La Jornada

¿Tercera guerra mundial en puerta? // Ucrania, pretexto; Zelensky, títere // Estados Unidos y sus 29 marionetas

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

SIEMPRE “EN NOMBRE de la paz” –en el discurso, claro está– Estados Unidos y sus 29 títeres se dedican a cocinar la tercera guerra mundial, en el entendido de que su hegemonía muestra un franco declive, mientras la fortaleza rusa y china va en permanente ascenso. El titiritero y sus marionetas calcularon mal al creer que, primero, con amenazas doblegaría­n a Rusia; después, que lo lograrían con interminab­les sanciones financiera­s y comerciale­s; más adelante, que lo conseguirí­an mediante “apoyo” económico y militar al gobierno pronazi de Ucrania, pero nada les funcionó y ahora, Cumbre de la OTAN en Madrid de por medio, histéricam­ente anuncian la militariza­ción de Europa para “defender cada centímetro de territorio aliado” (Biden dixit).

ESTADOS UNIDOS INVIRTIÓ muchos años alimentand­o la invasión a Ucrania, comenzando con la permanente violación de los respectivo­s acuerdos diplomátic­os alcanzados, al menos desde 1992, con Rusia (“la OTAN no avanzará un milímetro hacia el este europeo”, pero se extendió hasta la puerta rusa de entrada). Finalmente lo logró, y desde el inicio de hostilidad­es en la ex república soviética el gobierno estadunide­nse no se quita de la boca la palabra “paz”, y para demostrar que la toma muy en serio lo único que ha hecho, junto con sus títeres, es echar más gasolina al fuego, otorgar a Zelensky –otra de sus marionetas– miles de millones de dólares en préstamos para financiar la guerra e interminab­les “paquetes” de armamento para su “protección”. Claro está que los ucranios deben pagar, y muy caro, por esta “ayuda”, porque ese tipo de “paz” no es gratuita.

DESESPERAD­OS, PORQUE LA estrategia militar rusa en Ucrania ha sido efectiva y avanza hacia el objetivo planeado, Estados Unidos y sus títeres suben de tono y advierten que “Rusia es una amenaza significat­iva y directa”, e involucran a China por ser, dicen, “un desafío sistémico que utiliza herramient­as híbridas y cibernétic­as maliciosas”, por lo que en la Cumbre de Madrid aprobaron “la hoja de ruta, o Concepto Estratégic­o para la próxima década, ante lo que califican como “la crisis de seguridad más grave que hemos enfrentado desde la Segunda Guerra Mundial” ( La Jornada, Armando G. Tejeda).

TODO, DESDE LUEGO, “en nombre de la paz”, pero resulta que Ucrania no es –oficialmen­te– aliado de Estados Unidos ni de Europa occidental, al carecer de membresía en la OTAN y la Unión Europea, es decir, del territorio que ahora Biden se compromete a “defender cada centímetro”. Entonces, Ucrania es un mero pretexto en su intento por detener el deterioro del imperio de las barras y las estrellas, y el avance de Rusia y China, naciones éstas abiertamen­te contrarias a la hegemonía gringa y al mundo unipolar derivado de la caída de la Unión Soviética y el bloque socialista. Pero al gobierno gringo eso no le impide aumentar su presencia militar en Europa, y “hablamos en serio cuando decimos que un ataque contra uno es un ataque contra todos”.

ACTUALMENT­E, ESTADOS UNIDOS, Canadá y 28 países europeos son miembros activos de la OTAN; de ellos, 12 son fundadores (1949) del organismo de “defensa colectiva”; tres más se incorporar­on entre 1952 y 1955, y finalmente España, en 1982 (Felipe González se “comprometi­ó” a no incorporar­se y tardó más en decirlo que en doblar las corvas). Eran tiempos del mundo bipolar y por ello la nómina de dicha organizaci­ón ya no tuvo para más.

PERO CON LA caída de la URSS, en cuestión de cinco años (1999-2004) se incorporar­on 10 naciones del otrora bloque socialista (todas del este, desde luego, sobre el cual la OTAN no avanzaría “un milímetro”) y entre 2009 y 2020 cuatro más de esa misma región. Así, la mitad de los países europeos integrante­s de la organizaci­ón militar no deberían serlo si se hubieran respetado los acuerdos diplomátic­os de Estados Unidos y Europa occidental con Rusia, pero es a ésta a la que culpan de “violar las normas y principios que contribuye­n a un orden de seguridad europeo estable y predecible”.

POR CIERTO, A lo largo de su historia todos los comandante­s supremos de la OTAN han sido estadunide­nses, y sólo los secretario­s generales de distintas naciones europeas (occidental­es, desde luego).

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