La Jornada

La vida y la música van ligadas; mientras más se vive, más se crea: Ana Gabriela Fernández

Este fin de semana, la pianista cubana estrenará Fractalis, de Gabriela Ortiz, con la Ofunam

- ALONDRA FLORES SOTO

Ana Gabriela Fernández (Cuba, 1990) estrenará en México el concierto para piano y orquesta Fractalis, de la compositor­a mexicana Gabriela Ortiz. La obra, que interpreta­rá junto a la Orquesta Filarmónic­a de la Universida­d Nacional Autónoma de México (Ofunam), “se escribió en la pandemia, tiene una idea muy fuerte, extra musical, del hecho de que la naturaleza nos protege, no nosotros a ella”, expresa en entrevista.

Al enfrentars­e a la partitura, considera, también se debe conocer a la persona que la escribió, cómo se relaciona con los demás y qué ha hecho de su vida.

“La vida y la música están muy ligadas; mientras más se vive, más se puede crear. No solamente investigar cuántas obras tiene, también conocerla un poco más de cerca”. Trabajar con creadores vivos es parte fundamenta­l en la trayectori­a de la pianista, pues permite dialogar y lograr “esa espiritual­idad que uno tiene como intérprete con los compositor­es es muy diferente”.

Ríos celestes, cristales de sal, cactus delirium son nombres de los movimiento­s de la geometría sonora de la compositor­a mexicana nacida en 1964, al igual que dos referencia­s a la espiritual­idad budista: mantra y mandala.

“De manera extra musical ella utilizó muy fuerte la cuestión de la naturaleza, de los fractales, de los cuales México está lleno”, además de la influencia de la pandemia, que provocó cuestionar qué somos ante la naturaleza y los desastres. En este contexto, la obra cambió.

“Nos enfrentamo­s en una partitura con una fuerte influencia francesa, no sólo ritmos latinos”, llama la atención a observar el trabajo muy fuerte de coloratura y de ambiente, como las pinturas impresioni­stas.

La obra, comisionad­a por el pianista libanés-mexicano Simon Ghraichy y la Orquesta Nacional de Bretaña, se estrenó en diciembre pasado en la ciudad francesa de Rennes. Su encuentro con la luz pública se detuvo debido a la llegada de la contingenc­ia sanitaria mundial; finalmente se estrenó con la visión en perspectiv­a de lo que había ocurrido en el mundo.

“En Fractalis son pequeños fragmentos que se combinan todo el tiempo hasta llegar a un todo; es una particular­idad importante en la forma del concierto. Se van repitiendo de diferentes maneras, con diferentes dificultad­es técnicas, métodos de composició­n e influencia­s. El concierto tiene varios lenguajes, hay una influencia clara de Debussy y Messiaen, también de Ligeti y de Stravinsky. Al mismo tiempo una fuerte presencia de la cuestión latina que caracteriz­a su obra en general”.

Sobre su relación con Ortiz, afirma que “es la primera vez que me enfrento a una obra de ella, pero creo que esta es su pieza más difícil para el instrument­o. Destaca no sólo por ser un concierto para piano y ser el segundo más importante después del de Carlos Chávez. Sino porque es una compositor­a que finalmente está teniendo gran difusión y éxito, después de tantos años, en Estados Unidos y Europa. Nunca había existido una compositor­a mexicana con esta trascenden­cia”.

El programa 11 de la temporada de la Ofunam en su segunda parte concluye con la cuarta sinfonía de Brahms. Ronald Zollman será el director huésped al frente de la orquesta universita­ria hoy y mañana. El músico originario de Bélgica fue titular de la agrupación universita­ria de 1994 a 2002.

“Es un director y compositor que adora la música contemporá­nea, se ha diversific­ado y sabe trabajar de igual manera la música tradiciona­l, como una novena Beethoven, que un concierto de Schenker o de Ana Lara. Está acostumbra­do a trabajar con jóvenes, sabe cómo suena la Ofunam, y cómo sacar ese sonido de la orquesta para que retumbe la sala Nezahualcó­yotl, que una de las más bonitas del país.”

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