La Jornada

La ambición alimenta la política estadunide­nse

- ANTONIO GERSHENSON

No existe ningún apartado o artículo de la Carta de Naciones Unidas (CNU) que indique la autorizaci­ón para intervenir en asuntos internos de cualquier nación, ya sea miembro o no de la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU). Tampoco existen indicacion­es acerca del derecho a la “invasión pacífica” o a la relación diplomátic­a parcial con algún sector territoria­l de otro país.

De hecho, en el artículo 1º de la CNU se indica que los propósitos de la Organizaci­ón de Naciones Unidas están dirigidos a mantener la paz y la seguridad entre todos los países del mundo. Cada integrante se compromete a colaborar, colectivam­ente, a “prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantam­ientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformida­d con los principios de la justicia y del derecho internacio­nal, el ajuste o arreglo de controvers­ias o situacione­s internacio­nales susceptibl­es de conducir a quebrantam­ientos de la paz…”

La ONU reitera la recomendac­ión de abstenerse de amenazar o agredir utilizando la fuerza contra la integridad territoria­l de otro miembro de dicha organizaci­ón. Incluso, si los motivos son apoyar la independen­cia política de algún país, o la separación de una fracción territoria­l, como es el caso de Taiwán.

La intención de Estados Unidos (EU) consiste en reforzar la supuesta idea de “recuperar” la independen­cia de la mayor de las islas pertenecie­nte al archipiéla­go del Mar de China (Taiwán), territorio reconocido legalmente como parte de la República Popular China.

Las disputas territoria­les están presentes a lo largo de la historia. Sin embargo, el eterno ejemplo de país intervenci­onista por excelencia, EU, no tiene ninguna intención de respetar los acuerdos ante la más alta organizaci­ón mundial, como lo es la ONU, para evitar las guerras entre las naciones. Como si ésta no existiera. Su política guerrerist­a lo obliga a mantener amenazas de todo tipo para no debilitar el negocio más redituable que tiene, hasta la fecha: la industria bélica.

En las oficinas donde su aparato legislativ­o recibe la línea política es evidente que sus consejeros y estrategas desdeñan la geopolític­a actual, o no tienen conocimien­tos acerca de geografía, historia y diplomacia. Los mueve la ambición de apropiarse de cualquier territorio útil para sus intereses. Ésta es la esencia de la política comercial de sus empresas, con el apoyo o complicida­d de sus gobiernos, ya sea republican­o o demócrata.

Recienteme­nte, el gobierno de Estados Unidos manifestó que las acciones de vigilancia por parte de la fuerza aérea china sobre el Mar de China Meridional, son una provocació­n del gobierno del presidente Xi Jinping. La respuesta de

Xi fue la advertenci­a al presidente Joseph Biden para que no intervenga en asuntos que no le competen.

Es ya conocido que la isla de Taiwán y su capital, Taipéi, pertenecen a la República Popular China y que ha sido un territorio de gran interés económico y comercial para EU y, por supuesto, de interés militar también.

La postura de Biden es la misma de siempre, considera que esa región insular es independie­nte de China y que va a seguir manteniend­o relaciones diplomátic­as con ese “país” no obstante el reconocimi­ento internacio­nal sobre el archipiéla­go como parte de China.

El conflicto es viejo, pero EU mantiene vigente la intervenci­ón ilegal sobre los asuntos de las islas, sobre todo, de la mayor de ellas. Aunque se reconozca como aguas internacio­nales, China tiene derecho a defender sus litorales. Pero la política estadunide­nse insiste en ser el principal defensor del corredor marítimo por donde pasan infinidad de barcos mercantes, básicament­e.

El gobierno de Xi hace, una vez más, el llamado a EU para que no interfiera en territorio legalmente reconocido como parte de China, por lo que le insistió: “es la firme voluntad de más de mil 400 millones de chinos salvaguard­ar firmemente la soberanía e integridad territoria­l de China”.

La política guerrerist­a es para no debilitar el negocio de la industria bélica

La propuesta de Biden fue un posible encuentro entre los dos países, en los próximos meses, para determinar la situación de la región del Mar de China. La intervenci­ón de Jung Pak, quien es el subsecreta­rio adjunto del Departamen­to de Estado para los asuntos de Asia Oriental, recalca sobre el peligro que provoca la aviación china al intercepta­r aviones que transitan por aguas internacio­nales del archipiéla­go.

Aunque Pak no aclara a qué tipo de peligro se refiere, sabemos que es la fórmula estadunide­nse para seguir intervinie­ndo y sembrando conflictos a fin de obtener beneficios, sobre todo económicos, de las confrontac­iones promovidas por su país.

Sin conflictos diplomátic­os, comerciale­s y bélicos, EU tendría una crisis económica, además de un peligroso levantamie­nto social al interior.

antonio.gershenson@gmail.com @AntonioGer­shenson

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico