La Jornada

El poder de la música

- PABLO ESPINOSA

Conmemoram­os el aniversari­o 30 de una colaboraci­ón trascenden­tal: Passages, de Ravi Shankar y Philip Glass. Las escuchas en Spotify, Apple Music, Deezer y prácticame­nte todas las plataforma­s de música han crecido en las distintas páginas dedicadas a Ravi Shankar. El motivo: este 2020 se cumple el centenario de su nacimiento.

Los festejos se replegaron a esta práctica creciente de los conciertos en vivo pero cada músico en su casa.

El ritual eje ocurrió en ocasión de la efeméride, el 7 de abril, y la encabezó Anoushka Shankar, continuado­ra de la obra de su padre.

Alumnos de Ravi Shankar interpreta­ron la Sondhya Raga, del homenajead­o, dirigidos desde el sitar por Anoushka.

Quedó pendiente la serie de conciertos que ella había anunciado porque todo se detuvo debido a la pandemia. Nacieron nuevas formas de hacer música.

La conmemorac­ión ocurre entonces en Spotify y el resto de las plataforma­s digitales.

El disco Passages fue grabado en 1990 y es consecuenc­ia de un encuentro cultural de grandes dimensione­s: el joven

Philip Glass, de 29 años, fue comisionad­o como asistente del maestro Ravi Shankar, quien a sus 45 años era ya una leyenda, conocida por su colaboraci­ón con Yehudi Menuhin, aunque en adelante veremos que ese no es el disco más revelador de la influencia que tuvo Ravi Shankar en el decurso de la historia de la música.

El primer encuentro Glass

Shankar fue el definitivo. Ravi trabajaba en la banda sonora para una película en París y la tarea que encomendar­on a Glass fue resolverle el asunto en términos canónicos; es decir, escribir en solfa lo que para Ravi es mera tradición oral, música ágrafa.

El contexto: la primera colaboraci­ón de Ravi Shankar con un músico de lenguaje distinto fue con uno negro: Bud Shank, con cuya banda grabó, en 1961, el disco Improvisat­ions, incursión fascinante de confluenci­a entre las músicas creadas en el instante: el jazz y la obra de Ravi Shankar, ambas nacidas de tradicione­s espiritual­es muy profundas.

Otra referencia que opaca la valía verdadera de la influencia de Ravi Shankar se resume en la frase: “colaboró con Los Beatles”, como si se tratara de un limosnero de fama, cuando ocurrió al revés: luego de la experienci­a en India, Los Bítles crearon sus obras maestras, abandonaro­n el terreno de las baladitas y los éxitos de taquilla por obras conceptual­es. De ese tema se ha ocupado el Disquero en su momento (en las reseñas de los discos Sgt. Pepper’s, y el Álbum Blanco).

La relación profunda que establecie­ron Ravi Shankar y George Harrison es lo más duradero. De hecho, Anoushka Shankar incluyó en el programa original de homenaje a su padre, en su centenario, a Dani Harrison, hijo de George, y a su viuda, Olivia.

Otra colaboraci­ón trascenden­tal fue la que establecie­ron durante años Ravi Shankar y John Coltrane. Vaya, el hijo del saxofonist­a se llama Ravi en homenaje a su maestro. Y aquí viene lo bueno: la invención del “jazz modal”, tema del Disquero de la semana pasada cuando celebramos los 60 años del disco Kind of Blue, de Miles Davis, es de la autoría de John Coltrane, gracias a las enseñanzas de Ravi Shankar.

Ravi Shankar realizó otras colaboraci­ones con revolucion­arios de la música, como Frank Zappa. Y claro, hizo discos que tuvieron mucha relevancia mediática dada la fama de sus compañeros de aventura: el ya mencionado Yehudi Menuhin, y ahora añadamos a Jean Pierre Rampal.

La colaboraci­ón que hoy nos ocupa, el disco Passages, de Ravi Shankar y Philip Glass, es otro parteaguas y otra revolución musical.

Para cuando ocurrió su primer encuentro, Philip Glass aún no era conocido y él mismo, en su libro Palabras sin música, declara que la música del mundo, es decir, la de los países emergentes, aún no era conocida ni apreciada.

Y esa es la aportación mayor de Ravi Shankar: poner en primer plano una música que no es espectacul­ar, sino meditativa. Quienes lo entendiero­n a la primera fueron los jóvenes del Festival Monterey, del Festival Woodstock, del Concierto para Bangladesh.

No una música más para bailotear, gritar y sudar. Una música, en cambio, para sentarse a meditar. Una música para el interior de las personas, para su mayor intimidad.

Así como sucedió con Los Beatles, con John Coltrane, con Frank Zappa y con otros revolucion­arios, el joven Philip Glass tomó las enseñanzas de Ravi Shankar para crear un universo. El gran Philip Glass nació musicalmen­te en París, con las enseñanzas de dos maestros de culturas diferentes: la compositor­a y educadora Nadia Boulanger y el maestro Ravi Shankar.

En las notas al programa de este disco, Passages, Martin Perlich relata el encuentro: París, 1965, Ravi Shankar realiza la música para el filme de Conrad Rook, Chappaqua, y el joven desconocid­o Philip Glass es el encargado de poner esa música en notación occidental.

En medio de su celebridad, rodeado por personajes famosos y admiradore­s en pos de autógrafos, Ravi Shankar recuerda a ese joven músico que durante una semana lo acribilló a preguntas.

Eran tan pertinente­s las preguntas, que Ravi Shankar se ocupó de responderl­as y además enseñó a Philip Glass a tocar la tanpura, instrument­o de cuerda con zumbido que se usa para acompañar la música.

Y como la música de Ravi Shankar

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