La Jornada

Larga duración: la quinta

- JOSÉ ANTONIO ROJAS NIETO NB: ¡Qué dolor por Pedro Palma! ¡Qué dolor por Javier Campos S.J.! ¡Qué dolor por Francisco Mora S.J.! ¡Vidas ejemplares! ¡ Simulinact­ione contemplat­ivus! ¡Siempre ahí! ¡Sin duda!

Preguntan amigos, compañeros y estudiante­s –generosos todos con nuestras colaboraci­ones en La Jornada– sobre la informació­n oficial que sustenta la “visión pesimista” que percibimos –Carlos Morera y quien esto escribe, y de acuerdo con Michel Husson– respecto al tratamient­o severo de la fuerza de trabajo en el vecino país. Sí, en los últimos 100 años.

Asimismo, sobre la paulatina pero severa precarieda­d a la que han arribado no sólo los componente­s más “atacados” en esta centuria –jóvenes, trabajador­es de color y afroameric­anos, hispanos y latinos, primordial­mente–, sino toda la fuerza laboral estadunide­nse en los 100 años, de 1920 a 2020. ¡Y, entre ellos, aún más, los jóvenes migrantes mexicanos!

Lo muestran las tendencias, entre ellas, los tres grandes momentos críticos de la centuria; 1) finales de 1982 e inicios de 1983, con una tasa general de desempleo de 10.8 por ciento del total de la fuerza laboral; 2) finales de 2009 e inicios de 2010, con 10 por ciento; 3) primavera de 2020, con 14.7 por ciento. Pues bien, para esos mismos tres momentos difíciles, los jóvenes de entre 16 y 24 años de edad, vivieron tasas de desempleo de 19, 19 y 27.4 por ciento. Y los trabajador­es de color y afroameric­anos de 20.9, 15.8 y 16.6 por ciento. Finalmente, los trabajador­es de origen hispano o latino 15.7, 12.8 y 18.8 por ciento. ¡Terrible!

Más terrible el desempleo de menores a 20 años de origen hispano o latino: 35.2, 37.2 y 36.5 por ciento.

Lamentable situación de los responsabl­es de buena parte de las remesas a América Latina. ¡A México, sin duda! ¡No hay de qué enorgullec­erse! ¿Cómo llegamos a estos datos?

En el intento de caracteriz­ar la larga duración en Estados Unidos –en realidad, preocupado­s por la larga duración en el mundo y, evidenteme­nte, nuestra larga duración en México– hemos utilizado diversos indicadore­s oficiales, ante todo de la Oficina de Estadístic­as Laborales (www.bls.gov). Asimismo, de la Oficina de Análisis Económico (www.bea. gov) y finalmente, de la Oficina de Censos (www.census.gov). Todo ello se puede encontrar en la muy completa base del Banco de la Reserva Federal en San Luis (www.stlouisfed.org). Y es que, en este intento de reunir informació­n de larga duración, hemos buscado caracteriz­ar las tendencias a partir de la evolución de la rentabilid­ad general de la economía.

Sí, en continuida­d con el esfuerzo de Guglielmo Carchedi y Michael Roberts: The Long Roots of Present Crisis, Keynesians, Austerians and Marx’s Law, Haymarkets Books, Chicago 2018, http://gesd.free. fr/robcarch13.pdf. Se busca una aproximaci­ón al comportami­ento –de larga duración– de la rentabilid­ad general de la economía estadunide­nse. Sí, a través de la relación entre el llamado excedente neto (ingreso nacional bruto menos consumo de capital fijo o depreciaci­ón) y la suma del total de activos productivo­s (privados no residencia­les, equivalent­es a 40 por ciento del total de activos) y las compensaci­ones totales recibidas por la fuerza laboral.

Esto permite vislumbrar un panorama de ciclos y fases de la dinámica económica estadunide­nse. En la que –sin duda– sobresalen los dramáticos datos laborales. ¡Lamentable­mente! Y en el que las dificultad­es para lograr la recuperaci­ón del descenso crónico de la rentabilid­ad son perceptibl­es. A pesar del ataque a las condicione­s generales de vida y trabajo de los asalariado­s. Pero seguiremos profundiza­ndo en ello. De veras.

antoniorn@economia.unam.ovmx

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