“El concierto del cubano no tendrá fin”
Va y viene el gran mulato, con toda la nobleza humilde, remolinando el aire con su melena, y abre de par en par sus brazos, de la isla madre caribeña, para abrazar y arrear a su Latinoamérica. Acariciando la conciencia, desgarra el corazón y lo vuelve a poner en su lugar, justo, entre la felicidad y una desdicha entrometida.
Con desfachatez deslizaste en ida y vuelta de la poesía a la música, nos hiciste coro de la Patagonia a la Baja California, a una juventud que se espabilaba en los 70 y 80, con la trova como una renovada forma de lucha, para decirnos rebeldía, entre el sueño y el romanticismo.
En ninguna circunstancia te podemos despegar de tu demasiado humano hermano, Silvio Rodríguez, al que juntamos nuestras lágrimas, para decirte, como Nicolás Guillén, “quién te dijo que yo era risa nunca llanto”, así, de qué “callada manera” hoy rompes en el firmamento de la eternidad.
¡Gracias Pablo Milanés! Hoy tu concierto no tiene fin, nuestra memoria te hace regresar a cantarnos la primera de todas las eternas rolas.