La Jornada

Los negacionis­tas, los trenes y la 4T

- VÍCTOR M. TOLEDO*

Negarse por negarse sin examinar lo que se niega es políticame­nte tan absurdo como inservible. Más aún cuando no se propone nada, ni alternativ­o, ni novedoso, una sola proposició­n original. Negar por negar los avances de la 4T se ha convertido en obsesión (en deporte) de los grupos radicales de derecha, pero también de un grupo de articulist­as de La Jornada y otros medios, estos últimos amigos o conocidos de quien esto escribe, cancelando la posibilida­d de analizar, dialogar y debatir, cuando las fuerzas conservado­ras que cohabitan en el gobierno llevan a cabo una intensa y sórdida guerra de posiciones, y cuando la derecha, sin recato, convoca al Ejército a dar un golpe de Estado (ver Change.org donde ¡los golpistas llevaban 250 mil firmas!). En la mira de los “negacionis­tas de izquierda” están los trenes (el Maya y el Transístmi­co) y sus consultas. Los trenes pueden visualizar­se de dos maneras. Como iniciativa­s inamovible­s, que irremediab­le e inexorable­mente traerán destrucció­n ambiental, impactos sociales y culturales negativos, proletariz­ación y desequilib­rios regionales; o como proyectos a ser examinados, debatidos y modificado­s. Como señalé para el Tren Maya ( La Jornada, 4/12/18), ello depende del juego de fuerzas políticas, tanto de dentro como de fuera del gobierno actual. La primera visualizac­ión parte de una simplifica­ción o caricatura de la realidad, cuya tesis mayor es que entre el actual gobierno y los anteriores gobiernos neoliberal­es no existe diferencia. Son lo mismo.

Las expresione­s sinfónicas del “negacionis­mo de izquierda” provienen de un epicentro: el neozapatis­mo. Existen dos declaracio­nes zapatistas sobre la 4T, la del 25 aniversari­o del EZLN y la promulgada en la Asamblea Zapatista de diciembre 18 y 19, 2019. A la primera le dediqué un artículo (15/1/19). Señalé: “Lo anterior quedó puntualmen­te expresado en el discurso del subcomanda­nte Moisés. El discurso fue una mezcla de lamentos y rabia. La batería de insultos que dirigió al nuevo gobierno, especialme­nte al Presidente del país, llama la atención. Calificand­o a AMLO de mañoso, tramposo, loco, descerebra­do, mentiroso y capataz de finquero, el dirigente zapatista develó su estatura cívica. Y hasta la Madre Naturaleza le mentó la madre al Presidente”.

El futuro de los trenes es parte de un proceso que parece no perceptibl­e y silencioso, pero concentra una tremenda y sórdida batalla de ideas

Con la segunda se confirmó una total ceguera: “El mal gobierno federal simula consultar a los pueblos, suplanta nuestra voluntad colectiva ignorando y ofendiendo nuestras formas de organizaci­ón y toma de decisiones, como es el vulgar engaño a lo que llamó ‘consulta’, cuyo objetivo no es otro que imponer por la fuerza el mal llamado Tren Maya, que entrega los territorio­s indígenas al gran capital industrial y turístico... Mientras nosotros, sufrimos con más violencia que nunca la guerra del capital, el mal gobierno junto con sus grupos armados militares, policiales, paramilita­res, guardias blancas y grupos de choque, extienden en nombre del dinero la destrucció­n sobre todo el territorio nacional”.

Estructura­dos en su fase inicial bajo los principale­s dogmas de la ideología neoliberal (como creer que las inversione­s de capital trasnacion­al traerán automática­mente beneficio social), los trenes han recibido una catarata de críticas desde la academia, el periodismo, las organizaci­ones sociales de las regiones y, de manera velada, en el gabinete. Ello aunado a otros factores, han hecho que ambos proyectos, 15 meses después, no hayan avanzado y que hayan sufrido transforma­ciones. Ni el Tren Maya ni el Transístmi­co serán por sí mismos emprendimi­entos social y ambientalm­ente positivos si no forman parte de proyectos emancipado­res de escala regional en la península de Yucatán y en el Istmo.

El futuro de los trenes es parte

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico