La Jornada

Falleció el actor Héctor Bonilla

El histrión de luchaba contra el cáncer desde hace 4 años // Escribió su epitafio: “Se acabó la función. No estén chingando. El que me vio, me vio. No queda nada” // Siempre se asumió como hombre de izquierda

- JORGE CABALLERO

El actor Héctor Bonilla falleció ayer a los 83 años, tras perder la batalla contra el cáncer de riñón que enfrentaba desde hace cuatro años. Su hijo Fernando Bonilla por medio de su cuenta de Twitter confirmó el deceso de su padre y dio a conocer el epitafio que Héctor Bonilla escribió hace varios años: “Se acabó la función, / No estén chingando. / El que me vio, me vio. / No queda nada”.

Además la misiva agrega: “Murió en su casa, en paz, sin dolor y rodeado por su círculo más íntimo, que lo acompañó hasta el final.

“Somos consciente­s de que Héctor dejó un legado inconmensu­rable y muchísimos corazones lamentarán su pérdida. Sepan que, a pesar de la infinita tristeza que nos embarga, estamos tranquilos por despedir a un hombre que se fue sin deberle nada a nadie, que vivió intensa y plenamente, que predicó siempre con el ejemplo y sembró amor y alegría por cada camino que recorrió. Como él quería.”

Durante los cuatro años en que padeció la enfermedad varias veces se afirmó que su condición no era grave, Héctor Bonilla declaró en varias ocasiones que “estoy viviendo horas extras,… si alcanzo a vivir 10 años más será una propinota de la vida”. Y fiel a su conviccion­es y sentido del humor declaró animado “no me siento angustiado ni me azoto; quiero seguir trabajando actuando, escribiend­o y dirigiendo hasta cumplir mi ciclo”.

Nacido en Puebla en el año 1939, Héctor Bonilla fue uno de los actores más importante del país, además de la actuación, su trabajo abarcó la dirección en cine, teatro y televisión; además de la producción y escritura.

Su debut actoral fue en la cinta Jóvenes y bellas en 1962 y a partir de ahí no paró. Participó en algunas de las cintas más emblemátic­as que han moldeado la educación sentimenta­l del mexicano en las recientes décadas, como Rojo amanecer, María de mi corazón, La leyenda de una máscara y El bulto, entre las más de 70 en las que actuó.

En 1967 hizo su debut televisivo en la telenovela La casa de las fieras, donde extendió su participac­ión en alrededor de 50 melodramas en los que se incluyen Velo de novia, Lo imperdonab­le, La pasión de Isabel, Mirada de mujer el regreso y Amor cautivo. Además participó en programas como El Chavo del Ocho, El juramento y El Señor de los Cielos. Como actor de doblaje trabajó para la casa Disney en las cintas animadas El libro de la selva y Ratatouill­e.

En las tablas, otra de sus grandes pasiones, incluyó piezas como Puños de oro, Aquel tiempo de campeones, Mi vida es mi vida, Yo soy mi propia esposa, Realmente un tour de force, Madame Butterfly, Almacenado­s y Los lobos, entre los más destacados.

Apenas en 2019 la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematogr­áficas lo premió con el Ariel de Oro por su extensa trayectori­a en el cine, teatro y televisión. Y el año pasado, Héctor Bonilla fue reconocido por la Secretaría de Cultura (SC) federal por sus más de 50 años de trayectori­a en la escena mexicana.

En una entrevista con La Jornada en 2008, confesó que siempre se asumió como hombre de izquierda y considerab­a que: “El cine y el teatro no necesariam­ente deben ser políticos; es fundamenta­l que lo que tenemos que hacer los mexicanos es hacer bien las cosas. Lo que me aterra de este país es la falta de congruenci­a”.

Cabe señalar que de niño Héctor Bonilla pasó algunos años en la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa pues su papá, quien era maestro de educación física, fue uno de los fundadores de la institució­n y en 2014 Héctor Bonilla fue nombrado padrino de la generación 2011-2014.

Predicó siempre con el ejemplo, sembró amor y alegría por cada camino que recorrió

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