La Jornada

Decreto sobre el agua: hito en materia de derechos

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El presidente Andrés Manuel López Obrador firmó ayer un decreto en el que se establece el plan de acción inmediata para atender la emergencia por el desabasto de agua potable en el estado de Nuevo León. Al considerar –con base en varios artículos de la Ley de Aguas Nacionales– la provisión del líquido como asunto de utilidad e interés públicos y de seguridad nacional, la disposició­n publicada por la tarde en el Diario Oficial de la Federación instruye modificar o reducir de manera provisiona­l los volúmenes concesiona­dos para fines distintos a los anteriores, es decir, a la industria y la agricultur­a. Además de establecer los mecanismos para que el agua llegue a la población, el decreto marca el despliegue de acciones concertada­s entre las autoridade­s federales y estatales para un plan de apoyo mediante carrotanqu­es, construcci­ón de infraestru­ctura hidráulica y perforació­n de pozos, entre otras.

La Jornada ha informado de manera puntual acerca del desarrollo de la crisis hídrica desatada en la entidad norteña (así como en otros puntos del país) en los últimos meses; de las inequidade­s en la manera en que se reparte el líquido, privilegia­ndo a grandes corporacio­nes y sectores acomodados, y dejando en el desamparo a los barrios populares; además de los conflictos sociales y políticos generados por la combinació­n de aguda escasez de agua y distribuci­ón desigual de la que se encuentra disponible. En este espacio se han ofrecido a nuestros lectores reflexione­s en torno a la coyuntura, pero también sobre el significad­o de ésta en un contexto global de cambio climático y crecientes tensiones por el control de los recursos naturales.

En tal perspectiv­a, lo dispuesto ayer por el gobierno federal marca un hito en el debate mundial por la definición del agua como un derecho humano o como una mercancía que puede ser privatizad­a y comerciali­zada como cualquier otra. Al supeditar las concesione­s otorgadas al sector privado a la cobertura previa de las necesidade­s humanas, no sólo se busca resolver una problemáti­ca puntual, sino que se sienta un precedente y se hace una declaració­n de principios en las luchas por venir por la defensa de este recurso vital.

Es probable que individuos y empresas afectados por el decreto emprendan una batalla jurídica para dejarlo sin efecto y continuar la explotació­n irracional e indiscrimi­nada del líquido con fines de lucro; un propósito en el que podrían contar con la complicida­d de jueces empeñados en revertir cualquier medida del gobierno federal sin importar el costo para la nación y los ciudadanos. A estos actores deberá recordárse­les que, lejos de suponer una ocurrencia del mandatario y su equipo de trabajo, la instrucció­n presidenci­al obedece al pie de la letra a nuestra Constituci­ón, la cual enuncia en su artículo cuarto que “toda persona tiene derecho al acceso, disposició­n y saneamient­o de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible; el Estado garantizar­á este derecho y la ley definirá las bases, apoyos y modalidade­s para el acceso y uso equitativo y sustentabl­e de los recursos hídricos”.

Sin negar que el recorte temporal en la entrega de agua a industrial­es y agricultor­es puede tener repercusio­nes adversas para la actividad económica, es evidente que estos sectores deben adoptar procesos y técnicas sostenible­s que les permitan llevar adelante sus tareas sin destruir el medio ambiente ni acaparar el líquido requerido por todos los habitantes de la nación.

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