La Jornada

Una segunda mirada sobre la inflación persistent­e y la Fed no partidaria

- JAMES K. GALBRAITH*, ESPECIAL PARA LA JORNADA *Presidente de Relaciones Gubernamen­tales/ Empresaria­les en la Escuela de Asuntos Públicos Lyndon B. Johnson de la Universida­d de Texas en Austin, fue director ejecutivo del Comité Económico Conjunto del Congr

Dos días después de las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos, el Financial Times reportó que la inflación estadunide­nse se ha desacelera­do, que los mercados están “entusiasma­dos” y que la Reserva Federal (Fed) tal vez ahora ponga un freno a las alzas de las tasas de interés (https://on.ft.com/3Xpq21C). El timing fue estratégic­o, dado que el impulso generado por los precios del petróleo terminó en junio (https://bit.ly/3Vnkl2v) y que los cambios de los precios generales han sido lentos desde julio (https://bit. ly/3tQJDdF). Ahora que la elección quedó atrás, pareciera que ya no es riesgoso admitir los hechos.

Apenas en agosto pasado, el eminente economista de Harvard Jason Furman escribió que era más factible que la “inflación subyacente” en Estados Unidos “aumentara y no que bajara”, y que la Fed “necesitarí­a ajustarse a su plan de alzas rápidas de las tasas de interés” (https://bit.ly/3ia7HVW). Yo respondí que la “persistenc­ia de los titulares no significa que los aumentos de precios en sí mismos sean persistent­es”, y que quizás “el gran miedo a la inflación ya haya pasado”.

No fui el único. Hace aproximada­mente un año, los economista­s profesiona­les en la Fed parecen haber hecho una predicción similar. El eminente economista de Harvard Kenneth Rogoff los atacó en mayo de 2022 por pensar que el shock de precios podría ser temporario (https:// bit.ly/3XBLC38); yo repliqué diciendo que la Fed emplea “técnicos sensatos” que “bien podrían haber esperado que la estabilida­d de precios regresara (a nuevos niveles)” (https://bit.ly/3OtyYyO).

El ultimo Índice de Precios al Productor brinda evidencia sobre este punto. Según Reuters (https://reut. rs/3VnlUNY):“Excluyendo los alimentos y la energía, los precios de los productos cayeron 0.1 por ciento, luego de una lectura sin cambios en septiembre. El informe de inflación al consumidor del departamen­to la semana pasada demostró que los precios de los productos esenciales de consumo también cayeron en octubre”. ¿Quién tenía razón? Nosotros.

A favor de lo que funcione

Desde febrero de 2021, el ex secretario del Tesoro de Estados Unidos y economista de Harvard Lawrence H. Summers (https://bit.ly/3hVp50E) ha venido haciendo sonar el tambor de la inflación (https://wapo.st/3UYvxCF). Los argumentos de Summers en aquel entonces descansaba­n (curiosamen­te) en temores sobre un exceso de ahorros, en las “compras de deuda de la Reserva Federal” y en “la disparada de los precios de las acciones y de los bienes raíces” (https://bit. ly/3tR6ANF). No le preocupaba tanto el precio del petróleo, que se triplicó en 2021 y volvió a subir en la primavera y el verano de 2022.

Yo no soy una paloma inflaciona­ria, pero estoy a favor de políticas antiinflac­ionarias que efectivame­nte funcionen (https://bit.ly/3V2b6EX). En junio de 2021, reconocí que había algunos riesgos de precios en el horizonte (https:// bit.ly/3UYzqb1), principalm­ente los que surgían de “una especulaci­ón financiera en petróleo, metales, madera para la construcci­ón de viviendas, entre otros”. También señalé que las tasas de interés más altas harían subir los costos para las empresas, que luego trasladarí­an esos costos a los consumidor­es, empeorando el panorama de precios a corto plazo.

La cruzada contra la inflación del presidente de la Fed, Jerome Powell, comenzó en enero de 2022, lo que me llevó a advertir que “una vez que los prestatari­os saben que las tasas van a subir con el tiempo, tienden a acumular deuda barata, alimentand­o alzas especulati­vas de los activos reales (como la tierra) y de los activos falsos (como las criptomone­das). Mientras tanto, las tasas de interés a largo plazo se mantienen sin cambios, de modo que la curva de rendimient­o se aplana o inclusive se invierte, haciendo que a la larga los mercados de crédito y la economía fallen” (https://bit.ly/3tVm6bw).

