La Jornada

En el abandono, gimnasios de boxeo por crisis sanitaria

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

Todos los gimnasios suenan a lo mismo. Una mezcla de jadeos, gritos ahogados y enérgicos, golpes de cuero contra cuero, ruidos rítmicos y monótonos. Por eso cuando Rubén Oropeza volvió a su establecim­iento, el Pancho Rosales, cerrado desde hace un par de meses por la pandemia de coronaviru­s, el silencio y abandono del lugar le resultó aplastante.

El tradiciona­l recinto de boxeo, en el centro de la Ciudad de México, tiene un aspecto desolador. Sin toda la actividad de pugilistas, entrenador­es, promotores y demás fauna del oficio, con gran parte del instrument­al para esa disciplina guardado, este lugar parece muerto, describe con melancolía Oropeza.

Desde el cierre para prevenir los contagios de Covid-19, los propietari­os viven los días con angustia, por los gastos que no pararon, pero sin ingresos de ningún tipo. Oropeza inició un negocio de venta de huevos de gallina para solventar los ingresos familiares, pero los del negocio del boxeo están en un punto crítico.

“Hemos llegado a acuerdos para pagar sólo una parte de la renta”, revela Oropeza; “hay una asociación de gimnasios que están dialogando directamen­te con las autoridade­s, pero son franquicia­s que tienen más recursos y un perfil diferente. Nuestros negocios son pequeños, pero fundamenta­les para la carrera de otras personas, boxeadores, entrenador­es, ayudantes y promotores”.

El semáforo para regresar a las actividade­s después de la Jornada de Sana Distancia establece que los gimnasios podrían volver hasta septiembre. Mientras las grandes franquicia­s de espacios recreativo­s buscan la manera de salir de esta parálisis, los centros para aprendizaj­e y entrenamie­nto de boxeo se sienten fuera de toda considerac­ión gubernamen­tal, indican los propietari­os.

El lunes 25 de mayo, Veneno Boxing Gym anunció en su página de Facebook que después de dos meses sin actividad no podían mantener el negocio; por lo que anunciaron su cierre definitivo.

“No hay más porque los gastos no paran; es insostenib­le seguir con el gym, que para muchos de los chavos y chavas es la segunda casa. Hemos quebrado definitiva­mente”, dijo el ex boxeador y propietari­o Hugo Romero Nava al portal Boxeo en esta esquina.

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