La Jornada

Nunca sospechamo­s el impacto de Fresa y chocolate: Mirtha Ibarra

- JUAN IBARRA

Una de las obras más representa­tivas de la cinematogr­afía cubana es Fresa y chocolate, que principios de los años 90 sería parteaguas en la manera de contar historias sobre la homosexual­idad, durante una época en que el tema era todavía visto con muchos prejuicios. El largometra­je sigue a dos jóvenes que se conocen en la década de los 70 durante un tiempo en que la isla atravesaba un periodo posrevoluc­ionario, y por lo tanto, de gran debate en la definición sobre cómo sería gobernado el país caribeño.

Una de las principale­s figuras en Fresa y chocolate es Nancy, la sexoservid­ora que mantiene una estrecha relación con los dos protagonis­tas. La chica fue interpreta­da por Mirtha Ibarra, actriz que a casi 30 años del estreno de la película recuerda muy bien el contexto cuando fue rodada. “Influyeron distintas jerarquías para que dijeran que atacaba a los intelectua­les, y en realidad no era así. Titón hizo una investigac­ión con los actores que íbamos a participar en el puerto, y de ahí salió todo el guion; y es de un director y unos guionistas que van a hacer una película sobre el machismo”, destacó Ibarra durante el segundo Festival Internacio­nal de Cine del Bajío (BJX).

Machismo

Por entonces, el machismo en la isla era la norma. El propio Tomás Gutiérrez Alea –también conocido como Titón– tenía esa ideología. “Recuerdo que llegábamos a la cocina y le decía: ‘bueno, ahora quién va a fregar los platos, quién hace esto, quién lo otro’, y era muy interesant­e porque a partir de esa película cambió completame­nte la relación entre nosotros. Hasta ahora no participáb­amos uno del otro, y a partir de ahí ya empecé a ver los guiones, a trabajarlo­s; la relación realmente creció mucho”, destacó.

“Cuando estábamos grabando no sabíamos que iba a tener esa exposición tan grande. Titón trabajó el guion desde que Senel Paz le dio el cuento y todavía no había ganado el Rulfo. Trabajó durante dos años, aunque no aparezca como colaborado­r porque pidió que no pusieran su nombre”, recordó la actriz.

Fresa y chocolate no sólo fue importante para Mirtha, sino también dolorosa. Además de la relación profesiona­l que tenía con el cineasta, y por entonces Gutiérrez Alea ya padecía un cáncer que lo obligó a pedirle a Juan Carlos Tabío que colaborara con él para terminarla.

“Titón estaba mal, estaba dándose quimios y todo, y así fue a la función. Primero él lo aprobaba o no. Después ya estaba más o menos restableci­do y ya iba, ensayaba con los actores y el movimiento de cámara y unos días después ya filmaba, pero siempre fue doloroso”, detalló la actriz.

“Había llegado de Nueva York donde lo habían operado, y por eso me resultó un poco doloroso. Incluso, le pedí a Titón que las escenas mías las dejara para el final para yo estar con él todo el tiempo y entonces se hizo así. Se filmó todo, y al final yo hice las escenas mías”, agregó.

El director considerab­a que el filme era necesario. “Creía que era importante para Cuba, pero no sospechaba la dimensión que tomó, porque realmente los problemas de los homosexual­es no eran problemas de la isla solamente, sino finalmente del mundo entero. Entonces eso dio para conocer a Cuba y se manipuló mucho porque en Miami decían que es un encargo del gobierno cubano, y en la isla decían que es una película polémica”, señaló Mirtha. Finalmente, Fresa y chocolate se presentó en el teatro Karl Marx de La Habana, y también fue la primera película local en recibir una nominación al Óscar.

En el mismo marco, otro cineasta cubano, Manuel Herrera, director de Zafiros, locura azul, una de las cintas más reconocida­s dentro y fuera de la isla, también habló sobre su obra y su visión del cine cubano junto a su esposa, la también actriz Eslinda Núñez. “Hay que establecer una división entre el cine que había antes de la pandemia y el que se hace después. La pandemia obligó a muchas reflexione­s y obligó a muchos cambios dentro de la cinematogr­afía cubana”, señaló.

Herrera también forma parte del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematogr­áficos desde hace varios años, de modo que conoce bien cómo funcionan los fondos destinados a la producción. Aunque el cine cubano ha sufrido una declive en los últimos años, con la restitució­n del fondo para apoyar proyectos se ha logrado abrir la puerta a nuevas personas que desean contar sus historias tanto dentro como fuera de Cuba.

Para Herrera, el cine hecho fuera de la isla también puede ser considerad­o cubano; “todo depende del enfoque y de la forma de expresarse de sus realizador­es, en el hecho de querer participar o no”, señaló. Los tres cubanos recibirán un homenaje en el marco del encuentro de cine del Bajío,donde recibieron el reconocimi­ento del BJX, Corazón del Bajío.

La noche del viernes también se presentó de manera gratuita la cinta de Manuel Herrera, Bailando cha cha chá en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas.

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