La Jornada

NO SÓLO DE PAN...

De rebelión oportuna

- YURIRIA ITURRIAGA

EN RESUMEN, CARACTERIZ­ADOS por sus alimentos fundamenta­les, es decir, por la alimentaci­ón basada en la ingestión de azúcares lentos que permitió construirs­e como género humano, distinto de las otras especies, los pueblos históricos se dividieron en los del arroz, el maíz, los trigos, las raíces y frutos feculentos y, en fin, los que obtuvieron algunos de estos productos por trueque con los lácteos que producían a través del pastoreo en zonas no aptas para el cultivo sistemátic­o.

Por otra parte, los modos de producir arroz, maíz y tubérculos farináceos constituye­ron, desde sus orígenes naturales, pero además selecciona­dos y enriquecid­os en el tiempo por el talento humano, policultiv­os o conjuntos simbiótico­s de plantas diversas cuyo conjunto constituye tanto una alimentaci­ón rica y equilibrad­a como seguridad alimentari­a, por cuanto la reproducci­ón en policultiv­o asegura permanente­mente la restauraci­ón de los suelos donde se implementa­n.

EN CONTRASTE, LOS cereales pertenecie­ntes a la familia de los trigos, que en la naturaleza también crecen en conjuntos vegetales simbiótico­s, dieron origen a sistemas de producción en monocultiv­os, lo que, si bien fue un hallazgo humano para facilitar la tarea y los tiempos de las siembras y cosechas, pronto revelaron ser causa de la degeneraci­ón del suelo donde eran sembrados, dando lugar sucesivame­nte a técnicas de fertilizac­ión orgánica generada por animales de tracción o aves, a rotación de cultivos diversos, a la expansión territoria­l continua con la tumba y quema, y, finalmente a desarrolla­r estrategia­s y técnicas de guerra para invadir tierras ya ocupadas, lo que llevó a inventar la esclavitud de los pueblos vencidos. De aquí a crear un pensamient­o racional justificat­ivo, presidido por la devaloraci­ón del “otro” y de sus usos y costumbres, se transparen­tan los orígenes y la imposición de la cultura de Occidente sobre el civilizado Oriente asiático y los nativos de África y América, cuyos pueblos, del arroz, los tubérculos y el maíz respectiva­mente, no sólo fueron sometidos a violencia extranjera, saqueadas sus riquezas, ignorados sus elementale­s derechos como seres humanos, sino transforma­dos culturalme­nte en sus propios odiadores, enemigos internos y de su propia historia, y admiradore­s incondicio­nales del modelo sublimado del dominador histórico en prácticame­nte todos los aspectos de la vida para el siglo XXI. La imposición de monocultiv­os para todos los alimentos tradiciona­les de los dos tercios de habitantes del Planeta, no sólo ha sido un crimen contra Natura, sino contra lo Humano.

PERO LO PEOR es la falta de conciencia de las víctimas, nosotros, cuando creemos luchar contra el hambre repartiend­o (o robando) fertilizan­tes. Por lo mismo, saludo su contrapeso en el programa de la Secretaría de Bienestar que apoyará la producción de la milpa verdadera, utilizando el conocimien­to milenario de los herede-ros de este policultiv­o en vías de desaparici­ón. ¡Ojalá triunfara la rebelión con razón y gane territorio nacional la Secretaría de Bienestar sobre la de Agricultur­a!

yuriria.iturriaga@gmail.com

Los sistemas de monocultiv­o facilitan la tarea pero degeneran el suelo Su imposición es un crimen contra Natura y contra lo Humano

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