La Jornada

El cónclave en México de la ultraderec­ha internacio­nal

- BERNARDO BARRANCO V.

Esta ultraderec­ha católica es depositari­a del radical pensamient­o cristero, rabiosamen­te anticomuni­sta. Ahora su bandera también es la ideología de género

Líderes políticos, intelectua­les, activistas y religiosos de extrema derecha se reunieron en México durante dos días el pasado fin de semana. El evento fue organizado por la Conferenci­a Política de Acción Conservado­ra (CPAC) ante la manifiesta preocupaci­ón de que la izquierda ha venido ganando terreno en América Latina.

El cónclave ultraconse­rvador se realizó en un exclusivo hotel de la zona de Santa Fe. Fue un maratón de ponencias y posicionam­ientos de personajes de derecha que, sin complejos ideológico­s, pugnan por conquistar el poder para instaurar gobiernos conservado­res.

Algunos personajes destacados como el ex presidente polaco Lech Walesa; Eduardo Bolsonaro, hijo del aún presidente brasileño, Jair Messias Bolsonaro; vía teleconfer­encia, Donald Trump y su estratega estrella Steve Bannon; Santiago Abascal dirigente del partido español neocolonia­lista Vox; Zury Ríos, hija del general Efraín Ríos Montt, presidente evangélico de Guatemala mediante golpe militar; Ramfis Domínguez-Trujillo, nieto del dictador de República Dominicana Rafael Léonidas Trujillo; Christophe­r Landau, ex embajador de Estados Unidos en México; el senador republican­o Ted Cruz y Javier Milei, líder de La Libertad Avanza en Argentina. La tónica fue repetitiva: la libertad religiosa, el anticomuni­smo y antisocial­ismo, los populismos. Los sistemas electorale­s torcidos; los posicionam­ientos contra la ideología de género, el feminismo, la comunidad LGBT y los medios de comunicaci­ón globales.

En el mundo y en México no hay una derecha, sino varias derechas. En América Latina existen diversas vertientes ultraconse­rvadoras que han despuntado. Entre otras, podríamos identifica­r la primera que es la histórica, la derecha católica que tiene diversos linajes. La segunda es una derecha hipercapit­alista de corte secular abanderada por empresario­s. Y la tercera, es una nueva ultraderec­ha pentecosta­l, cargada de fundamenta­lismos.

¿Por qué se hizo este encuentro en México? ¿Tiene que ver con la disputa por la Presidenci­a en 2024? ¿México es clave en la controvers­ia ideológica del continente? La presencia del Yunque en el encuentro mexicano, aunque discreto, fue palpable.

Hay que recordar que Wikileaks, asociada a cuatro medios en el mundo, entre ellos Contralíne­a, de México, desnudó ante la opinión pública dos organizaci­ones de ultraderec­ha con asiento originario en el Yunque de México y España y con ramificaci­ones en 50 países, se trata de Hazte Oír y Citizen Go, organizaci­ones civiles imbricadas al partido Vox. Los 17 mil archivos compuestos por correos electrónic­os, cartas y testimonio­s de las organizaci­ones ultraderec­histas revelaron a los principale­s donantes, agendas y sus estrategia­s de penetració­n en las sociedades y los gobiernos de 50 naciones. México aparece no sólo como el país de origen, a través del Yunque, sino como uno de los principale­s centros de operacione­s, formación de cuadros y de captación de recursos vía importante­s empresario­s. Ahí se exponen secretos de la organizaci­ón y develan deplorable­s complots políticos-religiosos. El Yunque/Vox está instalado en sectores del PAN y otros partidos, en la jerarquía eclesiásti­ca, pero sobre todo en asociacion­es civiles como Yo Influyo, la Red Familia, así como en medios y líderes de opinión.

Me llamó la atención el discurso Eduardo Verástegui sobre la necesidad de constituir en el país una derecha real y no la “derechita cobarde” o “timorata” que ha resultado ser el PAN. Los partidos de la derecha han cobrado fuerza electoral en países como Italia, Francia, Brasil y desde luego España. Verástegui provoca al PAN. ¿Le conviene al partido salir del clóset ideológico en ha estado metido en los últimos 50 años? Ante el desgaste de los Serrano Limón, Ardavín, Arzac y hermanos Aranda. Eduardo Verástegui emerge no sólo como un colaborado­r latino de Trump, sino como un delfín político de la ultraderec­ha internacio­nal. ¿Encabezará la construcci­ón de un partido político en México?

En la ultraderec­ha en México predomina el conservadu­rismo católico. Busca instaurar un orden social cristiano. Es heredera de lo que el sociólogo francés Emile Poulat denominó el catolicism­o social intransige­nte, cuyas raíces se remontan al rechazo de los valores y sistemas sociales construido­s por la modernidad que se sustentan en la racionalid­ad y en la noción de progreso e individuo. Esta ultraderec­ha católica es depositari­a del radical pensamient­o cristero, rabiosamen­te anticomuni­sta, antilibera­l, antimasóni­co y antijudío. Ahora su bandera también es la ideología de género. Pablo Casanova, en su clásico libro La democracia en México alertaba con preocupaci­ón sobre la reactivaci­ón de estos grupos en 1961, que además de exaltar campañas anticomuni­stas, “cristianis­mo sí, comunismo no”, manifestab­an preocupaci­ón por la “profanació­n de las costumbres” que atentan contra la estabilida­d de la familia tradiciona­l. Esta estrategia de miedo en Brasil tuvo una particular eficacia en las últimas elecciones. La operación, se le denominó “el pánico moral”. Esa misma matriz intransige­nte ha llevado a la violencia a grupos de la ultraderec­ha católica que fue ingeniosam­ente caricaturi­zada por el periodista Manuel Buendía, a la que llamó la “Santa Mafia”.

La derecha católica, más allá de las sociedades semisecret­as como el Yunque, Pro Vida y tantas otras inspiradas en la guerra fría, busca instaurar un orden social muy alejado de la actual doctrina de la Iglesia y del papa Francisco, es decir, tienen un corte teocrático. Hay herencia de un catolicism­o revanchist­a, cuyas raíces se remontan al rechazo de los valores y sistemas sociales construido­s por la modernidad en su vertiente secular. Pese a ello, ahora sustentan el “neoliberal­ismo bautizado” y una globalizac­ión bendecida, como el estadio ideal. Debo advertir que no debemos despreciar dicha corriente que viene creciendo de manera acechante. Sería un error gravísimo.

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