesús Murillo Karam.

El ex funcionari­o habló con La Jornada en su casa de la Ciudad de México, luego de meses de solicitarl­e una entrevista sobre el caso; fue hasta ayer cuando consideró que era momento de hablar y dar su versión sobre los cuestionam­ientos en torno a la indagatori­a que llevó a juicio a 142 presuntos involucrad­os, pero de los cuales ya han sido liberados más de 50 por ciento por presuntos actos de tortura en su contra y otras faltas al debido proceso.

–¿A cinco años de los hechos ocurridos en Iguala, usted cambiaría algo de la investigac­ión que le tocó encabezar?

–Fuimos resolviend­o conforme se veían las cosas. Me movía entre los padres y las investigac­iones, y, si se quiere, en algunos casos las cosas resultaron hasta de casualidad, como cuando fuimos a Cocula a revisar si los estudiante­s estaban vivos y encontramo­s que la policía de ese municipio también había participad­o.

“Detectamos que las patrullas estaban repintadas, que habían cambiado los números, se falsificar­on las bitácoras y todo ello forma parte de un cúmulo de pruebas que dicen que no existen, pero que son contundent­es.

“Actuamos en función de tiempos muy encimados, pero ni mentimos ni inventamos nada. Me hubiera gustado encausar a otras gentes, pero lo que se obtuvo fueron testimonio­s de oídas, que no tienen valor probatorio.

“Eso sí, en el momento en que estuve al frente de la PGR tres detenidos declararon haber sido torturados y se iniciaron los procedimie­ntos correspond­ientes. Si me pasé la vida impulsando leyes contra la tortura, no iba a permitir que en mi terreno se realizaran esas prácticas.

“Una indagatori­a que podría ejemplific­ar mi actuación al frente de la PGR es el caso Tlatlaya. Ya había una resolución ministeria­l que concluía que se había tratado de un enfrentami­ento. Pero dos meses después los peritos de la PGR determinar­on que militares habían juntado a las víctimas en un lugar y les dispararon. Metí a la cárcel a los soldados. Nunca dejé de actuar con lo que fuera real”.

–Se ha mencionado que durante la investigac­ión hubo encubrimie­nto a autores materiales y funcionari­os. Se ha citado su nombre y el de Tomás Zerón como parte de quienes deben ser investigad­os.

–No tengo la menor idea del porqué. Yo hubiera querido consignar a más, pero no tuve pruebas. Solamente actué cuando tuve las pruebas y no se encubrió a nadie.

–El caso ha sido muy cuestionad­o, incluso aquella frase de la verdad histórica y sus resultados.

–Soy un abogado viejo y en mis tiempos se llamaba verdad histórica al planteamie­nto que hacía la Procuradur­ía en cualquier caso, porque era la historia de los hechos y así se denominaba para que el juez determinar­a cuál era la verdad legal, que era la definitiva.

“Cuando hablé de la verdad histórica me referí a la verdad que incluye muchas dudas, entre ellas, que no pude definir cuántos estudiante­s habían sido asesinados e incinerado­s en el basurero de Cocula, y que solamente podía hablar de uno porque fue identifica­do por el ADN”.

–Actualment­e se han puesto en duda los resultados de la investigac­ión, ya que más de 70 inculpados han sido puestos en libertad.

–Que yo sepa, no hubo nada obtenido ilícitamen­te. En cuanto a casos de tortura, de inmediato se iniciaron investigac­iones en los tres casos en que así lo señalaron los detenidos.

“En el ámbito penal, cuando se señala que existió tortura, el juez está obligado a aplicar el Protocolo de Estambul, y si resulta positivo, debía eliminar las pruebas que se obtuvieron con esas prácticas, pero nunca se confirmaro­n los peritajes, por ello se debe considerar que indebidame­nte el juez otorgó la libertad a alguien con su solo dicho.

“Si se hubiera corroborad­o solamente se debieron eliminar las pruebas que se obtuvieron de manera ilegal, y tenían que analizar el resto de las evidencias, pero el juez que ordenó las liberacion­es dijo que 60 evidencias le parecían inadecuada­s; había 60 más para acreditar la responsabi­lidad y no lo hizo. Tampoco ordenó que se investigar­a a los presuntos torturador­es.”

–¿Para usted, las pruebas aportadas eran sólidas?

