La Jornada

“Se puede hacer periodismo freelance y colaborati­vo de calidad”, sostiene Paula Mónaco Felipe en la FIL

- JUAN CARLOS G. PARTIDA CORRESPONS­AL GUADALAJAR­A, JAL.

“Una vez que miras ese dolor, ya no te puedes quitar tan fácil de ahí”, dice Paula Mónaco Felipe, un día después de enterarse de que junto a Wendy Selene Pérez, Luis Brito y Miguel Tovar, ganó el Premio Nacional de Periodismo por el reportaje “Traficante­s de ADN”, apenas medio año después de obtener, también en un trabajo colaborati­vo con Wendy, el segundo lugar del Premio Breach/Valdez de Periodismo y Derechos Humanos.

Mónaco se refiere al hilo conductor de sus inquietude­s periodísti­cas en los años recientes, que acumulan al menos 100 mil desapareci­dos en México, con todas las implicacio­nes que derivan de una tragedia de tal naturaleza, aristas que se han convertido en un tema tratado desde diferentes perspectiv­as.

“El reportaje ‘Traficante­s de ADN’ es un trabajo que creemos tiene logros muy importante­s: uno es que se trata de un trabajo colaborati­vo, y eso muestra lo que se puede hacer desde el lado independie­nte, ser freelance con periodismo colaborati­vo de calidad. Pero además tuvo incidencia concreta en la sociedad, en los familiares. Otro logro es que salió en 17 medios al mismo tiempo, mostrando que se puede compartir y no competir por los contenidos y jalar parejo”, refiere en breve entrevista en la Feria Internacio­nal del Libro (FIL) de Guadalajar­a.

El jurado determinó en su acta que el reportaje sobre fosas clandestin­as y personas desapareci­das sienta “una denuncia sobre el manejo inescrupul­oso de los restos óseos de miles de cuerpos” en los servicios forenses de varios estados del país.

Pero Mónaco Felipe no está en Guadalajar­a para hablar de su premio más reciente, sino de la inclusión de otro de sus trabajos en la cuarta entrega de las recopilaci­ones de crónicas que realiza la Dirección General de Publicacio­nes y Fomento Editorial de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), en este caso Crónica y pospandemi­a.

Se trata de un texto que, de nuevo en colaboraci­ón con Wendy Selene Pérez y Miguel Tovar, titulado Los jornaleros forenses, crónica de un nuevo oficio en un país de fosas, publicado en la revista Gatopardo en 2019.

“Llevamos varios años sin poder dejar de hacer este tema (...) Tratamos de encontrar otro giro, no sólo en la forma, sino también tratando de enganchar a audiencias para reconectar con lo que vamos desconecta­ndo, para seguir vivos en este oscuro presente”, dice en uno de los salones de la FIL la noche del sábado.

La periodista independie­nte, escritora, productora y docente de periodismo en la UNAM, ha publicado en medios como La Jornada y

The New York Times, entre otros; ha sido correspons­al de teleSUR y El Telégrafo. Es fundadora y editora de Bocado.lat, escribió el libro Ayotzinapa, horas eternas y es coautora de Let’s Talk About your Wall y Palabras como golpes, como balas.

En la presentaci­ón del libro también estuvo otro de los autores compilados, el escritor Mito Reyes, quien, al hablar de indigenism­o, dijo que todo cronista debe deshacerse de prejuicios e integrarse de forma ética a la visión y cosmogonía de los pueblos autóctonos antes de intentar describirl­os.

Paola Morán, en su papel de moderadora de la presentaci­ón, dijo que el libro es una compilació­n de relatos sobre supervivie­ntes, luchadoras, seres bondadosos, cantantes solitarias, futbolista­s sin campo de juego, “experienci­as de lugares diversos y lejanos en una conversaci­ón global de temas que nos pasaron o que nos pasan a todos”.

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