Precisión a notas sobre violencia de género
Como académicas y académicos que trabajamos en temas de acompañamiento a víctimas de violencia, búsqueda de personas desaparecidas, apoyo en casos de feminicidios y otros, hacemos las siguientes precisiones:
1) La UAM-Xochimilco hace operar los mecanismos de procuración de derechos para quienes integramos la comunidad universitaria.
2) Sobre las notas publicadas en La Jornada el 9 y 10 de noviembre pasados, relativas a violencia de género, nos parece importante invitar a que se revise la información emitida. Es preocupante descontextualizar lo referente al caso de violación, atendido por las instancias acreditadas, las que siguieron los lineamientos y protocolos contemplados por la normatividad que garantizan los principios de imparcialidad, justicia y equidad con una perspectiva de género. Resultando improcedente la denuncia de violación.
3) Destacamos los avances significativos para erradicar las violencias de género. Sin embargo, acusar implica riesgos, como la falsa denuncia que deriva en apoyo a las formas patriarcales vigentes.
Mi hermano, embajador Enrique A. Romero Cuevas, fue sometido a una intervención quirúrgica muy costosa para extirparle un tumor canceroso en el cerebro. El resultado, casi milagroso, le devolvió todas las funciones perdidas por la presencia del tumor.
Antes de ser operado, fue internado en el Hospital 20 de Noviembre del Issste, donde el neurocirujano Andrés Jaime Aguirre citó a la familia directa y, frente al paciente, les dijo que operarlo no era opción, pues solamente tenía “30 por ciento de probabilidades de salir” y que lo mejor era regresarlo a su casa. Recetó medicinas “para evitarle el dolor”, en pocas palabras, lo mandó a su casa para morir.
Me resulta increíble que un especialista de un centro médico nacional de renombre, solamente porque mi hermano tenía 73 años de edad, decidiera que operarlo era inútil.
La lectura de su brutal decisión es que los viejos ya no tenemos derecho a recibir atención médica especializada y gozar de salud digna. Como dicen algunas personalidades, los viejos deben morir.