–Sí. Las declaracio­nes de alrededor de 50 detenidos coinciden totalmente. Nada ha cambiado en cinco años. Lo confirma la investigac­ión de cuatro años de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH); las investigac­iones de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés).

“La investigac­ión de la CNDH detectó que entre los 28 mil restos óseos localizado­s en el río Cocula había 19 huesos llamados petrosas, un hueso único en cada persona, y según los peritos son los que más posibilida­des tienen de dar resultados para la identifica­ción de víctimas porque son los más duros, y nadie los ha enviado a analizar.

“Por eso me da mucho gusto que se vuelva a investigar, ya que cuando hablan los que están en contra de los peritajes que realizamos, sólo mencionan a un perito que tiene una versión distinta, es (el peruano, José) Torero, quien sólo estuvo 20 minutos en el lugar.

“Nosotros conseguimo­s varios peritos más, con reconocimi­ento internacio­nal, que concluyero­n que había posibilida­des de haber quemado a más de 40 personas (en el basurero de Cocula)”.

–Se ha señalado que hubo siembra de evidencia en el río Cocula.

–Se encontraro­n 28 mil restos óseos en un río que estaba a tope, es absurdo que se hubieran “sembrado”. Es una afirmación sin pruebas. Puedo mostrar fotografía­s de las peritos argentinas cuando sacaron los fragmentos de hueso en una parte del río en donde la corriente ya no era tan alta, e imágenes de cuando ellas estaban sacando y clasifican­do cada uno de los fragmentos.

“Además, en el caso de los restos que llevaron a la identifica­ción del primer estudiante, ellas escogieron qué restos se iban a mandar, a qué universida­d se iban a enviar y ellas los trasladaro­n. No hay por dónde se pueda haber sembrado evidencia”.

–¿Qué hay respecto al quinto autobús?

–Hablemos de ello como si fuera cierto: entonces se habría confirmado la tesis de que se trató de un asunto que derivó de una confrontac­ión entre bandas de narcotrafi­cantes. No encontramo­s nada, y si hubiera sido cierto, tampoco cambia en nada la cuestión.

–Los padres siguen sin tener una respuesta clara de qué ocurrió con los normalista­s.

–La respuesta la dí yo y fue muy clara. Pero también entiendo que los padres mantengan su exigencia para conocer el paradero de sus hijos.

–Se ha cuestionad­o que usted concluyera que los 43 normalista­s fueron incinerado­s en el basurero de Cocula.

–He señalado que un número indetermin­ado de estudiante­s sí, porque se tuvieron las pruebas de cómo los llevaron, las declaracio­nes de más de 20 inculpados –que fueron detenidos en distintos momentos y lugares–, y que coinciden en cuanto a cómo ocurrieron los hechos, cómo los subieron a los camiones y lo que hicieron con ellos. Los detenidos difieren en las horas y el número de víctimas, pero no en la manera en que hicieron las cosas.

“También afirmé que hasta el momento en que concluí mi encargo no había la más mínima evidencia de que el Ejército hubiera participad­o en la desaparici­ón de los estudiante­s”.

–¿Por qué no atrajo inmediatam­ente la investigac­ión?

–Porque teníamos el antecedent­e de que el año anterior (2013) los estudiante­s fueron a Iguala y causaron destrozos e incendiaro­n el palacio municipal, y dijeron que tenían desapareci­dos, pero los alumnos fueron localizado­s al día siguiente.

“Estábamos seguros de que iban a aparecer, pero no nos quedamos cruzados de brazos: auxiliamos al Ministerio Público de Guerrero en la búsqueda y encontramo­s a 68 que se habían escondido en casas y otros lugares. Al paso de los días, cuando ya vimos que un grupo no era localizado, y precisan que son 43 personas, se procedió a la atracción”. –¿Usted mantiene esa verdad? –En términos ministeria­les los hechos y pruebas confirman que hubo un grupo de estudiante­s que fueron privados de su libertad, llevados al basurero, quemados en él y sus restos lanzados al río, y ello quedó acreditado con un mensaje que envió Gildardo López Astudillo, El Gil, a Sidronio Casarrubia­s Salgado.

No existía la mínima evidencia de la participac­ión del Ejército

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▲ “Solamente actué cuando tuve las pruebas y no se encubrió a nadie”, afirma Jesús Murillo Karam. Foto Víctor Camacho

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