Nuevamente, la muerte
Nuevamente, la muerte se enseñoreó en México: un accidente en el Metro se enlaza a los múltiples desastres que terminan en la muerte. A propósito, Jacques Derrida, al proponer su estudio sobre La deconstrucción, refiere: “Se trata de poner en evidencia todas las piezas que componen un edificio quitándoles el cemento. El sentido de un trabajo que quiere hacernos analizar mejor nuestra sociedad”.
Sus múltiples textos irritaban a muchos. Recordemos por ejemplo la crítica de George Steiner cuando califica a Derrida de “saltimbamqui en el vacío”.
Irritaba tanto como irritó y sigue irritando incluso a muchos sicoanalistas el pensamiento y la obra de Sigmund Freud. Tal parece que aun cuando nos calificamos de científicos y/o intelectuales no toleramos que nos confronten con la muerte, la finitud, la indefensión y la verdad. Preferimos fórmulas edulcoradas que mantengan nuestro narcisismo y omnipotencia a flote.
Derrida se negó a ello y rechazó la metafísica logofonofalocéntrica de la cual se derivan muchos de los graves problemas que hoy vive la humanidad: corrupción, hambruna, delincuencia, deshumanización. Revisó y conoció a fondo la obra de sus brillantes predecesores, desde los griegos hasta los contemporáneos y, de ellos, el más cercano, Martin Heidegger. Pero fue más