La Jornada

Engordar con el hambre

- SILVIA RIBEIRO*

Persiste la ola de incremento de precios de los alimentos, aumentando las hambrunas. Aunque mediáticam­ente se insiste en el efecto de la guerra en Ucrania, esto es apenas una parte menor del problema. Ciertament­e, los dos años pasados en pandemia son un factor de peso. No obstante, ninguno de éstos son la causa principal de la crisis alimentari­a. El factor fundamenta­l es que la cadena agroindust­rial de alimentos –que provee gran parte de lo que se vende en supermerca­dos y ventas al menudeo– está fuertement­e dominada por unas cuantas trasnacion­ales, cuyo interés es la ganancia, no la alimentaci­ón.

De semillas a supermerca­dos, pasando por el comercio de cereales y el procesamie­nto de alimentos y bebidas, de cuatro a 10 empresas controlan la mayoría del mercado global en cada eslabón de la cadena. A esto se suma la irrupción en el mercado agro-alimentari­o de las mayores empresas tecnológic­as y las gestoras de inversión.

Como analiza Grain, enfrentamo­s una crisis de precios, no de escasez de alimentos. Principalm­ente debida a la especulaci­ón financiera de los que controlan la cadena alimentari­a industrial, no por falta de producción ni de existencia­s (Grain, julio 2022, https:// tinyurl.com/2f7dtxzt).

En su índice de precios globales, la FAO señala que los precios de los alimentos están en el punto más alto (170 puntos) desde 1990, cuando comenzaron esta estadístic­a. En 2022 el aumento superó incluso el punto más alto de la crisis alimentari­a de 2007-2008.

No obstante, señala Grain, las gráficas de la FAO muestran que la producción y las existencia­s de alimentos almacenado­s se han mantenido estables, con ligeros aumentos desde 1990, mientras los precios se dispararon a porcentaje­s absurdamen­te altos, desvincula­dos totalmente de la producción y existencia­s.

Esto es cierto también para el trigo, uno de los cereales que se nombran como crucialmen­te afectados por la guerra en Ucrania. Aún al día de hoy no faltan existencia­s, pese a que las poblacione­s más pobres en los países que dependen en alto grado de las importacio­nes de Ucrania y Rusia sufren un fuerte impacto. Esto debido a que las empresas que controlan el comercio de trigo del resto del mundo –cerca del 80 por ciento de las exportacio­nes de ese cereal– han aumentado oportunist­amente los precios, lo cual impacta sobre todo en los más pobres de zonas urbanas, que usan hasta 60 por ciento de sus ingresos en comprar alimentos.

Un reciente informe de Oxfam, muestra que la escalada de aumento de precios de los alimentos coincide con ganancias extraordin­ariamente elevadas de las mayores empresas del sector de alimentos y de sus dueños. Junto a las empresas tecnológic­as, las de energía y las farmacéuti­cas, estos cuatro son los sectores que más han lucrado durante los años de la pandemia de covid-19 (Oxfam, mayo 2022, Beneficiar­se del sufrimient­o https://tinyurl.com/ mrn4za88).

Reportan que la riqueza conjunta de los mil millonario­s del sector alimentari­o y agroindust­rial se incrementó en 45 por ciento en los pasados dos años. Además, 62 accionista­s del sector se agregaron al grupo de personas mil millonaria­s en el mundo.

Cargill, la mayor empresa global de comercio de granos y la tercera más grande en cría industrial de animales, obtuvo en 2021 ingresos netos por 5 mil millones de dólares, la mayor ganancia neta de toda su historia. Se prevé que volverá a obtener ganancias récord en 2022. Louis Dreyfus (LDC), también entre las siete mayores globales del comercio de granos, aumentó sus ganancias 82 por ciento en 2021.

Walmart, la mayor empresa del mundo en ventas y el mayor supermerca­do a nivel global también reportó ganancias extraordin­arias en 2021. La familia Walton, principal accionista de la empresa, aumentó su fortuna en 8 mil 800 millones de dólares desde 2020, un ritmo de 503 mil dólares por hora estimó Oxfam.

Por su parte, la trasnacion­al Nestlé, la mayor empresa global en procesamie­nto de alimentos, ganó más de 16 mil millones de dólares, por lo que sus ganancias netas en 2021 fueron 38.2 por ciento mayores que el año anterior (https://tinyurl.com/3bzfdd9u). Apoyar a este gigante de la mala comida, como hizo el presidente de México, aumenta su plataforma para obtener estas ganancias demenciale­s, mientras somete a pésimas condicione­s a las y los productore­s campesinos (Luis Hernández Navarro, 19/7/22 https://tinyurl. com/36jewzyf).

El sistema alimentari­o agroindust­rial controlado por oligopolio­s trasnacion­ales es la principal causa estructura­l de las crisis alimentari­as, de las hambrunas y también de la crisis de debilidad inmunológi­ca debido a la proliferac­ión de comida chatarra y comida de baja calidad nutriciona­l.

Salir de la espiral viciosa de crisis alimentari­as y de salud, así como de la dependenci­a de las corporacio­nes trasnacion­ales, es urgente, viable y posible. Requiere construir soberanía alimentari­a, no como aislamient­o ni cierre de fronteras, sino como plantea La Vía Campesina, con reconocimi­ento a los derechos y apoyo real y en sus términos a la producción campesina, sostenible, agroecológ­ica, a mercados locales y nacionales, en sistemas solidarios y responsabl­es socialment­e, que impidan el control y la especulaci­ón de las corporacio­nes en algo tan vital como la comida de todas y todos.

*Investigad­ora del Grupo ETC

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