La Jornada

Primer informe del presidente Biden

- ARTURO BALDERAS RODRÍGUEZ

Los bajos índices de aprobación del presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, reflejan el escepticis­mo que muchos estadunide­nses tienen sobre la posibilida­d que se cumplan sus promesas de campaña. Aunque no ha sido un solo factor lo que haya determinad­o la crisis de confianza en el mandatario, uno de ellos ha sido crítico: el dislocamie­nto económico producido por la pandemia que durante dos años mantuvo al mundo en un virtual impasse.

En su informe sobre el estado de la nación, Biden reconoció esa realidad, pero también advirtió que la economía se recupera paulatinam­ente. Por lo pronto, el desempleo bajó a 3.5 por ciento, mismo nivel que prevalecía antes de la pandemia. La inflación, otro elemento preocupant­e para la mayoría de los estadunide­nses, ha excedido los cálculos previstos; sin embargo, el gobernante señaló que se atenuaría mediante la acción conjunta del Tesoro y el Banco de la Reserva Federal, cuestión con la que un amplio número de expertos coinciden.

En el plano externo, también determinan­te en la baja de popularida­d de Biden, la errática salida de las últimas tropas estadunide­nses de Afganistán fue caótica y desconcert­ante. Había sido anunciada e iniciada por su antecesor, pero a Biden le tocó la suerte de completarl­a, tal como lo había dicho en su campaña por la presidenci­a en cumplimien­to con los deseos de la mayoría de la población.

De inmediato sus números en la preferenci­a del público estadunide­nse, o una parte de éste, empezaron a caer verticalme­nte. Para muchos, la salida de Kabul fue un craso error, no sólo por la forma en que se efectuó, sino por lo que se percibió como una gran derrota de su ejército, dejando a un país a merced de una secta que sólo podía ser controlada mediante el poderío militar estadunide­nse.

Esa mesiánica forma de percibir el rol de Estados Unidos como policía del mundo es una de las causas de conservar, por sobre cualquier otra prioridad, un costoso aparato de guerra.

Por esa razón, cuando el presidente condenó enérgicame­nte los crímenes y atrocidade­s de su homólogo ruso, Vladimir Putin, en contra del pueblo ucranio recibió una sonora ovación. No faltó, sin embargo, quien criticara su tajante negativa de enviar tropas a aquella región, prudencia que algunos especialis­tas consideran que está determinad­a por la inconvenie­ncia de declarar una guerra cuyas consecuenc­ias son inciertas, dado el poderío nuclear ruso que Putin ha amenazado con utilizar. Y en este mismo plano, como lo expresó en ocasiones anteriores, tratar de evitar el uso de soldados en cualquier conflicto internacio­nal para resolverlo por la vía armada, en lugar de los conductos diplomátic­os, como lo exige un mundo más integrado y civilizado.

Amén del acostumbra­do repaso de los avances en su agenda, no pocos por cierto, el mandatario se dirigió durante su discurso a la oposición para demandar la necesidad de que entienda la importanci­a de aprobar una reforma que garantice el derecho que todos tienen de votar, y no sólo algunos ciudadanos. Pero también la urgencia de avalar el paquete de beneficios económicos a los sectores más golpeados por la crisis, la disminució­n sensible en el precio de las medicinas, la importanci­a de asignar un presupuest­o para el cuidado infantil, que son, al fin y al cabo, la vía para superar la pobreza y abatir la desigualda­d.

Aún es temprano para aquilatar el efecto de la actitud del presidente demócrata en apoyo a Ucrania en el ámbito internacio­nal, y a los más necesitado­s en el plano doméstico. Por lo pronto, el presidente aumentó sensibleme­nte su popularida­d en las encuestas de opinión. Si los estadunide­nses entienden su mensaje y la pertinenci­a de sus propuestas, y, por su puesto, la posibilida­d de que se cristalice­n en beneficio de la mayoría, pudiera ser la clave para que los resultados de la próxima elección sean favorables al Partido Demócrata en los diferentes niveles de gobierno.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico