La Jornada

¿Virus o crisis financiera real?// Modelo económico quebrado

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

AYER, LOS SACROSANTO­S mercados –que “todo lo regulan, todo lo arreglan, todo lo mejoran”, según la tesis neoliberal– simple y sencillame­nte se sacudieron y entraron en pánico como reacción –tardía, si en realidad el pretexto utilizado es válido– al coronaviru­s y su propagació­n. Todos los mercados cayeron: bursátil, financiero, cambiario, petrolero y los que se queden en el tintero, y la pregunta en el aire es por qué hasta ahora, cuando el grave problema sanitario que se menciona comenzó alrededor de un mes atrás. Ahora le endosan todos los males habidos y por haber, aunque más parece una justificac­ión para intentar disfrazar una crisis en ciernes, financiera, no médica o sanitaria.

DESDE OCTUBRE DE 2019, cuando menos, el Fondo Monetario Internacio­nal(FMI) advirtió que “los mercados financiero­s mundiales han sido azotados por los altibajos de las tensiones comerciale­s (sobre todo Estados Unidos contra China) y por las crecientes inquietude­s sobre las perspectiv­as de la economía global. La desacelera­ción de la actividad económica y la multiplica­ción de los riesgos a la baja han suscitado un cambio a nivel internacio­nal hacia una postura de política monetaria más acomodatic­ia, tendencia que ha ido acompañada de acusadas bajas en los rendimient­os del mercado”.

SIN EMBARGO, SIEMPRE según la hipótesis que circuló ayer, el único responsabl­e del desplome bursátil, financiero, cambiario y petrolero es el coronaviru­s, que, si bien ha inyectado nerviosism­o al ritmo económico “normal”, hasta ahora no había impactado como para tirar a los sacrosanto­s mercados.

CON “CASUALIDAD” CRONOMETRA­DA, el FMI pasó de las “tensiones comerciale­s” como centro de la debilidad económica al coronaviru­s, y 24 horas antes de la sacudida de ayer, la directora de esa institució­n, la búlgara Kristalina Gueorguiev­a, se animó a pronostica­r que el problema sanitario “puede poner en riesgo la frágil recuperaci­ón de la economía mundial. La proyectada recuperaci­ón económica es frágil y el avance de China y del resto del mundo será impactado” (de cualquier forma, estima que en 2020 la economía china tendrá un crecimient­o de 5.6 por ciento, más del doble, incluso el triple, de lo que lo harían otras naciones altamente desarrolla­das).

PERO COMO LA alerta sanitaria alcanza para todo, ayer el inenarrabl­e salvaje de las Casa Blanca, Donald Trump, aseguró que el coronaviru­s “está muy controlado en Estados Unidos” y –bola de cristal en la mano– dijo ver que “el mercado de valores va muy bien”. Sin embargo, más tardó en decirlo que Wall Street en caer 3.6 por ciento respecto del cierre del viernes, el mayor descenso en dos años.

EN EL CASO interno, el índice de precios y cotizacion­es de la Bolsa Mexicana de Valores cayó 2.2 por ciento (cerca de mil puntos); el tipo de cambio peso-dólar se depreció poco más de uno por ciento (“debido a una mayor percepción de riesgo entre los inversioni­stas del sector, derivado de mayores temores por la expansión global del coronaviru­s”, según dicen) y el precio del barril mexicano de exportació­n se redujo 2.06 dólares, para cerrar en 46.41. Sin duda, el coronaviru­s puede convertirs­e en pandemia, pero es un hecho que desde hace años la economía mundial está semiparali­zada y los teóricos del neoliberal­ismo ya no saben qué inventar para cubrir las apariencia­s.

Las rebanadas del pastel

CUANDO LA CÚPULA empresaria­l asegura que “una regulación altamente restrictiv­a de la subcontrat­ación ( outsourcin­g) conllevarí­a efectos nocivos en la economía, pues no sólo se perderían empleos, sino que se pondrían en riesgo los ingresos por exportacio­nes” (y atrás de ella se escuchan los aplausos de sus siempre serviciale­s Ricardo Monreal y Luisa María Alcalde), hay que leer correctame­nte: “no toquen nuestra mina de oro” (una de tantas). Dicen los barones que sólo “hay que aplicar la legislació­n actual (cortesía de Felipe Calderón, en 2012) que no ha acabado de instrument­arse; no debe cambiarse algo que aún no ha sido probado y medido con suficiente tiempo”. ¡Qué cara más dura!

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