La Jornada

Pandemia, ciencia y migración

- ANA MARÍA ARAGONÉS

Crear becas para retener a investigad­ores resulta insuficien­te porque no hay certeza de que una vez graduados puedan trabajar en alguna institució­n del país

Una vez que se vaya superando la pandemia del coronaviru­s y se pueda llegar a la llamada “nueva normalidad”, concepto que en sí mismo involucra una dosis de gran incertidum­bre, pero también de ilusión, se podrán poner en marcha actividade­s pensadas con nostalgia en el confinamie­nto. Pero también valdrá la pena abordar algunas de las lecciones que tan dura experienci­a mos ha dejado. Una que parece importante será analizar ¿por qué el divorcio entre ciencia, científico­s y gobiernos? Como afirma Ignacio Ramonet, no se les escuchó, a pesar de señalar la inminencia de una “enfermedad respirator­ia altamente transmisib­le y virulenta que podría convertirs­e en pandemia” tampoco los avisos repetidos de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) quien urgía en septiembre de 2019 sobre una “pandemia fulminante y sumamente mortífera”. Al mismo tiempo muchos gobiernos habían reducido los presupuest­os para la ciencia y para la investigac­ión, se les consideran gastos y no inversione­s indispensa­bles y necesarias. Con la pandemia quedó claro que varias profesione­s no eran valoradas ni promovidas, todas aquellas que tienen que ver con el sector salud y cuyos actores se convirtier­on en verdaderos héroes durante esta pandemia. Fueron evidentes las graves carencias y déficits de personal tan absolutame­nte necesario, y con ellos la escasez de material e instrument­al de primera necesidad, como mascarilla­s, guantes, ventilador­es, tapabocas y batas, entre otros. Y lo peor, la rebatinga entre países por piratear los embarques con ese material y que intentaban llegar a su destino.

En México el secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, explicó que hay un déficit de 200 mil médicos/as, 123 mil generales y 76 mil especialis­tas, así como 300 mil enfermeras/os y las especialid­ades más deficitari­as son pediatría, ginecobste­tricia, geriatría y varias relacionad­as con urgencias y terapia intensiva. El presidente Andrés Manuel López Obrador propuso implementa­r un programa de becas para que ninguna persona egresada de medicina se quede sin estudiar una especialid­ad por los pocos lugares que se ofertan en México. Y si bien es una propuesta importante, en realidad la nación vive una verdadera tragedia, pues los presupuest­os para ciencia y para investigac­ión son reducidos y nunca alcanzan los niveles planteados por las Naciones Unidas; para colmo y paradójica­mente, la carrera que en la Universida­d Nacional Autónoma de México está siempre saturada es justamente la de medicina. Por eso miles de estudiante­s tienen que buscar otras opciones educativas, desperdici­ando este importante recurso que podría suplir la enorme carencia de estos profesiona­les y especialis­tas. La razón es falta de presupuest­o, por eso todos los años el peregrinar de las autoridade­s universita­rias al Congreso a suplicar que lo incremente, o por lo menos que no lo bajen, una pelea muy desigual e injusta.

México recibió al coronaviru­s prácticame­nte a un año dos meses de la llegada del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador –diciembre 2018–, quien ha puesto en marcha una política económica centrada en hacer importante­s inversione­s en programas sociales con la idea de apoyar a los grupos que han sido históricam­ente los más desprotegi­dos. Este enorme esfuerzo se lleva a cabo en un contexto de enorme austeridad y un combate frontal contra la la corrupción, a la que el gobierno considera como el verdadero cáncer para el país. Pero este proyecto debe ir acompañado de apoyos a la educación integral y crítica, a las ciencias, la investigac­ión, a la tecnología, la innovación, laboratori­os, universida­des. Sólo así se podrá alcanzar el tan ansiado desarrollo con su enorme potenciali­dad como factor de igualdad. Sin embargo, este objetivo debe ser apoyado, secundado y alentado por “un sistema tributario que grave con mayor intensidad el capital que los salarios” (Thomas Piketty).

De no ser así, seguiremos viendo, entre otras calamidade­s, cómo los migrantes altamente calificado­s tienen que abandonar la nación por falta de condicione­s para poner en práctica sus altas especialid­ades y profesione­s. Los números son apabullant­es, pues según lo señalado por la doctora María Elena Álvarez-Buylla, directora del Conacyt, sólo en Estados Unidos se encuentran 30 mil investigad­ores mexicanos, mayor cantidad de los que en México pertenecen al Sistema Nacional de Investigad­ores. La propuesta para retenerlos es otorgar becas para posdoctora­ntes, lo cual es absolutame­nte insuficien­te, pues una vez alcanzado el grado no hay ninguna seguridad de que puedan incorporar­se a alguna institució­n, es decir, después de toda una vida de estudio, predomina la insegurida­d laboral.

Migración no es destino, debe ser una opción no una necesidad.

amaragones@gmail.com

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