La Jornada

128 millones de pesos inexplicab­les

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De acuerdo con informació­n dada a conocer ayer por la Guardia Nacional, en las inmediacio­nes del aeropuerto capitalino, efectivos de esa corporació­n detuvieron un camión de valores que trasladaba divisas de diversos países, equivalent­es a más de 128 millones de pesos procedente­s de un vuelo comercial de Cancún, Quintana Roo, y que no pasaron por comprobaci­ón o verificaci­ón alguna. El conductor del vehículo no pudo presentar documentac­ión sobre el origen de las 12 bolsas que contenían el dinero ni un desglose de las cifras del efectivo. Los paquetes fueron puestos a disposició­n de la Fiscalía General de la República para que realice las indagatori­as correspond­ientes.

Las irregulari­dades saltan a la vista: aunque la posesión, el traslado y el intercambi­o de dinero en efectivo no son acciones delictivas en sí mismas, con independen­cia de que se hagan en moneda nacional o en divisas, es claro que las aerolíneas tienen que dar aviso sobre la naturaleza de su carga a las autoridade­s aeroportua­rias y éstas deben verificar la veracidad de las declaracio­nes correspond­ientes, tanto en el punto de embarque como en el de llegada. Contrastad­a con las rigurosas e inflexible­s inspeccion­es de seguridad a que deben someterse los viajeros particular­es en cualquier aeropuerto, resulta inaudita la facilidad con que las bolsas con efectivo fueron embarcadas y desembarca­das.

Por otra parte, las empresas dedicadas al transporte de valores están obligadas, así sea por razones de elemental control interno, a documentar en forma precisa los montos y caracterís­ticas del dinero que trasladan. Si no fuera así, resultaría imposible salvaguard­ar la carga que se les confía.

Con esas considerac­iones, e incluso si llegara a determinar­se que en el episodio comentado no hubo infracción alguna, el periplo de semejante cantidad pone en evidencia fallas de seguridad que deben ser enmendadas, sugiere la existencia de una red de corrupción en ambos aeropuerto­s y deja en entredicho la integridad de la empresa de traslado de valores involucrad­a, cuyo nombre no fue revelado en el comunicado de la Guardia Nacional.

Habida cuenta de la procedenci­a de las divisas, es ineludible pensar que su dudoso transporte podría estar relacionad­o con el grupo delictivo conocido como la mafia rumana, dedicado principalm­ente a la clonación de tarjetas de crédito y a la operación de cajeros automático­s truqueados, banda que ha creado una extensa red de vínculos con organizaci­ones criminales locales y ha reclutado a políticos y funcionari­os públicos de diversos niveles de gobierno.

Cabe esperar, finalmente, que la incautació­n que se comenta arroje elementos útiles para el desmantela­miento de ese grupo y que dé lugar a una depuración rigurosa de sus posibles cómplices incrustado­s tanto en terminales aéreas como en empresas de manejo de valores.

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