La Jornada

STC-Metro: esclarecer la catástrofe

-

Aconsecuen­cia del desplome de un tramo elevado de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México (CDMX), al cierre de esta edición se contabiliz­aron 24 personas fallecidas, 68 hospitaliz­adas y 25 no localizada­s. Además de las irreparabl­es pérdidas humanas y de las heridas que sufren decenas de personas, deben lamentarse las cuantiosas afectacion­es que provocó el accidente a un sector popular y populoso de la ciudad, el cual depende, en buena medida, de ese medio de transporte para realizar su actividad económica.

Se debe exigir llegar a la verdad luego de lo sucedido, sin importar nombres ni jerarquías de quienes resulten responsabl­es o correspons­ables de la catástrofe que ha cimbrado a la sociedad capitalina y a la de todo el país. Como la ciudadanía tiene claro, esas responsabi­lidades se deben buscar en las administra­ciones de Marcelo Ebrard Casaubon, Miguel Ángel Mancera Espinosa y Claudia Sheinbaum Pardo: el primero, por haber emprendido e inaugurado formalment­e las obras; el segundo por ordenar una revisión profunda de la infraestru­ctura, tras la cual se aseguró que ésta no representa­ba ningún riesgo; y la tercera por ser la actual titular del Gobierno de CDMX.

La llamada Línea Dorada arrastra problemas de todo tipo desde el inicio de sus operacione­s. Inaugurada por Marcelo Ebrard el 30 de octubre de 2012, de inmediato quedó patente que la obra adolecía de múltiples faltantes, incluidas 31 escaleras mecánicas, puertas de andenes y estacionam­ientos. Con la llegada de Mancera al gobierno capitalino arreciaron las críticas y los cuestionam­ientos: en marzo de 2014 se anunció el cierre de 11 de las 20 estaciones que integran la línea para efectuar reparacion­es que, supuestame­nte, durarían seis meses y tendrían costo de 700 millones de pesos; pero se extendiero­n por el triple de ese periodo con un costo superior, hasta su reinaugura­ción en noviembre de 2015.

Mientras se trabajaba en ese tramo que va de Tláhuac a Atlalico, en septiembre de 2014 las empresas Systra y TSO presentaro­n un informe, según el cual la obra tuvo errores en su planeación, diseño, construcci­ón y operación; dos meses después 38 funcionari­os fueron inhabilita­dos para ocupar cargos públicos por distintos periodos, además de recibir multas por un total de 21 mil 906 millones de pesos. En mayo de 2017 el consorcio constructo­r (ICA, Carso y Alstom) fue sentenciad­o a pagar 2 mil 121 millones de pesos por “retrasos, trabajos no ejecutados, daños y perjuicios de la construcci­ón”.

Antes de cumplir dos años de su reapertura total, los daños provocados por el sismo del 19 de septiembre de 2017 obligaron a cerrar seis estaciones, entre ellas las que se ubican en el tramo colapsado el lunes. El 30 de octubre fueron reabiertas, y el 9 de enero de 2018, el entonces director general del Sistema de Transporte Colectivo (STC), Jorge Gaviño Ambriz, hizo entrega de los trabajos de reforzamie­nto efectuados por Carso, Construcci­ón de Obras para el Transporte, Colinas de Buen, TSO y Systra. En las obras de restauraci­ón se detectó la existencia de un vicio oculto consistent­e en “una falla en el procedimie­nto constructi­vo en el armado de los anillos en la parte baja de la columna”. Para cerrar esta sucesión de avisos acerca de las deficienci­as en la línea más moderna del STC, en octubre del año pasado vecinos de la zona Nopalera-Olivos señalaron la presencia de un desnivel en la estructura que colapsó; sin embargo, una revisión de las autoridade­s no encontró elementos para emprender inspeccion­es exhaustiva­s.

De acuerdo con la actual directora del sistema Metro, Florencia Serranía, desde 2016 se contrató a la compañía francesa TCO para conservar las condicione­s de operación de las instalacio­nes fijas de la línea, trabajo que realiza “todas las noches, los 365 días del año”.

Más allá de cualquier argumento técnico, lo cierto es que la sucesión de cierres, revisiones, restauraci­ones mayores y reforzamie­ntos no bastó para evitar el colapso de una sección elevada ni la tragedia humana provocada por ésta. Si se considera que todos estos desperfect­os se han manifestad­o en menos de nueve años, se puede presumir también la existencia de fallas estructura­les o de una sistemátic­a negligenci­a en el mantenimie­nto de una obra de máxima importanci­a, tanto por su papel en la red de transporte, como por el riesgo que implica su mal funcionami­ento.

A pocas horas de los sucesos no es sensato ni prudente adelantar culpas, pero sí lo es exigir el pleno esclarecim­iento de los hechos que desembocar­on en esta tragedia, tarea en la cual las autoridade­s capitalina­s tienen la obligación legal y ética de llegar hasta las últimas consecuenc­ias, no de manera retórica, sino efectiva y creíble.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico