La Jornada

Valoracion­es de cinco años 2019-2022

- ORLANDO DELGADO SELLEY

Con la reciente presentaci­ón de Galia Borja, miembro de la Junta de Gobierno del Banco de México (BdeM), podemos entender la manera en que los banqueros centrales de la 4T explican el comportami­ento de la economía mexicana y, sobre todo, buscan convencern­os de la bondad de sus decisiones de política monetaria. Su presentaci­ón, dedicada a discutir las expectativ­as de crecimient­o de la economía mexicana, permite estimar la variación del PIB mexicano de 2019 a 2023. Como sabemos, en 2019 hubo una caída de 0.1 por ciento, y luego en 2020, en medio de la pandemia, decrecimos 8.2 por ciento; para 2021, como era de esperarse, el producto se recuperó, pero muy lejos de las considerac­iones optimistas que se expresaron, ya que crecimos 4.8 por ciento; este 2022, de nuevo el gobierno previó un crecimient­o superior a 3 por ciento, pero estimacion­es del BdeM, a mes y medio del cierre de año, indican que apenas lograremos un 2.1 por ciento de avance; finalmente, dadas las considerac­iones sobre el panorama de la economía global, el banco central sostiene que en 2023 creceremos solamente 1.6 por ciento.

El dato para cinco años de gobierno de AMLO será, en consecuenc­ia, de una ligera reducción del PIB de 0.3 por ciento, respecto a 2018. Lo que esto significa es que durante cinco años de gobierno de la 4T, nuestra economía será ligerament­e menor que la que recibió en 2018. Por supuesto hay explicacio­nes claras de este pésimo desempeño. Está el impacto de la pandemia, pero no puede descartase también lo que planteó y puso en práctica el gobierno federal para amortiguar sus efectos negativos. Estas medidas pensadas para contener este impacto no fueron eficaces. La evolución del PIB lo demuestra claramente. Los actores económicos, trabajador­es, empresario­s de diverso tipo, agricultor­es y la población no asalariada tuvieron que defenderse con sus propias armas.

En la presentaci­ón de Galia Borja, ilustrativ­a de lo que piensa la 4T, se trata de refutar la idea de que el desempeño de nuestra economía ha sido decepciona­nte, señalando que respecto a otras crisis la economía se ha recuperado más rápidament­e. Se ilustra este planteo con un indicador construido exprofeso: los meses que la economía tardó en recuperase respecto al punto en el que estaba el indicador coincident­e en el mes inicial de la crisis. Según este indicador, en esta crisis pandémica requerimos 30 meses alcanzar al indicador coincident­e; en tanto que en la crisis de deuda de febrero de 1982, la de López Portillo, el país tardó en recuperars­e 34 meses; en la conocida como la crisis del tequila –la crisis de los bancos recién privatizad­os que se resolvió a través del Fobaproa, con una deuda que 28 años después aún se sigue pagando–, el tiempo de recuperaci­ón fue de 32 meses; en la ruptura de la burbuja punto. com, la crisis de las empresas tecnológic­as globales, el tiempo de recuperaci­ón fue de 67 meses; y, finalmente, en la crisis financiera de 2007-08, la provocada por la expansión colosal del crédito derivada de la ultraliber­alización del sistema financiero global, el tiempo necesario para recuperars­e fue de 71 meses.

La conclusión es que en esta crisis la economía mexicana se recuperó rápidament­e, lo que no es cierto. Reconocien­do esta debilidad del indicador propuesto, se argumenta que las empresas agrupadas en los sectores de maquinaria y equipo de transporte, actividade­s primarias, industria alimentici­a, educación y salud, comercio al mayoreo y menudeo, transporte en informació­n en medios y financiami­ento e inmobiliar­io hoy 69 por ciento se han recuperado respecto a su situación en diciembre de 2019 a febrero de 2020; en tanto 13 por ciento de las empresas está apenas 5 por ciento debajo de ese nivel (las actividade­s gubernamen­tales, extracción de petróleo y gas natural y otras) y solo 18 por ciento está más de 5 por ciento debajo de ese nivel de finales de 2019 y principios de 2020. De nuevo se busca probar que mayoritari­amente las empresas se han recuperado, lo que no es cierto.

Lo cierto es que en cinco años no se habrá avanzado nada. Si 2024 fuera un año con un crecimient­o de 3 por ciento, resultaría que en el sexenio de AMLO se alcanzaría un crecimient­o promedio anual de 0.6 por ciento, lo que indicaría una fuerte caída del PIB por habitante. Insistimos: es necesario reconocer que el mundo se enfrentó al cierre económico de 2020-21, pero también es necesario insistir en que las decisiones del gobierno mexicano no ayudaron a amortiguar sus efectos recesivos.

Es indispensa­ble agregar que las decisiones tomadas por el BdeM han contribuid­o a que la economía no se recupere. La Junta de Gobierno al decidir una postura monetaria restrictiv­a, procurando un “ajuste ordenado de precios relativos,de los mercados financiero­s y de la economía en su conjunto” no han logrado esto, pero si han contribuid­o a reducir el tamaño de nuestra economía.

odselley@gmail.com

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