La Jornada

Premios y conclusion­es

- LEONARDO GARCÍA TSAO

Si bien el TIFF no es un festival netamente competitiv­o, desde hace unos tres años tiene su tibia sección Platform que, salvo el jurado, nadie se molesta en cubrir en su totalidad. Este año, la justa ganadora fue la italiana Martin Eden, de Pietro Marcello, anacrónica épica personal basada en la novela de Jack London, que ya había sido premiada en Venecia. Es necesario que la sección refuerce la calidad de su selección antes de que suscite algún interés.

Como es un festival de los habitantes de Toronto, tiene sentido que sus premios más importante­s sean otorgados por el voto del público. El llamado Grolsch People’s Choice Award lo obtuvo de manera previsible la estadunide­nse JoJo Rabitt, del neozelandé­s Taika Waititi, complacien­te sátira antinazi que enloqueció también a varios colegas. Por pura casualidad, también conozco al segundo y tercer lugar, respectiva­mente: Una historia de matrimonio, de Noah Baumbach, y Parásito, del surcoreano Bong Joon-ho (ganadora de la Palma de Oro en Cannes), que son más meritorias.

En la sección Midnight Madness (Locura de Medianoche), el premio del público fue para la ya reseñada El hoyo, del español Galder Gaztelu-Urrutia, mientras que entre los documental­es la más votada fue The Cave (La cueva), del sirio Feras Fayyad.

Los premios para el cine canadiense fueron los siguientes: el City of Toronto Award a la mejor opera prima del país fue para The Twentieth Century (El siglo 20), de Matthew Rankin, y el Canada Goose Award al mejor largometra­je canadiense fue para Antigone, de Sophie Deraspe. Sale sobrando decir que no vi ninguna de las dos. Seré un invitado

ingrato, pero el cine de los anfitrione­s suele ser anodino y de escaso interés.

El premio Netpac (Network for the Promotion of Asian Pacific Cinema) fue para 1982, del libanés Oualid Mouaness, otrora productor de documental­es. Mientras los de Fipresci fueron para Murmur (Murmullo), de la canadiense Heather Young, y How to Build a Girl (Cómo construir una chica), de la británica Coky Giedroyc.

Puede concluirse que no fue un año especialme­nte memorable en la edición del TIFF. Que Guasón, de Todd Phillips, fuera la película más esperada lo dice todo. (El año pasado fue Roma, de Alfonso Cuarón, y el antepasado, La forma del agua, de Guillermo del Toro.) Como en toda selección de más de 200 títulos, no faltaron los petardos –El jilguero, de John Crowley; Judy, de Rupert Goold, y muchos otros–. Con los años, uno ha desarrolla­do cierto instinto y ha podido escoger entre lo mejorcito, que fue de una calidad meramente aceptable en promedio.

Los negocios marcharon con cierta cautela, que ya es la norma, siendo Netflix el enemigo a vencer en cuanto a compras –y también producción– de filmes de calidad. Ese es el futuro, aunque el prospecto incomode a muchos.

lgtsao@hotmail.com Twitter: @walyder

No fue un año especialme­nte memorable en la edición del TIFF

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Foto Afp

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