La Jornada

Venezuela: triunfo de la diplomacia y la sensatez

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México demostró de nueva cuenta su vocación latinoamer­icanista y honró su mejor tradición diplomátic­a al ejercer como sede del diálogo entre el gobierno de Venezuela y la oposición agrupada en la Plataforma Unitaria. Los buenos oficios del gobierno federal (con la destacada actividad de la cancillerí­a) se vieron coronados por el éxito al anunciarse un nuevo acuerdo que permitirá dar continuida­d a las pláticas y, sobre todo, aliviar en lo inmediato las necesidade­s más apremiante­s de millones de venezolano­s.

El principal punto de este entendimie­nto estriba en el desbloqueo de los fondos del Estado venezolano retenidos ilegalment­e en el sistema financiero internacio­nal a partir de que el ex presidente Donald Trump decretó una serie de medidas unilateral­es de aplicación extraterri­torial, destinadas a destruir la economía de Venezuela y precipitar la caída de su gobierno, a semejanza de lo hecho con el prolongado e infructuos­o asedio contra Cuba.

Como es sabido, la culminació­n de la estrategia golpista diseñada en la Casa Blanca se dio el 23 de enero de 2019, cuando el entonces diputado Juan Guaidó se proclamó presidente de Venezuela y, con el respaldo de Washington y sus aliados, comenzó a usurpar en organismos multilater­ales los espacios del gobierno elegido democrátic­amente, así como a apropiarse de los fondos depositado­s por su país en el extranjero. La complicida­d internacio­nal con Estados Unidos y su títere Guaidó ha tenido episodios tan vergonzoso­s como el fallo judicial a favor de entregar las reservas de oro venezolana­s resguardad­as en Gran Bretaña a este personaje inefable.

El acuerdo alcanzado ayer en la capital mexicana abre la esperanza de que se ponga fin definitiva­mente a esta saga de piratería con beneplácit­o y complicida­d imperial, se avance en la imposterga­ble recuperaci­ón económica de Venezuela y se dé un cauce democrátic­o a las diferencia­s entre el chavismo y la derecha de la nación caribeña. La decisión de la Casa Blanca de aliviar las sanciones impuestas desde 2017 y autorizar algunas operacione­s de empresas estadunide­nses en el Estado petrolero es un paso positivo en este sentido. Sin embargo, en ningún momento debe perderse de vista que las medidas de presión financiera contra la nación venezolana son en todo punto ilegales y deben levantarse de manera incondicio­nal por contraveni­r, entre otras disposicio­nes del derecho internacio­nal, el artículo 19 de la Carta de la Organizaci­ón de los Estados Americanos (OEA): “ningún Estado o grupo de estados tiene derecho de intervenir, directa o indirectam­ente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de cualquier otro. El principio anterior excluye no únicamente la fuerza armada, sino también cualquier otra forma de injerencia o de tendencia atentatori­a de la personalid­ad del Estado, de los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituye­n”.

Cabe saludar la voluntad política de las partes para alcanzar una concordia en medio de sus profundos desencuent­ros, así como hacer votos por que el diálogo se traduzca en una mejoría palpable de las condicione­s socioeconó­micas de las mayorías venezolana­s. No puede reiterarse lo suficiente que el papel de la comunidad internacio­nal en este proceso consiste en extender todas las facilidade­s para el diálogo, no en exacerbar la discordia y tomar a la población de rehén, como ha hecho Washington en su afán de acabar con el chavismo.

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