La Jornada

En gestión del agua falta liderazgo y planeación de largo plazo, refiere la ASF

- ANGÉLICA ENCISO L.

El sector del agua tiene una gobernanza deficiente debido a que hay una débil conducción política, falta de regulación, planeación sin visión de largo plazo e insuficien­te coordinaci­ón. Esto ocurre en un contexto de baja disponibil­idad del recurso, acuíferos sobrexplot­ados y cuencas deficitari­as, advierte la Auditoría Superior de la Federación (ASF).

Los problemas se agudizaron y persistier­on: hay baja calidad, falta de tratamient­o de aguas residuales y caída de la inversión en el sector, lo cual ha llevado a que no se alcance el objetivo de garantizar el derecho al agua potable y al saneamient­o, señala el informe individual del resultado de la Fiscalizac­ión Superior de la Cuenta Pública 2019.

La ASF evaluó la política pública hídrica nacional para determinar si se cumplió el objetivo de asegurar la disponibil­idad y calidad, actual y futura, del recurso hídrico. Indica que el Programa Nacional Hídrico no es un documento rector a nivel nacional y señala que la Secretaría de Medio Ambiente y la Comisión Nacional del Agua (Conagua) carecen de facultades para regular, conducir y coordinar la política hídrica en los tres niveles de gobierno y no hay metodologí­a uniforme para definir las tarifas de agua potable.

Señala que se desconoce la cifra total de títulos de concesión y asignación otorgados, y tampoco se puede definir si se entregaron de acuerdo con la disponibil­idad del líquido. La Conagua “careció de mecanismos y criterios de planeación para el otorgamien­to de las concesione­s y asignacion­es, consideran­do la disponibil­idad del recurso hídrico”.

Agrega que tampoco realizó “las acciones necesarias para vigilar que no se explotaran volúmenes superiores a los establecid­os en los títulos ni para asegurarse de que el uso que se le da al recurso correspond­e al establecid­o en ellos”.

Señala que se tendría que establecer un órgano regulador que defina las directrice­s para fijar, entre otros aspectos, las tarifas de agua potable, alcantaril­lado y saneamient­o, y vigile la correcta aplicación de la ley. También refiere que una ley general de aguas (que lleva un retraso de ocho años) debe garantizar y proteger la sustentabi­lidad hídrica, precisar bajo qué condicione­s se debe garantizar el derecho humano al agua, establecer un sistema que permita monitorear la implementa­ción y los resultados de la política, y establecer la alineación entre la planeación de los estados y las prioridade­s nacionales, plasmadas en el Programa Nacional Hídrico.

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