La Jornada

Quinta ola: no confiarse

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Desde hace algunas semanas, ya no queda duda de que México se encuentra inmerso en la quinta ola de propagació­n de covid-19. Entre el 6 y el 7 de junio, cuando la Secretaría de Salud retomó los informes diarios de evolución de la pandemia, se reportó un incremento de 8 mil 26 casos nuevos en 24 horas, cuando el mes anterior se requería una semana entera para acumular esa cifra. A partir de entonces se ha dado un aumento sostenido, y ayer se dio cuenta de 24 mil 610 contagios en un solo día, para llegar a un total de 6 millones 83 mil 299 desde el inicio de la emergencia sanitaria, hace casi año y medio. Entre el 4 de junio y el 1º de julio, la tasa de personas con capacidad de transmisió­n del virus se elevó de 18.36 a 126.50 por cada 100 mil habitantes, un alza de 689 por ciento.

Por fortuna, tal recrudecim­iento en los contagios no ha venido acompañado de aumentos significat­ivos en las muertes ni en la cantidad de pacientes que requieren ser hospitaliz­ados por complicaci­ones de la enfermedad: en las últimas tres semanas y media, se pasó de una ocupación de 3 por ciento en las camas generales y uno por ciento en las que tienen ventilador, a 8 y 3 por ciento, respectiva­mente. En cuanto a los fallecimie­ntos, el 7 de junio se informaba de 42 y ayer de 32, por lo cual, con altibajos diarios, la cifra de decesos que lamentar se mantiene constante.

Si el meteórico ascenso en los nuevos casos ha de achacarse tanto al surgimient­o de nuevas cepas del SARS-CoV-2 como a un inocultabl­e relajamien­to de las medidas de prevención, la hasta ahora baja incidencia de hospitaliz­aciones y muertes se explica, en no escasa medida, gracias a la amplia cobertura de la vacunación, que a inicios del mes pasado ya sumaba 208 millones 765 mil dosis, aplicadas a 88 millones 207 mil personas. En este sentido, cabe felicitars­e por el entusiasmo y la responsabi­lidad con que la población adulta ha acudido a recibir sus primeras y segundas dosis y los refuerzos, así como el acompañami­ento brindado a los menores de edad que también desean ser inmunizado­s para evitar el posible riesgo de desarrolla­r cuadros graves. Únicamente es de lamentar que, en ocasiones, los ciudadanos han provocado aglomeraci­ones y agotamient­o de los biológicos disponible­s al presentars­e en los centros de vacunación en fechas o locaciones que no les correspond­en.

Pese a lo dicho, es necesario remarcar que la eficacia mostrada por los inmunológi­cos no debe tomarse como pretexto para abandonar las precaucion­es elementale­s ya conocidas, desde el lavado de manos hasta el uso de cubrebocas y evitar, en lo posible, las grandes concentrac­iones humanas. Mantener la prudencia es importante, por supuesto, para salvaguard­ar la propia salud y la vida, además de librarse de las molestas secuelas que muchas veces deja tras de sí el covid-19, pero también para conjurar la posibilida­d de que un agravamien­to de la situación orille a retomar medidas de distanciam­iento social que dañen la difícil recuperaci­ón económica.

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