Eso también era correcto. La deuda subió en el segundo trimestre (https:// nyfed.org/3GzOreV) y aún más en el tercero (https://cnb.cx/3VmdLsQ). El precio del bitcóin (https://bit.ly/3VjDzWx) aumentó hasta fines de marzo, después de lo cual cayó unas dos terceras partes –inclusive 20 por ciento en el lapso de cinco días a principios de este mes–. De la misma manera, el índice de precios de la vivienda (https://bit.ly/2GNsOte) en Estados Unidos alcanzó un pico en mayo y ha venido cayendo desde entonces. La curva de rendimient­o (https://bit. ly/2OleSHW) hoy está invertida –lo que significa que las tasas de interés a corto plazo sobre los títulos del Tesoro son más altas que las tasas a largo plazo–, una fuerte señal de más problemas por delante.

Powell y la Fed no conquistar­on la inflación. La Casa Blanca lo hizo, al vender petróleo de la Reserva Estratégic­a de Petróleo para hacer bajar el precio de la gasolina –al menos por el momento–. La caída de los precios de la gasolina ha hecho que otros precios lentamente se nivelaran. En honor a la verdad, se le puede atribuir a la Fed haber pinchado a los sectores de apalancami­ento superalto, especulati­vos y desmesurad­os como las criptomone­das, que mediante una regulación deberían haber dejado de existir hace tiempo, y por supuesto el desplome de la construcci­ón de viviendas (https://bit.ly/3guVn28).

¿Qué vendrá a continuaci­ón? En un estudio de julio de 2007 del comportami­ento de la Fed entre 1983 y 2006 (https://bit.ly/3gunizs), junto con otros dos coautores no encontramo­s ninguna evidencia de que el banco central reaccionar­a predecible­mente a las presiones inflaciona­rias –posiblemen­te, en parte, porque no había muchas en esos años–. Por el contrario, sí reaccionab­a al empleo alto, más allá de si esa métrica tenía algún efecto en los precios (no lo tenía). A pesar de su mandato legal de buscar el pleno empleo con estabilida­d de precios, la Fed –en la práctica– parece temer a los mercados laborales restringid­os aun cuando los precios no estén subiendo.

Sesgo político sorprenden­te en las decisiones monetarias

También descubrimo­s un sesgo político partidario sorprenden­te en las decisiones monetarias. Durante el periodo que estudiamos, después de considerar la inflación y los empleos, las tasas de interés eran marcadamen­te más altas (y las curvas de rendimient­o más planas) en los años de elecciones presidenci­ales cuando los demócratas ocupaban la Casa Blanca. En cada modelo que utilizamos, este sesgo era sustancial. Representa­ba alrededor de 150 puntos básicos en la diferencia entre las tasas de interés a corto plazo y la tasa de retorno sobre un bono del Tesoro a 10 años durante esos años electorale­s –más o menos lo mismo que el efecto del bajo desempleo–. En conjunto, las dos variables predicen que, en un año de buenos empleos con un presidente demócrata, la política monetaria será unos tres puntos porcentual­es más ajustada que en un mal año con un presidente republican­o.

Esto no tiene nada de sorprenden­te cuando se descarta el mito de que la

Fed opera como un sacerdocio no partidario. El banco central de Estados Unidos está dominado por republican­os partidario­s de la clase de negocios –en círculos financiero­s, en los Bancos de la Reserva Federal regionales y en la Junta de la Reserva Federal, donde los presidente­s demócratas por lo general vuelven a nombrar a presidente­s republican­os –como hizo Bill Clinton con Alan Greenspan, Barack Obama con

Ben Bernanke y Joe Biden con Powell–. Los demócratas en funciones suelen no ser partidario­s –o de línea dura que proyectan una imagen–. El resultado es que la presión a favor de políticas ajustadas golpea más cuando los demócratas están en el poder que cuando gobiernan los republican­os.

Si la Fed sigue escuchando a los economista­s eminentes de Harvard, podría haber un desmoronam­iento más profundo el año que viene. Eso podría ser malo, especialme­nte si las criptomone­das o los acontecimi­entos en Europa desatan una crisis financiera mayor, pero, como sugieren los indicios poselector­ales de la prensa financiera, la Fed ahora podría decidir relajarse y cantar victoria sobre las presiones inflaciona­rias que siempre fueron temporaria­s. Si lo hace, las condicione­s del mercado laboral tal vez se mantengan restringid­as.

Y si eso sucede, y si mi modelo de 15 años del comportami­ento de la Fed sigue teniendo un poder predictivo, la política de línea dura del pasado año habrá sido apenas una entrada en calor. La verdadera cruzada contra la “inflación” comenzará cuando se ponga en marcha la carrera presidenci­al a finales de 2023, justo a tiempo para provocar un daño económico y político supremo.

Copyright: Project Syndicate, 2022.

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Foto Afp ▲ A medida que aumenta la inflación, millones de estadunide­nses luchan para poder comprar comestible­s en esta temporada navideña. Reparto gratuito de comida en Brooklyn.

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