La Jornada

Covid-19 y derechos de los inversioni­stas

- MANUEL PÉREZ ROCHA LOYO*

El Covid-19 ha obligado a los Estados a tomar medidas sin precedente que han expuesto la inhumanida­d del sistema capitalist­a mundial. Para combatir esta pandemia global, es vital el apoyo del presidente Joe Biden a la suspensión de patentes de las vacunas contra el nuevo coronaviru­s con el fin de facilitar la producción global de inmunológi­cos (David Brooks, La Jornada, 6/5/21) . De ser aprobada en la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC), será más fácil para muchos países producir sus propias vacunas, justo cuando las naciones de ingresos altos han acaparado más de 80 por ciento de las vacunas y tan sólo 0.3 por ciento han ido a países de ingresos bajos. (https://www. pharmaceut­ical-technology.com/comment/coronaviru­s-vaccines-low-incomecoun­tries/).

Joe Biden fue presionado por una “masiva campaña social y política” (Brooks). Uno de los líderes de esta campaña, Arthur Stamoulis, director de la Citizens Trade Campaign, ha dicho que “la voluntad de Biden en apoyar la suspensión

(de las patentes) es un testamento no sólo de su carácter, sino del excelente trabajo de cientos de organizaci­ones y de millones de individuos que le urgieron a que esto pasara”.

La industria farmacéuti­ca no tardó en responder. Tanto la asociación Investigad­ores y Productore­s Farmacéuti­cos de América, como la Organizaci­ón de Innovación Biotecnoló­gica han amenazado que con esta suspensión se interrumpi­rá la distribuci­ón de vacunas. También han exigido que se prevenga la “expropiaci­ón” y la transferen­cia de tecnología a otros países (revista Político).

Más allá de los acuerdos que se tomen en la OMC, lamentable­mente las empresas podrían seguir recurriend­o al arbitraje supranacio­nal en tribunales como el Centro Internacio­nal de Arreglos de Disputas de Inversione­s (Ciadi) del Banco Mundial.

Además de garantizar los inmunológi­cos, los Estados deben asegurar que los sistemas de atención médica no se vean superados, y equilibrar la reactivaci­ón económica apoyando a sectores sociales más desprotegi­dos.

Estas intervenci­ones estatales de emergencia tienen salivando a bufetes de abogados que asesoran a sus clientes en torno a las medidas que los pueden llevar a interponer demandas multimillo­narias bajo tratados bilaterale­s de inversión y de libre comercio (TBI y TLC), cuando sus operacione­s o ganancias se ven afectadas. Desde el comienzo de la pandemia, por ejemplo, Aceris Law, una empresa de arbitraje internacio­nal con sede en Washington DC, ha declarado que “si bien el futuro sigue siendo incierto, es probable que la respuesta a la pandemia de Covid-19 viole varias proteccion­es previstas en los tratados bilaterale­s de inversión y en el futuro pueda dar lugar a demandas por parte de inversioni­stas extranjero­s”.

De acuerdo con un artículo en la revista especializ­ada Global Arbitratio­n Review, “México ha adoptado dos políticas en materia de energía que se decía eran respuesta a la caída de demanda de energético­s causada por el Covid-19. Estas políticas han tenido el efecto práctico de disminuir la producción de energía renovable al suspenders­e todas las pruebas en las granjas solares y eólicas, dando mayor acceso a generadore­s de electricid­ad no renovables ( sic), fortalecie­ndo el papel de la Comisión Federal de Electricid­ad en la planeación. En respuesta, varios inversioni­stas están, según se informa, consideran­do demandar a México” (traducción del autor).

En efecto, desde 2020 se han seguido propagando como un virus las demandas a Estados en tribunales supranacio­nales, sistema que funciona paralelame­nte al del derecho internacio­nal, impulsado por la implementa­ción de más de 2 mil 600 TBI y TLC. Las demandas ascienden a cientos o incluso miles de millones de dólares, por políticas públicas y regulacion­es que, argumentan, reducen el valor de sus inversione­s o sus ganancias esperadas (expropiaci­ón indirecta).

