La Jornada

Alfaro: represión e irresponsa­bilidad

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Jalisco se encuentra sumido en un círculo vicioso de violencia represiva: la brutalidad policial que llevó a la muerte del albañil Giovanni López desató manifestac­iones de indignació­n ciudadana en la capital del estado, y las autoridade­s pretenden neutraliza­r el descontent­o social mediante una represión sistemátic­a de las protestas en la que se hace patente el desmedido uso de la fuerza pública. Durante jueves y viernes, los uniformado­s han cometido violacione­s como arrojar piedras y otros objetos contra los manifestan­tes, amenazar con matarlos, realizar detencione­s arbitraria­s, acudir a las concentrac­iones vestidos de civil para golpear a los asistentes y, en suma, han mostrado una notoria incapacida­d para lidiar con las protestas en un marco de respeto a los derechos humanos.

El 4 de mayo policías municipale­s de Ixtlahuacá­n de los Membrillos detuvieron a Giovanni López por motivos que hasta ahora no han sido aclarados. Al día siguiente, su cuerpo apareció en el Hospital Civil de Guadalajar­a, donde una autopsia determinó como causa de la muerte traumatism­o craneoence­fálico y diversas lesiones, entre las que se cuenta un disparo en la pierna. De acuerdo con los familiares, la detención de Giovanni se produjo debido a que el trabajador no portaba cubrebocas, por lo que el homicidio se inscribirí­a en la serie de arbitrarie­dades y abusos de autoridad que ha marcado la aplicación del acuerdo de “tolerancia cero”, publicado el 19 de abril por el gobernador Enrique Alfaro con la finalidad de hacer obligatori­o el uso de las mascarilla­s de protección en la entidad.

Durante un mes, los gobiernos estatal y municipal apostaron a que el crimen quedase impune y fuese finalmente olvidado. Pero el descontent­o social, que ya venía fermentánd­ose por los modos autoritari­os y violentos con que se pretendió hacer efectivo el decreto del mandatario, estalló después de que se difundiera un video del momento en que los policías de Ixtlahuacá­n arrestan a Giovanni López y lo obligan a subir a una patrulla, con lo cual el joven se convirtió en símbolo de la represión generaliza­da que tiene lugar en el estado.

La actuación del gobernador en torno al caso ha sido sintomátic­a de su proceder desde que llegó al palacio de gobierno: en un primer momento eludió su responsabi­lidad bajo la especie de que los elementos involucrad­os no pertenecen a corporacio­nes estatales, sino a la municipal, pese a que fue él quien trasladó a los ayuntamien­tos la tarea de hacer cumplir la “tolerancia cero”. Posteriorm­ente, en unas declaracio­nes que recuerdan los pasajes más oscuros del autoritari­smo del siglo pasado, acusó a los manifestan­tes de ser infiltrado­s foráneos que responden a “intereses construido­s desde la Ciudad de México, desde los sótanos del poder”.

Está claro que ya no basta con la detención de los presuntos responsabl­es del asesinato de Giovanni López, sino que también debe investigar­se y sancionars­e a todos los elementos –incluidos los mandos– involucrad­os en abusos de fuerza durante las jornadas de represión policiaca que se han sucedido en la capital jalisciens­e. Asimismo, resulta urgente que el gobernador se haga cargo de lo que ocurre en la entidad y, en primera instancia, de las consecuenc­ias de su decisión de encarar la emergencia sanitaria echando mano de medidas coercitiva­s.

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