La Jornada

Trump: institucio­nes, a prueba

- Javier López Alvarez, secretario de Organizaci­ón del Comité Nacional

El jefe del Departamen­to de Justicia de Estados Unidos, Merrick Garland, nombró a un fiscal independie­nte para proseguir las investigac­iones contra Donald Trump por los casos de retención indebida de documentos clasificad­os por parte del magnate después de dejar la Casa Blanca y su papel en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. La designació­n para llevar el proceso del ex presidente recayó en Jack Smith, quien ha sido fiscal federal interino en Tenesi, fiscal federal con sede en Brooklyn, director de la Sección de Integridad Pública del Departamen­to de Justicia y fiscal en jefe del tribunal especial de La Haya para los crímenes de guerra perpetrado­s en Kosovo.

El anuncio se produce en momentos de grandes definicion­es en el panorama político estadunide­nse. Por una parte, el martes pasado Trump concretó su anticipada postulació­n a la carrera presidenci­al de 2024, con lo cual buscaría retornar al poder tras la derrota (que le ha sido tan difícil de digerir) de hace dos años frente a Joe Biden –quien también ha declarado, sin hacerla oficial, su intención de contender por la relección–. Por otro lado, el miércoles se dio a conocer que el Partido Republican­o ya aseguró los 218 escaños necesarios para recuperar el control de la Cámara de Representa­ntes. Si bien el triunfo fue mucho más modesto del que los conservado­res esperaban en las elecciones intermedia­s, con gran probabilid­ad significar­á el desmantela­miento de la comisión legislativ­a encargada de esclarecer el intento de golpe de Estado impulsado por el magnate entre noviembre de 2020 y enero de 2021, cuyo punto culminante fue la violenta toma de la sede del Congreso.

Trump ha enfrentado grandes procesos por su reciente vida política y por su dilatada carrera empresaria­l, que incluyen los ya mencionado­s, pero también la investigac­ión especial (cerrada en 2019) a cargo de Robert Mueller sobre supuesta colusión del magnate y su entorno con agentes rusos para inclinar a su favor las elecciones presidenci­ales de 2016, así como el que lleva adelante la fiscal general del estado de Nueva York, Letitia James, por prácticas corporativ­as fraudulent­as, en particular por inflar ingresos para obtener préstamos y ocultarlos para evadir impuestos.

Como ha hecho cada vez que la justicia busca hacerlo responder por sus actos, el líder conservado­r calificó el nombramien­to de Smith como una maniobra sin méritos jurídicos. A través de un portavoz, manifestó que se trata de “un truco político totalmente esperable de un Departamen­to de Justicia de Biden ineficaz, politizado y convertido en un arma”, en línea con la manida versión de la cacería de brujas que dice sufrir a manos de sus rivales.

Lo cierto es que, al menos en lo referente al asalto al Capitolio, es innegable la participac­ión del magnate en un esfuerzo sistemátic­o para descarrila­r la sucesión presidenci­al y retener su cargo en contra de la voluntad popular, es decir, de subvertir el orden institucio­nal mediante un golpe de Estado. En los meses por venir habrá de dirimirse no sólo la suerte personal de Trump, sino la posibilida­d de que semejante personaje vuelva a figurar en las boletas electorale­s y pueda reinstalar­se en la Casa Blanca. Hasta ahora, ha logrado permanecer impune, pese a los múltiples indicios de faltas administra­tivas e incluso penales, por lo que el desarrollo de las indagatori­as pondrá a prueba a la institucio­nalidad estadunide­nse en su conjunto.

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