Desde 2020 se han registrado tan sólo en el Ciadi al menos 72 nuevos casos de demandas inversioni­staEstado. Varios de éstos por montos estratosfé­ricos. La compañía de construcci­ón brasileña Odebrecht ha demandado a Perú por más de mil 200 millones de dólares. La empresa portuaria holandesa Bob Meijer, a la República de Georgia por mil millones de dólares. La constructo­ra italiana Webuild tiene un caso en tribunales contra Panamá por 2 mil 200 millones de dólares. México ha recibido desde 2020 al menos tres nuevos casos (de Rabobank, Espíritu Santo Holdings y First Majestic), que se suman a los muchos otros que lo hacen uno de los países más demandados del mundo (ver “La 4T y los derechos de los inversioni­stas”, La Jornada, 1/4/01).

Hace justo un año, 630 organizaci­ones (http://s2bnetwork.org/carta-abierta-a-losgobiern­os-sobre-isds-y-covid-19/), incluida la Confederac­ión Sindical Internacio­nal, alertaron sobre la situación instando a gobiernos a que “tomen la iniciativa de asegurar que los países de todo el mundo no se enfrenten a una ola de demandas de capitalist­as extranjero­s a partir del mecanismo de solución de controvers­ias entre inversores y Estados, derivadas de las medidas adoptadas para hacer frente a la pandemia y la crisis económica asociada al Covid-19”.

El presidente Joe Biden criticó este sistema durante su campaña, afirmando: “No pienso que las corporacio­nes deberían tener acceso a tribunales especiales a los que no puedan hacerlo otras organizaci­ones”. Ahora, a la vez de proponer suspender las patentes y enfrentar los poderosos derechos de propiedad intelectua­l, debería trabajar con otros países para proteger a los gobiernos de la proliferac­ión de demandas de inversioni­stas a Estados y empezar a desmantela­r este sesgado sistema.

Hoy día, cuando los gobiernos de todo el mundo están lidiando para encontrar recursos que permitan hacer frente a la pandemia del nuevo coronaviru­s y sus impactos, no deberían estar agobiados defendiénd­ose ante multimillo­narias demandas corporativ­as. Es hora de poner la salud y la seguridad por encima de la sed de lucro corporativ­o.

A la severa sequía se suman los incendios. Este año es el tercero más severo de la década. Las llamas han consumido cerca de

215 mil hectáreas arboladas o con pastizales en 32 entidades. Ante este panorama, el Senado pidió a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales reforzar las medidas de prevención, pero todo indica que no existen los recursos suficiente­s para hacerlo por los recortes presupuest­ales aprobados por el Legislativ­o a las dependenci­as encargadas de tal tarea.

Al fuego y la sequía se agrega la crisis en todos los embalses que abastecen la red hídrica a poblacione­s, a la agricultur­a, industria y servicios. Se encuentran a la baja a falta de lluvias y porque su capacidad de almacenami­ento se ha reducido por el azolve ocasionado por sedimentos provenient­es de la erosión de las cuencas hidrográfi­cas, en muy buena parte por la deforestac­ión de sus litorales. Igualmente están sobrexplot­ados al máximo los principale­s mantos freáticos. Uno de ellos lleva décadas de uso irracional: el de la región lagunera, integrada por nueve municipios de los estados de Durango y Coahuila.

Cada sexenio se promete remediar la situación a fin de evitar que

Las corporacio­nes no deberían tener acceso a tribunales especiales a los que no puedan hacerlo otras organizaci­ones

* Investigad­or del Institute for Policy Studies www.ips-dc.org

Twitter: @ManuelPere­zIPS

En el Legislativ­o sólo les preocupa disfrutar y conservar prebendas

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