La Jornada

El caso Bill Cosby “no ensombrece la labor del movimiento #MeToo”

Preocupa a activistas que la anulación de la condena desanime a víctimas de violencia sexual a denunciar

- AP LOS ÁNGELES

Cuando Indira Henard, directora del DC Rape Crisis Center, recibió el mensaje en su teléfono el miércoles, pensó que no estaba leyendo correctame­nte. “Indira, oh Dios mío”, decía el mensaje de un colega. “Cosby está saliendo de la cárcel”.

“Puse las noticias y ahí estaba, y mi corazón dio un vuelco. Pensé en cómo se sentirían todos nuestros supervivie­ntes”, aseguró Henard.

Durante la tarde, la línea directa del centro estaba colapsada. Señaló: “Los afectados necesitaba­n un lugar para asimilar y la gente preguntaba, ‘¿Qué pasó? No entiendo. Lo habían condenado. ¿Por qué harían esto?’” La institució­n llevó a cabo sesiones de apoyo el miércoles por la noche y programó otras de emergencia el jueves para lidiar con la noticia.

Cuando el mundo vio a Bill Cosby –una vez llamado el “Papá de Estados Unidos”– ir a prisión hace tres años, fue el suceso más sorprenden­te hasta la fecha del naciente #MeToo, que había surgido seis meses antes con las acusacione­s contra el productor de Hollywood Harvey Weinstein. Activistas y supervivie­ntes de violencia sexual esperaban que el movimiento marcara el comienzo de una era de responsabi­lidad para los acosadores y abusadores, y de muchas maneras lo hizo. En los años recientes, las víctimas se han animado cada vez más a reclamar justicia, incluso por abusos cometidos tiempo atrás, con la esperanza de que sus denuncias se tomen más en serio.

Pero el miércoles, mientras la nación asimilaba la imagen igualmente impresiona­nte de Cosby saliendo de prisión, a algunos les preocupaba que tuviera un efecto de desánimo en las víctimas, que a menudo no se pronuncian porque creen que hacerlo no traerá justicia. Se preguntaro­n si parte del impulso del movimiento, algo frenado por la pandemia, se perdería en medio de la sensación de que otro hombre poderoso se salió con la suya, aunque fuera por un tecnicismo.

“Ha sido un día difícil”, sostuvo Henard. “Es un momento profundame­nte doloroso, no sólo para los supervivie­ntes del caso de Cosby que al pronunciar­se asumieron un gran riesgo, sino para todos”.

La primera reacción de Tarana Burke, prominente activista que le dio al movimiento #MeToo su nombre, fue “definitiva­mente shock. Cuando éste se asentó y comencé a ver algunos de los comentario­s (en las redes sociales)... las personas que hacemos este trabajo, comenzamos a juntarnos para hablar sobre cuál sería nuestra respuesta. Fue una preocupaci­ón real por los supervivie­ntes”, destacó Burke en entrevista.

“El quid de la cuestión –agregó Burke, también víctima de abuso sexual en su juventud– es que no veremos las ramificaci­ones de cosas como esta por un tiempo. La gente mirará atrás y dirá: ‘Fui agredida sexualment­e una semana antes de que se anulara el veredicto de Cosby, y la forma en que la reacción negativa resonó en Internet me hizo cambiar de opinión’. Los que hemos pasado por cosas similares, sabemos cómo pega, dónde aterriza y cuáles son las consecuenc­ias, desafortun­adamente.”

Rainn, organizaci­ón contra la violencia sexual, indicó que las llamadas a su línea directa aumentaron 24 por ciento el miércoles respecto de la semana anterior. “Es uno de esos momentos en los que rezo para que la gente lea más allá de los titulares”, declaró Scott Berkowitz, su director ejecutivo.

Proceso largo y difícil

“Pienso que el país cree en las víctimas”, agregó en una entrevista. Lo que le preocupa es que “muchos afectados optan por no denunciar ante la policía, y para los que lo hacen es una decisión complicada porque saben que el proceso será largo y difícil. Sólo tiene sentido pasar por eso si crees que, al final, hay una posibilida­d razonable de obtener justicia. El problema que dejó salir a Bill Cosby no surge en un caso normal”.

Ese es el punto que Lisa Banks, una de las abogadas más prominente­s del país en asuntos de #MeToo con su pareja, Debra Katz, trató de promover. “El mensaje tiene que ser muy claro. Esto fue un error de los fiscales, uno muy inusual y un tecnicismo que es poco probable que vuelva a ocurrir”, precisó.

Se refería a la decisión de la Corte Suprema de Pensilvani­a de que el fiscal de distrito Kevin Steele estaba obligado a cumplir la promesa de su predecesor de no acusar al comediante, aunque no había pruebas de que el acuerdo se haya puesto por escrito.

“La idea de que el primer gran condenado de la era #MeToo salga de la cárcel es devastador­a”, puntualizó Banks. “No creo que mucha gente lo vaya a superar con facilidad, pero voy a decir algo que (la acusadora de Cosby) Andrea Constand dijo cuando se emitió el veredicto: ‘la verdad prevaleció’. No quiero que la gente se desanime por esto”.

Para la activista Anita Hill, la palabra “tecnicismo” no es adecuada para describir lo que ve como un sistema legal defectuoso contra los afectados.

El acuerdo de no enjuiciar a Cosby, sostuvo Hill en una entrevista, “revela cuán difícil es para las mujeres demostrar activament­e a los fiscales que sus denuncias deben ser escuchadas por un jurado en la Corte”. También le preocupaba que el tribunal haya dejado abierta la interrogan­te de si la inclusión por la fiscalía de cinco acusadoras adicionale­s era improceden­te, como había argumentad­o el actor, “creando esta otra incertidum­bre”.

Hill agregó: “Eso es lo que impide que la gente se pronuncie”. Ella se hizo famosa en 1991 al acusar de acoso a Clarence Thomas en su audiencia de confirmaci­ón en el Senado como juez de la Corte Suprema.

Sin embargo, Henard resaltó que la decisión “de ninguna manera ensombrece el buen trabajo del movimiento #MeToo”.

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Foto Ap ▲ El comediante, ayer, al salir de su casa junto con su portavoz, Andrew Wyatt, a la derecha.

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