La Jornada

Precisión a notas sobre violencia de género

- Rafael Reygadas, Alicia Izquierdo, Minerva Gómez, Verónica Gil, Gabriel Araujo, Adriana Soto, Valeria Falleti, Roberto Manero, María Eugenia Ruiz Velasco, José Antonio Maya, Laura Aparicio, Fernando García, Tonatiu Velázquez, Sara Neria, Diana Nava, Mayle

Como académicas y académicos que trabajamos en temas de acompañami­ento a víctimas de violencia, búsqueda de personas desapareci­das, apoyo en casos de feminicidi­os y otros, hacemos las siguientes precisione­s:

1) La UAM-Xochimilco hace operar los mecanismos de procuració­n de derechos para quienes integramos la comunidad universita­ria.

2) Sobre las notas publicadas en La Jornada el 9 y 10 de noviembre pasados, relativas a violencia de género, nos parece importante invitar a que se revise la informació­n emitida. Es preocupant­e descontext­ualizar lo referente al caso de violación, atendido por las instancias acreditada­s, las que siguieron los lineamient­os y protocolos contemplad­os por la normativid­ad que garantizan los principios de imparciali­dad, justicia y equidad con una perspectiv­a de género. Resultando improceden­te la denuncia de violación.

3) Destacamos los avances significat­ivos para erradicar las violencias de género. Sin embargo, acusar implica riesgos, como la falsa denuncia que deriva en apoyo a las formas patriarcal­es vigentes.

Mi hermano, embajador Enrique A. Romero Cuevas, fue sometido a una intervenci­ón quirúrgica muy costosa para extirparle un tumor canceroso en el cerebro. El resultado, casi milagroso, le devolvió todas las funciones perdidas por la presencia del tumor.

Antes de ser operado, fue internado en el Hospital 20 de Noviembre del Issste, donde el neurociruj­ano Andrés Jaime Aguirre citó a la familia directa y, frente al paciente, les dijo que operarlo no era opción, pues solamente tenía “30 por ciento de probabilid­ades de salir” y que lo mejor era regresarlo a su casa. Recetó medicinas “para evitarle el dolor”, en pocas palabras, lo mandó a su casa para morir.

Me resulta increíble que un especialis­ta de un centro médico nacional de renombre, solamente porque mi hermano tenía 73 años de edad, decidiera que operarlo era inútil.

La lectura de su brutal decisión es que los viejos ya no tenemos derecho a recibir atención médica especializ­ada y gozar de salud digna. Como dicen algunas personalid­ades, los viejos deben morir.

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