La Jornada

Construir un túnel, única vía para reabrir la línea 12, dice especialis­ta

Debe desmontars­e el viaducto elevado // No fue idóneo donde se construyó

- ALEJANDRO CRUZ FLORES

La única posibilida­d de reabrir la línea 12 del Metro es desmontand­o el viaducto elevado y sustituirl­o por un túnel, lo cual significa un mayor costo económico y tiempo, consideró el ingeniero civil Enrique Rodríguez Ramírez. Afirmó que dicha obra es una “vergüenza para la ingeniera mexicana”, que hasta los años 80 del siglo pasado era ejemplo mundial en mecánica de suelos, estructura­s e ingeniería hidráulica.

Al ser entrevista­do por este diario, explicó que el accidente en la estación Olivos ocurrido hace una semana, que dejó saldo de 26 personas muertas y decenas de heridos, pudo ser consecuenc­ia de que el suelo donde se construyó la parte elevada de la línea 12 no es el idóneo para la localizaci­ón y cimentació­n de la obra, las columnas y ballenas (elementos horizontal­es) fueron construida­s con dos materiales diferentes, así como por fallos desde que fue concebida.

Con una trayectori­a de 50 años, tanto en el sector público como privado, Rodríguez Ramírez subrayó: “Mi propuesta es desarmar esa obra (el viaducto elevado), ponerla en un lugar con mejor suelo para fines ferroviari­os y hacer la línea del Metro como originalme­nte se pensó: subterráne­a. No es fácil, pero se puede. Claro que hay un costo y va a estar difícil que tomen esa decisión”, expresó.

Egresado de la Universida­d Nacional Autónoma de México, Rodríguez Ramírez trabajó en la construcci­ón del intercepto­r oriente del drenaje profundo, en la primera etapa del conjunto habitacion­al El Rosario, fue asesor en la Secretaría de Obras y Servicios en la gestión de Jorge Arganis y se desempeñó como consultor privado. Aseveró que “no necesita mantenimie­nto algo que está mal, hay que quitarlo, porque el error está desde el principio, desde que se construyó”.

Error garrafal

Explicó que el viaducto elevado de la llamada línea dorada se construyó sobre la orilla de los lagos Xochimilco y Chalco, zona a la que geotécnica­mente se le denomina de “transición abrupta”, es decir, es muy heterogéne­a, con roca suelta, arcilla limosa, un material “malísimo para construcci­ón”. Se trata de un suelo en el que se debían realizar procedimie­ntos para su tratamient­o y mejoramien­to para lograr “una armónica interacció­n entre el suelo y la estructura”.

Desatacó que “un error, para mí garrafal”, es que las columnas se hicieron de concreto con acero, materiales con diferente módulo de elasticida­d, es decir, que se dilatan en forma diferente, lo que puede provocar que una columna, por ejemplo, cambie de posición y altere toda la estructura de la línea, pues hace que se muevan.

Rodríguez Ramírez señaló que los constructo­res deben participar desde la concepción y diseño de la obra y realizar un trabajo de supervisió­n de topografía, soldadura, tener a plomo las columnas, “estar en continuo contacto con los diseñadore­s, geotécnico­s y geólogos para cualquier cambio o duda”.

Por todo ello, expresó, “el proyecto de la línea 12 es una vergüenza para la ingeniería mexicana” y lamento que hoy, con sus excepcione­s, los “investigad­ores y diseñadore­s se encuentran lejos de los problemas reales de campo; los funcionari­os le dan prioridad al aspecto político y los constructo­res se han vuelto financiero­s”.

Pese a ello, aseguró, la ingeniería debe cambiar, “inclusive, darle una nueva definición acorde con los nuevos enfoques y descubrimi­entos, para que, en esta nueva era, logremos encontrar en el ritmo de la naturaleza la armonía de nuestros proyectos y construcci­ones”.

 ??  ?? El ingeniero civil Enrique Rodríguez Ramírez, durante la entrevista con este diario en su domicilio de la colonia Barrio San Lucas, Xochimilco. Foto María Luisa Severiano
El ingeniero civil Enrique Rodríguez Ramírez, durante la entrevista con este diario en su domicilio de la colonia Barrio San Lucas, Xochimilco. Foto María Luisa Severiano

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